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Sociedad > Para entender qué pasó

Cómo encontraron los restos del ARA San Juan en el fondo del mar

En los videos se puede ver la inmensidad del daño en el que se observa que el casco resistente perdió 19 metros producto de la presión del agua. 

POR REDACCIÓN

28 de abril de 2019

Con un especialista que les fue explicando cada imagen, durante la semana que pasó los familiares de los marinos del ARA San Juan vieron un video grabado en el fondo del mar en donde se encuentra la nave que se hundió el 15 de noviembre de 2017. En el video se puede ver el nivel de año que sufriera la nave en la que viajaban los sanjuaninos Renzo David Martín Silva, Cayetano VargasRicardo y Gabriel Alfaro.  

En el video publicado por Infobae se escucha una voz en off que el 24 de abril pasado le explicó a los familiares de los 44 tripulantes del submarino ARA San Juan lo que iban viendo en las pantallas de video desde distintos puntos del país es la del capitán de navío Gabriel Attis, jefe de la Base Naval de Mar del Plata.

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El oficial Attis y la jueza federal de Caleta Olivia, Marta Yañez, junto a técnicos y especialistas de la Policía Federal Argentina estaban en una sala especialmente acondicionada en el Consejo de la Magistratura ubicado en la calle Libertad 731 de Capital Federal.

Desde allí, y por video conferencia, se trasmitió el material a los 17 puntos del país habilitados para la ocasión, por lo general, juzgados federales. La jueza comenzó la trasmisión recordando que ningún doliente podía llevar consigo elementos electrónicos para evitar filtraciones. También prohibió que realizaran preguntas.

Las palabras del oficial suenan firmes. El tono es seguro. Es indudable que, antes de exponer el trabajo, Attis observó una y cien veces los restos del navío hallado -a 907 metros de profundidad y a unos 500 kilómetros del Golfo San Jorge, a la altura de Comodoro Rivadavia-, por el buque noruego Seabed Constructor, perteneciente a la empresa Ocean Infinity.

Más adelante, el Comandante del Área Naval Atlántica, detallará que la reducción de casi 20 metros del "casco resistente", es decir la parte interna – la externa es la denominada "chapa marina"- se debe a la contundencia del siniestro, la probable implosión y los efectos de la presión del agua a tanta profundidad.

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Attis, a pedido de la jueza Marta Yañez, fue el encargado de estudiar, junto a un grupo de expertos, las imágenes que se revelan.

Sin dudas, el momento de mayor tensión que se vivió fue cuando la voz de Attis describe la ubicación y los detalles de uno de los uniformes de gala fotografiado y filmado por el ROV, el robot o vehículo submarino operado de forma remota desde el buque Seabed Constructor. Por consideración hacia las familias, sólo se publica aquí el audio de la explicación de Attis.

"Esta prenda no es un overol -dice Attis-, esta prenda corresponde a un saco de gala del uniforme naval. Lo que vemos aquí son los galones de la manga correspondientes a un Capitán de Corbeta. Lo que se mostró recién en primer plano es uno de los botones dorados del uniforme de gala" .

En el submarino ARA San Juan había un solo Capitán de Corbeta: era el segundo comandante de a bordo, Jorge Ignacio Bergallo.

El oficial era hijo de Jorge Bergallo, quien también navegó –pero en otra época- en el submarino siniestrado, fue comandante de la Fragata Libertad, e integra la comisión oficial de investigación designada por el ministerio de Defensa, a cargo de Oscar Aguad.

Bergallo padre no estuvo presente cuando se emitió la conferencia con los familiares. Lo pudo ver al día siguiente en el microcine del Departamento Central de la Policía Federal Argentina junto a los integrantes de la Comisión Bicameral parlamentaria, y de la investigadora que él mismo integra. Cuando Attis identificó la chaqueta de su hijo en primer plano, el marino lloró. 

La fuerza de esa imagen fue de muchísima sensibilidad, y no solo para la familia Bergallo, sino para todos los familiares: era la primera prenda u objeto personal identificado de uno de los 44 miembros, 43 varones y una mujer, de la Armada Argentina que habían desaparecido, junto al buque, el 15 de noviembre de 2017.

