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Starc: Me decían que era como el guitarrista de Los Panchos pero con amplificadores Marshall
POR REDACCIÓN
30 de octubre de 2019
Aunque históricamente se lo ligó a un estilo de rock duro, al punto de haberse ganado el apodo de bola de ruido por su gusto por la distorsión, el histórico guitarrista Héctor Starc aceptó que le gusta la potencia y la energía en las interpretaciones, aunque remarcó que sólo tienen valor si hay una buena canción que lo justifique. El rock de 'oye nena, ven sube a mi cadillac, nena' no me convence. Me gusta la potencia del rock pero tiene que haber algo de música. Eso es lo que me gusta de Pescado Rabioso o de muchas cosas de Charly. Por algo, Rinaldo Rafanelli siempre me decía que yo era el guitarrista de Los Panchos pero con amplificadores Marshall, explicó a Télam el ex integrante de Aquelarre y Tantor, entre otras legendarias bandas del rock argentino. Starc hizo estas declaraciones en medio de la preparación de su presentación del próximo viernes 8 de noviembre, a las 20, en la Sala Argentina del Centro Cultural Néstor Kirchner (CCK), en la que repasará su trayectoria. En la ocasión, el músico interpretará los temas de su único disco como solista, que lleva su nombre y fue editado en 2013, junto a una banda integrada por el bajista Gustavo Ciardi; el bajista Machy Madco Lococo y el guitarrista Javier Fernández Quintero. Pero además, ofrecerá un set acústico junto a su ex compañero de Aquelarre Emilio del Guercio y su hija María Starc, en voz, con canciones de esa popular agrupación; y reunirá las dos formaciones de Tantor, a partir de la presencia de los bajistas Machi Rufino y Marcelo Torres; el baterista Rodolfo García y los tecladistas Leo Sujatovich y Babú Cerviño. Hace años que ando con un problema en los dedos de la mano izquierda, así que vengo amenazando que no voy a tocar más, porque a veces me frustra un poco. Pero cíclicamente me dan ganas de hacer algo, confesó el músico, que era parte del elenco estable que solía zapar en la mítica La Cueva, en los inicios del rock, y fue compañero de aventuras de Luis Alberto Spinetta, Pappo, David Lebón y Charly García, entre otros. T: ¿Aborda estos shows como un ejercicio nostálgico o es de los que dicen que mañana es mejor? HS: En ese sentido, yo soy todo lo contrario a lo que planteaba Luis. Yo colecciono objetos. A mí no me interesan los discos de Spinetta, por ejemplo, sino que me interesan las guitarras con las que grabó sus discos, que tengo varias. Soy bastante nostálgico. Cuando Luis veía mis guitarras me decía que no podría tocar ninguna de ellas porque tienen el alma de sus dueños originales. A mí eso es lo que me gusta. Me encantaría que los instrumentos me contaran su historia. Tal vez tengo una visión un poco derrotista, pero en 69 años descubrí que las cosas siempre empeoran. T: Supongo que no debe tener un buen concepto sobre la actualidad del rock. HS: A veces veo cosas por internet y encuentro excelentes músicos, pero no hay grandes autores, por eso no hay canciones. La tecnología y el exceso de información mató la creatividad. Si nosotros nos juntáramos a ensayar muchas horas, sonaríamos bien; la cuestión es cuando nos planteémos qué canción tocar. También reconozco que yo estoy esperando al compositor que me guste a mí, pero tal vez el pibe de 17 años ya lo encontró. Yo intenté por todos los medios pasar las barreras generacionales, pero no lo logré. Incluso me amigué con el folclore hace poco porque para mí era la música que escuchaban los viejos. Pero bueno, es lógico. ¡Es como si yo hubiera pretendido que a mi abuela le gustara Satisfaction! T: ¿Por qué tantos músicos de su generación tardaron tanto en editar trabajos solistas? HS: Nosotros éramos conjunteros. Uno se juntaba a tocar con los amigos del barrio. A mí lo que me pasó es que nunca viví de la música, nunca me dediqué, porque siento que no tengo el talento suficiente como para ser solista. Podría haber sido el guitarrista de, pero no me interesa ese trabajo. Por eso siempre viví de mi empresa de alquiler de equipos de sonido. Pero tenía algunos temas hechos y, como viajo siempre en subte, veía que el que toca la quena tenía dos CD's para vender; o que el que tocaba el arpa tenía CD's para vender. Entonces me dije: No puede ser que el único boludo que no tiene CD soy yo. Ahí empezó el proceso de buscar compañía, porque con 60 años no me iba a poner a vender mis discos por internet. Costó pero apareció Aqua Records. Lo que me hinchó fue la falta de respeto de las compañías. Todos esos directivos están ahí porque nosotros empezamos todo. Eso me dio mucha bronca.
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