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Opinión > Hablemos en serio

Reforma laboral necesaria, reforma mental inmediata

Es necesario y urgente emprender el camino hacia la reforma laboral, con el nombre que quieran, pero si queremos resguardar y acrecentar el trabajo, se impone que con adultez cívica y responsabilidad social los actores comiencen a trabajar.

Discursos van y vienen. Posiciones supuestamente antagónicas se enfrentan. Buscan nombres marketineros, etc. Todo eso pasa en el mundo de la dirigencia, mientras tanto, el trabajo irregular va en aumento y la precariedad laboral gana más espacio.

La llegada de los pibes del delivery, que con sus llamativos uniformes rojos o amarillos, según la empresa; ha mostrado un negocio muy bueno para todos, salvo para los propios pibes.

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Veamos.

Estás en tu casa en Rivadavia, pides un lomo a Patio Córdoba, y en 30 minutos estás comiendo. Juan, de Santa Lucía, también llamó, pero su espera pasó a 40 minutos. María de Rawson, ya tuvo que esperar una hora. Esto es normal que ocurra porque ningún negocio gastronómico, por eficiente que sea como lo es el nombrado, puede tener mano de obra ociosa esperando un llamado, entonces optimiza su servicio manejando promedios.

Esta misma situación le pasa a la Farmacia, al supermercado y el vendedor de sushi.

Entonces, llegaron Pedidos Ya y Globo, por nombrar los más conocidos, y unieron la demanda para hacer eficiente en tiempo la entrega. Su metodología es concentrarse en puntos geográficos para tomar rápidamente el pedido y entregarlo. Un concepto moderno de logística y distribución, no más que eso.

Con esto, todos entregan sus pedidos en tiempos cortos y pagan una comisión.

En costos puros, están ahí; pero ganan en eficiencia, lo que puede aumentar su volumen de ventas y además se sacan el riesgo laboral constante, hablo del normal, como el cubrir vacaciones, enfermedades y licencias especiales; que implica un nuevo costo.

Las empresas de delivery facturan buenas comisiones, pero los pibes ingresan en la precariedad laboral. No gozan de vacaciones ni aguinaldo, por ejemplo.

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Primera reflexión: Los nuevos negocios, no deben ir en contra de los derechos de los trabajadores. Se puede optimizar el servicio, incrementar las ganancias por el volumen, y las empresas de delivery pueden ceder un poco de sus ganancias y otorgar los beneficios a los trabajadores. Es un mundo posible.

Distinto es el caso de los taxis o transportes especiales como Uber y Cabify; que irrumpieron en un negocio, sobre todo en las grandes urbes, que está envuelto en la ineficiencia total.

Del otro lado de la balanza, están los sindicatos que, con el golpe en el bombo en pos de la defensa de los derechos de los laburantes, sólo motivan pérdidas de fuentes de trabajo, y de eso hay mucho.

Los convenios colectivos tienen largas décadas de antigüedad, pero ahí nada se hizo, porque cualquier “llamado a reunión” para tratar el tema ya es tomado como el “avance contra los derechos de los trabajadores”.

Es necesario otorgar competitividad a nuestra producción, y sobre todo pensando en las economías regionales.

En este punto se impone ya el regreso de la vigencia del decreto 814 que otorgaba beneficios a las empresas del interior del país.

Por otro lado, hay que evitar que aparezca un nuevo Menem y con el verso de la revolución productiva nos venda los trenes y ponga en esa situación tan nefasta de pérdida de competitividad, y cuidado, todo eso ante la mirada y el silencio de muchos que hoy gritan en defensa de las economías regionales, una hipocresía propia de la política acomodaticia.

Además, debemos introducir nuevas temáticas en los convenios colectivos: Productividad en vez de asistencia, polivalencia, banco de horas para algunas industrias, deliverys, atención domiciliaria, tercerización de tareas, etc.

Hablar de esto, no implica perder derechos laborales, importa permitir que las fuentes de trabajo llamadas empresas, que no son los enemigos, puedan afianzarse y crecer, generando más empleos, y de allí los sindicatos nuevos afiliados.

Pero la masa dirigencial debe achicarse, tanto la política como la sindical y de toda otra entidad que privada que genere erogaciones, como por ejemplo SADAIC, que no sólo pagamos el derecho de autor, sino el derecho de los inspectores a viajar en primera y hospedare en hoteles cinco estrellas.

Entrando al mundo gremial, debemos bajar la cantidad de mano ociosa en los mismos, menos delegados con más eficiencia en las funciones, más acompañamiento en defensa de los buenos trabajadores, y menos sindicatos para las mismas funciones.

La proliferación de los sindicatos y de los partidos políticos es caso único en Argentina, tal como si fuere un negocio ingresar en ese mundo que debiera ser tan especial por su importancia social.

Con todo esto, no sólo necesitamos una reforma laboral, sino fundamentalmente una reforma mental: Primero el trabajo, que es sinónimo de dignidad humana; después lo demás.

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