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Provinciales > Desilusión

Se egresaron de la Policía, pero los rechazaron por "problemas en la vista"

Los jóvenes reclaman no haber sido advertidos antes.

19 de noviembre de 2020

Esmerarse en una carrera y darlo todo para luego no recibir nada. El sueño de la infancia de vestir el uniforme y a estando a sólo un paso luego de un arduo camino de sacrificio y entrega parece esfumarse. Esa será la sensación y la desazón con la que tendrán que convivir varios jóvenes sanjuaninos después de un año y medio de instrucción, y que luego de que su nombramiento en la Policía de San Juan fuera rechazado. ¿La razón? Problemas en la vista que, algunos de ellos, aseguran, fueron exagerados.

C.H., de 26 años, vive en Rawson y todavía no cae en la cuenta de ver su sueño de la infancia destruido. De esos pocos sueños que uno tiene al alcance de la mano y puede cumplirlos, por el destino o la suerte. Como es obligatorio, la joven agente ingresada en 2019 presentó toda la documentación, incluida la cartilla médica, donde los estudios salieron, aparentemente bien. “Uso anteojos de descanso. Para la computadora, para ver televisión, pero no los necesito permanentemente. Puedo ver bien”, asegura.

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El miércoles finalmente llegó el día esperado: iba a ser nombrada en la Policía de San Juan. Alrededor de las 10.30 fue citada a la Dirección de Personal de la Central de Policía. Allí, junto a otros seis nuevos agentes, recibió la noticia más triste de su vida: debido a los malos resultados en los exámenes de la vista, quedó afuera de la Policía.

“Es injusto después de todo lo que pasé y tuve que gastar. Mi familia me acompañó un montón y ahora estamos tristes por todo el esfuerzo y sacrificio que hice estudiando, entrenando para los exámenes físicos por dos años para que después vengan y nos digan esto. Es muy injusto”, expresó en tono dolido.

Quien no dudó en expresar su ira también en las redes fue el mayor de sus siete hermanos, el estilista Martín Huyema, quien en su muro de Facebook con desazón escribió: “La vi llegar destruida, por todas las cosas que les hacen hacer, es lo que le gusta, le puso el pecho, días sin dormir, estudiando, haciendo cosas insólitas, no faltando nunca, estando de guardia (…) ojalá algún día esto cambie”.

No acostumbro a hcer estas cosas ... pero la verdad esto me supero .. ella es mi hna .. se recibió de la escuela de...

Publicado por Martin Huyema en Miércoles, 18 de noviembre de 2020

Otra de las nuevas agentes que también pudo ver la desazón de Huyema y sentir también como ese nuevo mundo que había planeado se venía abajo es C. M., de 27 años, quien fue rechazada por los mismos motivos. “Yo puedo ver bien. Necesito lentes, pero puedo ver bien. Estaba esperando a ser nombrada para poder comprármelos y me salen con esto. Es muy injusto después de todo lo que pasé y pasamos”, se queja indignada. Madre de un hijo de 7 años y una casa en Rawson que mantener junto a su marido de 27 años, C.M. se vio obligada a sacrificar las ayudas sociales que recibía del Estado (requisito para ingresar en la Policía) con la esperanza de que su nuevo trabajo le depararía mejores destinos. Como todo aspirante, tenía su cartilla médica la día.

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Pero las esperanzas se desvanecieron ese mismo miércoles en la mañana. “Tanto sacrificio por mi hijo saliendo de mi casa a las 6 de la mañana para volver a las 23 todos los días, pidiendo ayuda para cuidar a mi hijo, sin trabajo para poder estudiar y con la ayuda de mis padres. Yo iba contenta porque iba a ser nombrada después de tanto tiempo y no salen con esto, no puede ser tan injusto”, cuenta C. con la voz entrecortada y al borde del llanto, sólo con el recuerdo de su promedio de 8 en la Escuela de Policía que le sirve como testimonio de su incasable voluntad de ser agente de Policía.

Los arduos entrenamientos que deben pasar lo aspirantes los ponene a prueba tanto a nivel físico como psicológico. Foto: Gentileza.

S.C., de 21 años, suspira cansado. Al igual que sus dos compañeras, ese miércoles perdió las ilusiones de convertirse en Policía. “Me hice los estudios y salieron bien. No necesito usar lentes y puedo ver bien. Cuando llegué me dijeron que estaba fuera después de esperar un año para el nombramiento y salen con esto. La verdad es injusto”, dice el joven que vive con sus padres en el departamento San Martín. Luego de dos años de instrucción y haberse “recibido” en febrero con promedio 8, el joven aspirante aguardaba por su nombramiento después de días de sacrificio viajando desde ese departamento hasta la escuela en Chimbas.

Pero como en los casos de las dos mujeres, quedó todo en una anécdota de su esfuerzo y voluntad para conseguir un trabajo digno. “Tuve que renunciar a la obra social que me asistía por requisito y ahora tengo que pagar todos los estudios de forma particular. Por suerte me ayuda mi familia”, dice S.C.

¿Cuál es la solución? Según les dijeron a los jóvenes, iniciar un expediente con nuevos estudios y esperar por los resultados y sus tiempos. La otra más extrema, someterse a una cirugía y corregir lo que la cartilla sanitaria señale. “No estoy tan mal para operarme y no lo voy hacer. Estamos muy tristes con mi familia. Y aún operándome no nos dan muchas esperanzas. Tengo que seguir con mi vida, y no sé cómo voy a seguir”, comenta C.H. al ver el sueño de su infancia escapársele de las manos.

Cabrera, por su parte, apuesta más por el expediente. “Voy a hacer los exámenes de forma particular y ver qué puedo hacer, que pongan ahí que los resultados fueron exagerados y que estoy bien”, dice con algo fe.

Celeste no planea rendirse. “Esto es muy decepcionante y no puede quedar así. Hay muchos policías que usan lentes y no tienen problemas. Vamos seguir peleándola”, sostiene.

De momento, sólo queda esperar. Mientras tanto, los jóvenes agentes buscan una alternativa para seguir su día a día solo con sus diplomas como prueba de su entrega y sus uniformes, por ahora, guardados.

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