Poco después de ese momento tan emotivo, en la grabación se escucha claramente cuando la jueza Yañez, después de hablar en voz baja con un colaborador, se ríe.

"La jueza se olvidó de cerrar el micrófono y se escucharon sus risas. No entiendo de qué se reían. Me dio mucha bronca e impotencia. Parecía que nos estaban cargando". El que así manifestaba su molestia ante Infobae era Miguel Tacónas, el hermano del submarinista suboficial principal Mario Tacónas, que presenció la transmisión en el juzgado federal de Viedma. La molestia de Miguel fue compartida por otros dolientes que prefirieron no ser mencionados.

Durante su extensa exposición, Attis, que fue solicitado a la Armada Argentina para que colaborase en la parte técnica e identificación de las imágenes, les explicó a los atentos familiares que "el submarino tiene dos partes fundamentales que son su casco resistente, y la libre circulación, que siempre está en contacto con agua de mar; la libre circulación de proa, donde pasan los tubos lanzatorpedos; y la libre circulación de popa".

En los videos también se notan desprendimientos de las partes metálicas del submarino repartidas en una superficie de 60 por 60 metros. Es decir unos 360 metros cuadrados. Una extensión relativamente acotada según entienden los expertos.

Attis también señaló que en una de las imágenes se observan algunos pliegues del casco resistente y parte de chapa marina del exterior del submarino. Los seres queridos de los 44 tripulantes escuchaban las explicaciones en el más absoluto silencio.Al internarse en las imágenes profundas, el oficial les remarcó que "la magnitud" de los efectos de la presión y probable implosión fue tal, que "el casco resistente tiene en su diseño original 51 metros y el casco resistente que estamos viendo ahora a través de los vídeos del ROV, mide 32 metros". Es decir 19 metros menos.

Una de las certezas es que el submarino ARA San Juan no fue hundido por una fuerza marina extranjera, como de forma temeraria y mal intencionada se hizo circular, señalando, sin prueba alguna, que los británicos habían lanzado un misil contra el buque de guerra argentino.

La segunda es la posición donde se lo encontró: en aguas internacionales de libre circulación, lejos de las Islas Malvinas y rumbo a la Base Naval Mar del Plata, tal como se le había ordenado después de comunicar el principio de incendio que tuvo en el sector de baterías por el ingreso de agua salada en el compartimento de baterías a través del sistema Snorkel como consecuencia del mal tiempo y un oleaje de entre 4 y siete metros de altura.

El informe de La Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, conocida por sus siglas en inglés CTBTO, dice que el 15 de noviembre de 2017 se registró una señal fuerte, -0,33 segundos- después del impulso inicial, que nunca pudieron determinar a qué se debió.

Eso que pasó casi como anecdótico, ahora podría cobrar otro sentido luego de haberse visto las imágenes ya que se pudo observar que el casco resistente está en una pieza, pero que las deformaciones en el sector de proa son muy diferentes a la del sector de popa, lo cual introdujo entre los especialistas e investigadores la duda si hubo dos implosiones diferentes.

Esto podría deberse al hecho de que el casco resistente estuviera compartimentado en dos, debido a que su puerta oval se econtrara cerrada. Ello podría explicar que haya habido dos implosiones consecutivas que afectaron a sectores diferentes, una en proa y otra en popa.

De ser así, cambiaría la hipótesis que sostiene el ministerio de Defensa en cuanto a que una explosión interna habría incapacitado a toda la tripulación y, por lo tanto, nadie pudo accionar ningún elemento de emergencia mientras el submarino perdía plano y se dirigía hacia el fondo del mar.

En caso de comprobarse que la puerta estaba cerrada, eso indicaría que la tripulación tuvo tiempo de hacer esa maniobra y que eran totalmente conscientes de que se encontraban en una situación de extrema emergencia casi sin posibilidades de salir de ella con éxito. No solo sería indicio de que la tripulación estuvo al tanto por varios minutos de que se avecinaba la implosión y de sus fatales consecuencias, sino que habrían accionado todos los mecanismos de emergencia de que disponía el submarino y que éstos habrían fallado de algún modo; a saber: soltar la radiobaliza, soplar los tanques de lastre, liberar combustible y aceite o incluso enviar al exterior prendas de vestir y ropa de cama.

 

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