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Sociedad > Diario de viaje

Malvinas, las islas de los recuerdos

Gonzálo Medina, enviado especial de este diario, participó de un viaje a las islas. Fue junto a 13 excombatientes y familiares de los caídos. Las postales que dejó la travesía.

POR REDACCIÓN

02 de abril de 2019

Texto y fotos Gonzalo Medina 

El 6 de marzo 2019 salió desde San Juan con destino las Islas Malvinas un grupo de 24 personas, entre los que se contaba a dos familiares directos de caídos en el conflicto armado y 13 excombatientes entre los que se encontraba Juan Mercado, oriundo de Casuarinas, 25 de Mayo y Nicolás Alborno, hincha de Desamparados.

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En el grupo viajaban un escritor, un romántico, un fanático de los cielos, un gruñón; algunos tímidos y otros extrovertidos. Es que estos hijos de esta tierra cuyana del sol, el vino y la semita estuvieron en el conflicto que se desarrolló en 1982 y a través del Gobierno de la Provincia pudieron reencontrarse luego de 37 años con ese lugar que no es simplemente la conjunción de los cuatro elementos: agua, tierra, aire y fuego.

Es mucho más; es viento, turba malvinense, frío, humedad y un contexto poco conocido para personas del centro-oeste de la Argentina.

La isla, aparte de ser un lugar inhóspito, es un territorio que cristaliza emociones, pensamientos, conclusiones por la guerra que se desarrolló allí y, sobre todo, porque es el sitio donde combatieron por la Patria estos valientes sanjuaninos y que prefieren que no los definan como héroes. Como dice Nicolás Alborno, quien resalta que “héroes son los que quedaron en combate”.

Oscar Nicolás Alborno era cabo en Comisión del Regimiento 4 de la Compañía C de Monte Caseros, Corrientes. Estuvo en el ala Norte del monte Dos Hermanas, liderando un grupo de valientes correntinos que tenían por misión no dejar pasar el enemigo a Puerto Argentino.

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A 37 años de aquel hecho, Nicolás llevó a la delegación al monte Dos Hermanas donde su corazón, como una especie de GPS, lo situó en el mismo lugar donde estuvo con sus apenas 20 años de edad. Dos Hermanas le debe su nombre al parecido a una silla de montar.

Alborno contó que hace casi 4 décadas en ese mismo monte, él juró de pie “honor, Patria o muerte”, hoy junto al grupo que los acompañó en este viaje de reencuentro renovó su juramente y aseguró conteniendo las lágrimas: “honor, Patria y familia”.

A medida que recorren las islas los excombatientes van  recordando momentos del combate, esta narración encuentra su correlato en los elementos que han quedado diseminados en la árida y fría tierra malvinense.

Allí se encuentran cañones 105; cocinas del Batallón 5; botas; restos de algunos utensilios de combate y hasta cuevas de zorros. Todo en una sutil convivencia de un paisaje de turba Malvinense, viento constante, gansos, ovejas, frío, casitas pintorescas y el inmutable rostro de los isleños. Es que este extraño coqueteo no hace más que traer recuerdos para todos aquellos que estuvieron en el conflicto.

Dardo Gómez, un excombatiente contó que él patrullaba de Monte Longdon a Tumbledown, y que combatió el desde el día 13 al 14 de junio contra el Regimiento de Paracaidistas 3. “Fue una lucha intensa llegando al enfrentamiento cuerpo a cuerpo”.

El hombre contó que durante esas horas de combate descarnado, él disparaba con el Fal. En un momento se le terminaron las municiones, entonces sacó la 9 milímetros y cuando se le acabaron las balas le terminó tirando la pistola a los enemigos.

Por su parte, Juan Mercado contó que navegaba en el ARA Alférez Sobral un barco que estuvo en la Segunda Guerra Mundial. Mercado lo describió como un barco pequeño con respectos a los otros barcos de la Armada argentina y británica.

Dijo que se conocían todos los tripulantes por lo que hizo más dolorosa la situación cuando los torpedearon y perdiendo a sus camadas. El Sobral quedó fuera de servicio debido a ese ataque, Juan y sus compañeros vieron cuando se venían los torpedos y creyeron que era luces de bengalas de unos pilotos que estaban buscando. Nunca se imaginaron que eran misiles tirados por un helicóptero británico.

El dolor de los familiares

Mientras los soldados se ven invadidos por los recuerdos a cada paso, los familiares de los caídos sólo pueden llorar a los que no están. En esos momentos de pena más de uno recordó la letra de la marcha de Malvinas.

“Tras su manto de neblinas, no las hemos de olvidar. Las Malvinas argentinas, clama el viento y ruge el mar. Ni de aquellos horizontes nuestra enseña han de arrancar, pues su blanco está en los montes y en su azul se tiñe el mar”.

Anahí Moreno perdió a su papá en el hundimiento del Belgrano, como su cuerpo descansa en el mar esta joven nunca podrá dejar una flor en su tumba. Iris Montaño, en cambio, perdió a su hermano que se encuentra en el Cementerio de Darwin.

Las islas son esto, recuerdos de guerra anécdotas en primera persona, lágrimas y hasta un bello paisaje que llegado el 2 de abril adquiere más protagonismo y que luego con el devenir de los días se va diluyendo.

Pero esto no puede ser un tema en extinción, las islas tienen importancia desde lo económico, político y simbólico. En las islas combatieron y perdieron la vida muchos argentinos y nuestros sanjuaninos estuvieron ahí, muy lejos de casa y en estos días pudieron rencontrarse con esas vivencias para sanar heridas del alma, encontrar respuestas a preguntas inconclusas o rendir homenaje.

Los excombatientes son nuestros héroes, aunque a ellos no les guste ser nombrados así. Ellos son esa historia que necesitamos que siempre esté presenten para poder entender, sanar y luego proyectar y construirnos como una gran nación.

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