Alarma por el consumo de pastillas para dormir entre los jóvenes
En la Argentina, 5 millones de personas toman esta clase de píldoras y el promedio en edad de quienes las adquieren es de 30 años. Los especialista advierten sobre su abuso. El exceso de actividades, los altos niveles de ansiedad y el acelere que esta combinación provoca podrían ser los causantes de esta (grave) tendencia que
POR REDACCIÓN
En la Argentina, 5 millones de personas toman esta clase de píldoras y el promedio en edad de quienes las adquieren es de 30 años. Los especialista advierten sobre su abuso.
El exceso de actividades, los altos niveles de ansiedad y el acelere que esta combinación provoca podrían ser los causantes de esta (grave) tendencia que deriva, generalmente, en una dependencia física y psicológica de esta clase de píldoras.
Además, el abuso suele provcar el efecto contrario y que aparezcan más nervios y más insomnio. Esto sucede ya que, por un lado, generan adicción con el tiempo, porque pueden aumentar los accidentes domésticos en los adultos mayores y porque suelen tapar o empeorar otras patologías y síntomas.
Son muchos los neurólogos, psicoanalistas y especialistas que sostienen que las píldoras para dormir aparecen como una solución mágica pero terminan sin solucionar el problema, agravando el trastorno y generando una dependencia con los psicofármacos.
Pero cada vez son más jóvenes las personas que recurren a este tipo de pastillas para dormir y, además, es notable como se disparó el consumo de estas píldoras. El año pasado se prescribieron en el país 3 millones de recetas de medicamentos para dormir: un 22% más que hace 5 años, según registros del Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos (SAFYB). Por año se venden 28 millones de unidades, lo que equivale a una facturación de unos 1.120 millones de pesos anuales.
El dato más alarmante es que 5 millones de argentinos consumen regularmente medicamentos para dormir, ya sea recetados o de venta libre.
“Es evidente que hay un uso abusivo de las benzodiacepinas, las marcas más conocidas son Valium y Alplax, y sus derivados, que son las píldoras más recetadas para dormir. El problema es que con el tiempo generan adicción, por eso los protocolos recomiendan no superar los tres meses de uso. Sin embargo, todos sabemos que hay mucha gente que las toma durante años”, afirmó Daniel Cardinali, investigador del Conicet y director de Investigación de la Facultad de Ciencias Médicas de la UCA. “La melatonina, en cambio, no tiene ese problema pero como tiene un efecto hipnótico más suave, que profundiza el sueño y mejora la calidad de la vigilia a lo largo de los días, no coincide con las expectativas de mucha gente. Hablo de quienes buscan algo que los deje secos en minutos”, agregó.
“Uno de los riesgos es que, con el tiempo, aparezca la dependencia física. Un día la persona dice ‘las dejo’ pero la falta del fármaco genera un insomnio de rebote grave con mucho nerviosismo y termina convirtiéndose en la profecía autocumplida: si no las tomo no duermo y si las dejo, tampoco. Entonces no las dejo”, indicó María Celia Daraio, neuróloga de la Fundación Favaloro y del Instituto Somnos.“Los ansiolíticos terminan siendo, entonces, una causa frecuente de insomnio. Y como muchos las toman sin indicación médica y también intentan dejarlas sin supervisión médica, fracasan. Si el descenso no es progresivo, el insomnio vuelve.
Además, a la larga, producen trastornos de memoria, aumentan el riesgo de caídas y estados confusionales en los mayores y, al poco tiempo de uso, producen tolerancia. Es decir, obligan a aumentar las dosis y el sueño se vuelve cada vez más fragmentado”, señaló la especialista.
Otro problema habitual es que las píldoras terminen encubriendo otras patologías . “El ejemplo más claro es el de las apneas del sueño. Cuando alguien tiene apneas y se le receta un hipnótico para que descanse, las apneas empeoran”, indicó Daniel Pérez Chada, director de la Clínica del Sueño del Hospital Austral. “Sucede que la apnea del sueño se caracteriza por pausas en la respiración producto de la relajación de los músculos de la garganta que sostienen otros tejidos. Los hipnóticos, a su vez, tienen un efecto miorrelajante. Entonces, esos músculos, que son proclives a tener poca fuerza, se relajan más y las apneas aumentan”.
Los especialistas coinciden en que los médicos de atención primaria no tienen suficiente formación para diagnosticar trastornos del sueño. Para eso, la Unidad de Medicina del Sueño de la Fundación Favaloro publicó información en su web para que otros médicos puedan atender correctamente los trastornos del sueño.
Dormir y descansar tiene poco que ver con caer mágicamente en la cama. Y que la lógica de empastillarse está lejos de la búsqueda de un sueño saludable.
Infobae