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Policiales > Así lo atraparon

Las escuchas telefónicas que delataron el paradero del represor Jorge Olivera

La búsqueda de un teléfono y el consejo a un hijo ubicaron al prófugo en la casa de un ex mujer, donde fue detenido, escondido en el baúl de un auto.

POR REDACCIÓN

02 de febrero de 2017

La detención del ex represor Jorge Olivera, condenado a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad, ocurrió este pasado lunes lunes en la casa de su ex esposa en San Isidro después de tres años y medio prófugo. Dos escuchas telefónicas fueron las que pusieron fin a la fuga de Olivera.

La primera, el viernes pasado, alertó a los investigadores, cuando Marta Ravasi buscaba un teléfono inalámbrico. La segunda, este lunes, terminó de convencer a las autoridades que Olivera se escondía en esa casa, informaron a Infobae fuentes de la investigación.

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La semana pasada los investigadores estaban tras una pista en San Luis. Hasta esa provincia habían llegado los oficiales de la División Operación del Departamento de Seguridad de Estado de la Policía Federal por el vínculo entre Olivera y los integrantes de una iglesia.

Pero todo cambió el viernes. Ravasi, la ex mujer del represor, tomó su celular y marcó el número de su propia casa. La mujer digo: “Jorge, ¿viste el teléfono?”. Los investigadores creen que buscaba un teléfono inalámbrico. Quienes tienen esa clase de teléfono suelen olvidarse donde lo dejaron y se llaman para saber donde está.

Había un detalle: la intervención de un teléfono se activa desde el momento que se marca y no cuando atiende la otra persona.

La pregunta que surgió fue quién era ese Jorge. Los investigadores sabían que Olivera no era el único Jorge porque así se llaman uno de sus hijos y un amigo. Pero los homónimos estaban ubicados en otros lugares y no en la casa de la ex mujer del represor.

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Ese llamado encendió las alertas. Los oficiales de la Policía Federal que estaban en San Luis recibieron la orden del fiscal de trasladarse a Buenos Aires para hacer tareas de inteligencia sobre el domicilio de San Isidro.

El lunes hubo otra escucha clave. Y fue la definitiva.

Uno de los hijos llamó a su madre. Le dijo que tenía que ir hasta un country pero que no sabía cómo llegar. “Decile que lo google”, se escuchó una voz masculina de fondo.

¿Esa voz era la de Olivera? La sospecha era que sí porque durante el fin de semana la casa estuvo vigilada y no se detectó ningún movimiento extraño.

La situación presentada dos escenarios, cuentan ahora los investigadores. Allanar la vivienda y que no estuviese Olivera. Eso implica poner en alerta a él y a todo su entorno. El segundo era ingresar al lugar para despejar esa incógnita porque todo hacía suponer que el represor se escondía allí.

El fiscal Picardi se inclinó por la segunda opción y pidió el allanamiento que fue autorizado por el juez Claudio Bonadio.

Los oficiales ingresaron a la casa y encontraron la cama matrimonial utilizada de ambos lados y ropa de hombre en el lugar. Revisaron toda la vivienda y encontraron a Olivera. Estaba escondido en el baúl del auto en el garaje. Así, terminaban los tres años y medio de prófugo de Olivera.

El represor estaba hasta ayer alojado en la alcaldía del Palacio de Tribunales y fue puesto a disposición del Tribunal Oral de San Juan.

Fuente: Infobae

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