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Cultura y Espectáculos > UN GAUCHITO GIL (CON FOTO)

Una narración alternativa y actual del "antihéroe" en "Un Gauchito Gil"

POR REDACCIÓN

05 de noviembre de 2019
"Un Gauchito Gil", de Joaquín Pedretti que se estrena este jueves, cuenta con una estética de "realismo simbólico" l,a vida de un desmitificado Gauchito Gil, ajeno a las grandes pompas de los ídolos populares y con problemáticas actuales. Para el director, luego de una visita al santuario de Antonio Gil para una celebración, se le hizo "muy evidente la necesidad del 'Cristo tercermundista'" y asumió que "esto no lo podía retratar en un documental" por lo que decidió "hacer una película que revele el nacimiento y la necesidad de ese mito". Así, un trabajador rural con rasgos del mítico Gauchito se adentra a los Esteros del Yverá para buscar a un niño que se le perdió en un accidente, viaje en el cual lo lugareños lo confunden con el venerado gaucho, a medida que el personaje va sufriendo la mutación. Mientras el héroe del filme se adentra en la maleza y el agua, un patrón de estancia que lo acusa de ladrón lo persigue con la promesa de matarlo en cuanto lo encuentre. "Hay ciertos rasgos que determinan su actualidad y popularidad: no era un héroe de Marvel, era un tipo a caballo, un disidente que no quiso ser parte de una guerra ni de ningún partido de 'la grieta' provincial, nacional ni de 'la triple alianza'", comentó Pedretti, quien sostuvo que "por esa razón y por respeto a sus creyentes" no realizó hacer "la historia oficial de Antonio Gil". T: ¿Por qué pensaste en contar esta historia con un género que definiste "realismo simbólico? JP: No sé si el realismo simbólico sea un género, ni sé si lo acabo de inventar, pero esas dos palabras resumen de alguna forma eso que quise transmitir. Yo creo que en el fondo todo es simbólico, solo que a veces no vemos los símbolos porque estamos atiborrados de imágenes y sonidos, o porque nos da tanto miedo verles que preferimos refugiarnos en la tele o en los celulares. Toda esta película se desarrolla desde una narrativa simbólica, porque así es como cuenta las cosas la gente del Yverá. T: ¿Qué recursos tiene este "género" para contar esta historia? JP: Además del imaginario del estero, esta película bebe de otras narrativas simbólicas como la que se lee en el i-ching o en el "Libro Tibetano de los Muertos". Cuando reescribimos esta peli yo estaba estudiando esos libros y me di cuenta de que la estructura narrativa (simbólica) era bastante parecida a la guaranítica, nada más que su escritura, lenguaje o alfabeto estaba mucho más desarrollado, y entonces tuve que hacerme valer de sus símbolos para estructurarnos. El cine tiene la posibilidad de atravesar las fronteras de los lenguajes y del tiempo y de hacer real algo por irreal que fuera, y a mí eso me fascina desde chico. T: ¿Cómo fue el rodaje en medio de la naturaleza? JP: ¡Hermoso y jodido a la vez! El Yverá fue para mí un antes y un después, al punto de que lo poco que tenía lo invertí en un terrenito para ir a vivir ahí con mi familia. Es un lugar muy particular, donde la flora se está moviendo todo el tiempo con el agua, generando islas que flotan y provocan nuevos paisajes; donde no tenés nada asegurado: una mañana puede caer una lluvia torrencial y a las dos horas tenés un sol que quema todo. Recorrí mucho el estero para encontrar lugares que fueran idóneos para la realización de la obra. La ventaja fue que casi todo el equipo era del nordeste y eso marcó una gran diferencia, porque conocían el espacio, sabían cómo moverse en él y leerlo; respetar sus tiempos y los tiempos de la gente nativa que, obviamente, no son los de la ciudad. Gracias al equipo esta película pudo ser como es.
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