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Silvia, la sanjuanina que superó dos ACV y ahora cose vestidos y tapabocas de fiesta como terapia

Cada vez que hace un vestido o barbijo se encuentra con una nueva historia que la conmueve.

27 de agosto de 2020

En el 2018 Silvia Matamora trabajaba en una empresa de Buenos Aires como administrativa. Ahora, cose vestidos y barbijos de fiesta para cumpleañeras, novias y quinceañeras. Aunque no lo hace para mantenerse económicamente, sino porque esa actividad la ayuda a desconectarse del mundo y hacer lo que toda la vida hizo: ser feliz con la costura y sacándoles sonrisas a sus clientas con los trabajos que les hace.

La sanjuanina tuvo que cambiar su vida debido a su trombofilia por la cual tuvo dos accidentes cerebros vasculares (ACV) y tuvieron que operarla de urgencia para extraerle dos coágulos del cerebro. En ese tiempo vivía en Buenos Aires junto a su esposo y sus hijos, pero decidió renunciar a su trabajo en una empresa y venirse a vivir a su provincia natal.

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En San Juan comenzó a realizar vestidos de forma frecuente, ya que siempre la costura estuvo presente en su vida. Primero fueron trajes para academias de baile, después le pidieron vestidos personalizados de princesas y luego llegaron las novias y quinceañeras. Actualmente, a todas ellas les está haciendo un elemento extra para que usen en las celebraciones: un barbijo.

Foto: Mariano Martín / DIARIO HUARPE.

Los tapabocas empezó a hacerlos con la cuarentena. Los primeros que elaboró los donó al merendero Manitos Felices, luego los hizo para el ministerio de Salud y para algunas clínicas privadas. La voz se fue corriendo y los sanjuaninos empezaron a pedírselos personalizados. También se los solicitaron las novias, ya que es obligatorio que lo lleven al momento de dar el “Sí, quiero”. Con el correr de los días, le llegaron las solicitudes para que se los haga a las niñas que llevan los anillos en las bodas.

Detalles de los tapabocas para novias. Foto: gentileza Silvia Matamoro.

“Esto lo hago como terapia para mantenerme activa. Ahora me piden mucho las novias, siempre los quieren con piedras, perlas o strass”, cuenta a DIARIO HUARPE.

El precio de estos barbijos de fiesta depende del modelo y las telas –suele usar raso o creep-, pero varía entre los $300 y los $600. Todos tienen cuatro capas de tela, son anatómicos y se hacen a medida para que marquen el rostro y destaquen las facciones.

Silvia cose barbijos para novias con perlas o strass. Foto: Mariano Martín / DIARIO HUARPE.

Hasta el momento hizo tres para novia y dos para niñas que llevaron los anillos. Ahora está preparando otros dos a quienes les está haciendo el vestuario completo para el día de su boda.

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Cada vez que hace un vestido o barbijo se encuentra con una nueva historia. “A ellas les pincharon el globo”, dice. Entre los relatos que escuchó está el de una pareja que planeaba hace dos años un casamiento con cientos de invitados y tenía fecha para marzo del 2020, se pospuso debido a la pandemia y ahora no saben cuándo van a tener su fiesta. También está el de una quinceañera de Jáchal a quien Silvia le hizo el vestido y aún no se lo puede entregar. "Conversé con ella y me dijo que se quedaron con toda la fiesta preparada, ya no la van a hacer, pero el vestido lo quiere para guardar de recuerdo", contó.

"Las historias me conmueven muchísimo, para mí esto es como una terapia", cuenta.

Silvia usa la costura como terapia. Foto: Mariano Martín / DIARIO HUARPE.

Puntadas que marcaron la historia de Silvia

En los dos años que Silvia lleva dedicándose a los vestidos se cruzó con dos historias que la marcaron. Entre ella está la de Aixa Araujo, una mujer con cáncer a quien le hizo el vestido de novia, y la de Sofía Lucero, una niña de 5 años cuya mamá falleció cuando ella era una bebé, así que su abuela le encarga a Silvia vestidos de princesas para que su nieta disfrute sus cumpleaños.

A Aixa la conoció debido a una  campaña que hicieron sus familiares por Facebook en la que pedían un vestido de novia para que usara esta mujer de 26 años que tenía cáncer. “No lo podían pagar así que me ofrecí a regalárselo”, dice Silvia.

En ese tiempo, fines de febrero del 2019, la mujer estaba en cama y sedada por la medicación por lo que no podían levantarla para tomarle las medidas. Lo hicieron con una cinta cuando estaba acostada y un día a las 18 se las pasaron, a las 19 la modista salió a comprar las telas y a las 20 ya estaba en su casa cosiendo. Cosió, cosió y cosió durante gran parte de la noche y al día siguiente a las 10 el vestido ya estaba listo.

“A Aixa la llevaron a la casa en la que la iba a vestir y en la que iba a casarse horas más tarde, pero ella no sabía nada. Lo único que hacía era mirar un bulto que había en el sofá que era el vestido que había envuelto, cuando lo destapamos se quedó muda”, recuerda. La vistieron y la pusieron frente a un espejo para que se viera, esa imagen que ella vio de sí misma fue una “inyección de vida”. Así la describe Silvia que estuvo presente y pudo notar que empezó a moverse, tocarse la cara y arreglarse. “Me cumpliste el sueño de toda mi vida”, le dijo a Silvia, luego la abrazó.

Aixa, la joven con cáncer a quien Silvia le hizo el vestido para que se case cuando transitaba la enfermedad. Foto: gentileza Silvia Matamoro.

La otra historia que la conmueve siempre que la cuenta es la de Sofía, una niña cuya mamá falleció a los tres días de haber nacido. Su abuela Fany Lucero se comprometió a cumplirle todos los sueños que su madre tenía con ella, entre ellos están los cumpleaños de princesas. Así fue que llegaron a Silvia para que le hiciera un vestido de Cenicienta con el que todos los que asistieron al cumpleaños quedaron maravillados.

Sofía posando junto a su abuela Fany Lucero con el vestido que le confeccionó Silvia. Foto: gentileza Silvia Matamoro.

“La abuela se las ingenia para que la madre de Sofía siempre esté presente. Para sus cumpleaños le hacen videos con fotomontajes para que aparezca la cara de la mamá y hasta gigantografías”, cuenta Silvia.

“Esas dos historias fueron las que más me emocionaron, aunque conozco tantas haciendo los vestidos y tapabocas, es hermoso”, cierra.

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