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Opinión

Los hijos adoptivos de Liriope

(Compartir mis escritos, tiene el carácter de la historia que en “El libro de los abrazos” cuenta Galeano, en "La función del Arte/1", cuando el niño, ante la inmensidad del mar, dice: - ¡Ayúdame a mirar! - )

Los narcisos, estos que: desde hace mucho tiempo reflejan su imagen, que tal vez la vean bella, como lo hacía el hijo de la ninfa llamada Liriope. Claro que, estos que, cada cuatro años, brotan a boca de urna, reflejan su obsesión en las primeras páginas de los diarios, en los noticieros de la televisión, y con una excitación más débil, tal vez, cuando los nombran en las radios. No los aconseja Nemesis, la diosa de la venganza que indujo a Narciso a que se acercara a un arroyo a mirar su imagen. Estos tienen un contador, un asesor de la sonrisa, un peluquero, otro que “les afila las uñas”, y entre otra muchedumbre de asistentes, los que les cobran las pautas que se encargan de la quietud de las aguas del arroyo para que no se les deforme la imagen. Y tampoco hay algún vidente, como Tiresias que fue el que le dijo a Liriope, que su hijo viviría muchos años si nunca veía su propia imagen. Bueno… estos narcisos son precavidos, no los conmueve ni les basta una flor. Inauguran su nombre en una plaza, en un barrio, en una calle, en una unión vecinal, en el cordón de una vereda, en un baldío … de día y de noche, son “la Volanta, “el Titular, “la Bajada”, “el pie de página” .

Y desde hace más de dos años, cualquiera de los que no somos “ellos”, cualquiera de los que caminamos las calles sin arrastrar algún supuesto rango de nobleza, generalmente, repetimos en cualquier comentario, casi como “un mantra”: “en esta pandemia de mierda”, “por esta pandemia de mierda…” y muchos de los que se contagian con ese virus de mierda, le avisan sólo a los más íntimos, para que no vengan, para que no vayan, para que se cuiden… para pedirles una ayuda.

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Y “los hijos adoptivos de Liriope”, los narcisos de boca de urna, que pueblan la democrática democracia, si se contagian, la primera línea del diagnóstico es acudir con la mejor pose, a “los medios”, a exhibirse aún desde el fastidio y la preocupación… supongo. Noticia en el exceso… porque son los dueños del exceso. Necesitan intervenir la mirada y la distracción del transeúnte, intervenir la voluntad de sus votantes.

…¡Qué nos importa su contagio..!        …¡Qué nos importa su contagio..!

No vemos a diario los contagios de Juanes, de Pedros, de Raqueles, de Aurelios, de Marias…

Los narcisos de boca de urna, tienen su nombre y apellido, escrito en todas partes, tal vez sea un amuleto por la perpetuidad, o una clave al misterio de su supuesta identidad.

Bueno… mejor que entre los videntes que los asesoran en la gestión no esté Tiresias.

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El mito de Narciso, cuenta que, este era un joven muy bello, hijo de una ninfa llamada Liriope. Un vidente de nombre Tiresias le dijo que su hijo viviría muchos años si nunca veía su propia imagen.

Nemesis, la diosa de la venganza indujo a Narciso, a que se acercara a un arroyo. Narciso se enamora de su imagen reflejada e intenta seducir al hermoso joven sin darse cuenta de que se trata de él mismo hasta que intenta besarlo. Entristecido de dolor, Narciso se suicida con su espada y su cuerpo se convierte en una flor, que se le llamó Narciso.

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