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Cómo viven los sanjuaninos a los que un terremoto los cambió para siempre
Por Daniela Jácamo
Eran las 23,46 del lunes 18 de enero de 2021 cuando un terremoto de magnitud de 6.4 en escala de Richter destrozó parte de San Juan. Este fuerte temblor y sus réplicas causaron daños graves en alrededor de 3.000 viviendas y causó daños menores en otras 30.000.
Este fenómeno cambió la vida de miles de personas que vieron reflejadas sus historias en las páginas de este diario. Ahora, a un año de este fenómeno ésta nota relata los cambios en las vidas de algunos de los protagonistas.
Un nuevo comienzo
El 22 de enero del año pasado, cuatro días después del terremoto, DIARIO HUARPE publicó en su tapa una foto de una joven que señalaba la gran grieta que atravesaba la casa de Julia Zulema Chena en Pedernal. Ese día fue Valentina Aguilera (nieta de Julia), que ahora tiene 13 años, quien señalaba el daño en esa vivienda que supo albergar a la familia durante décadas.
Un año después resulta difícil reconocer el lugar. Es que ya nada queda de la casa de adobe que estaba abatida a causa de los remezones. En su lugar se erige una vivienda de block con cerramientos provisorios.
Al entrar a la casa de doña Julia, como todos le dicen, se puede ver una vivienda recién hecha, aun sin las puertas de los dormitorios. Griselda, una de las hijas, muestra orgullosa la casa que fueron construyendo de a poco.
"Desde el Gobierno nos dieron solo algunos materiales, el resto lo fuimos poniendo nosotros y además recibimos muchas donaciones de materiales y hasta trabajo. Aún estamos pagando algunas cosas, pero la casa ya está en pie", asegura Griselda, mientras plancha en la cocina de su nueva casa.
En eso entra Griselda, la jovencita que supo ser la tapa del año pasado, ante la propuesta de repetir la toma la chica acepta feliz. "Ahora estamos muy bien", aseguró la adolescente que también ayudó como pudo a poner en pie la casa familiar.
Después de las fotos de rigor dentro de la casa, bastó con caminar unos pocos metros para llegar a la vivienda de uno de los sobrinos de Griselda. Se trata de Gastón Gómez, el año pasado este joven fue fotografiado en medio de un cañizo improvisado con su hija recién nacida en brazos. Tras un año el panorama era totalmente diferente. Del cañizo no quedaba nada y en su lugar había una casa de cemento que forma parte de los módulos habitacionales que entregó el Gobierno.
Este día nadie llora en el patio de la casa. Claudia Salinas, la esposa de Gastón, juega con sus hijas mientras su esposo alimenta a los animales. Los cuatro posaron para la foto, se los ve felices mientras hablan de sus proyectos de ampliar la casa para hacerle otra habitación para una de las nenas.
"Este primer aniversario nos encuentra muy bien, felices de la vida. Cuando tiembla nos da miedo, no solo a mí, sino a las nenas", aseguró la joven mamá quien contó que les dieron la casa en septiembre del año pasado y se vieron obligados a pasar el invierno bajo un cañizo.
"Fue muy duro", aseguró la chica al borde del llanto y concluyó diciendo: "Estoy agradecida de tener mi casa y para mis hijas. Se puede volver a empezar todo en esta vida, se puede volver a empezar".
Si de resiliencia se trata
Tras el sismo del año pasado una de las zonas más afectadas fueron los asentamientos ubicados en La Bebida en Rivadavia. En el asentamiento Pellegrini estaba Zoe, una pequeña de seis años que estaba cargando tierra con una palita para ayudar a construir su nueva casa.
La niña estaba ayudando a trabajar junto a su tío Mario y cargaba su pala lo mejor que podía. El objetivo era llevar la tierra hasta la vivienda para comenzar a hacer los adobes con los que harían la nueva casa.
Un año después la niña, su madre y sus hermanos ya están instalados en su casa de dos habitaciones de adobe, construida al lado de un añoso árbol que les da sombra. Al ver llegar a este equipo de prensa, Zoe sonrió segura de que venían a buscarla para hacer otra nota. Contó que está bien y que aprovecha sus vacaciones para jugar mucho, al tiempo que dijo que recuerda ese día como algo "triste".
A su lado está Alejandra Baraona, referente de la comunidad de los asentamientos. La mujer contó que a un año del terremoto el balance es positivo. "La gente en poco tiempo pudo levantarse y a Dios, gracias", aseguró y agregó que todos construyeron viviendas provisorias a la espera de que les entreguen sus nuevas viviendas que estarán en un barrio cercano.
"Somos gente que hemos vivido no solo el terremoto, sino también inundaciones", recordó Alejandra, quien agregó que siempre pudieron salir adelante gracias a la ayuda de la comunidad y del Estado.
Ante la pregunta de si sufren al recordar lo que pasó con el terremoto, la mujer respondió que prefieren no pensar en eso. "Nos hemos acostumbrado a no mirar el pasado, después de tantas perdidas, es un poco dañino", opinó.
"Siempre miramos hacia adelante. Recodamos con gran pena, porque hemos pedido muchas cosas y cualquier jefe de familia sabe los tesoros que uno tiene desde fotos y cosas importantes que no se recuperan más. Cuando tengamos nuestras casas con la seguridad de que nuestros techos están seguros ahí vamos a repasar lo que nos pasó", concluyó.
En busca del hogar
Roberto Fuentes es un vecino pocitano que vive al final de una estrecha huella en la zona de El Abanico. El año pasado el terremoto se llevó todo y cuando fue a pedir asistencia una mujer que era empleada municipal lo maltrató. Las imágenes de este hecho se volvieron virales y sirvieron para visibilizar las necesidades de este hombre y los suyos.
Pocos días después del terremoto, Roberto recibió dos casillas de madera, que habían sido donadas por la provincia de Misiones. Ahora ya instalado en este lugar, el hombre reconoció que no siente ese lugar como propio.
Roberto explicó que un grupo de obreros llegó con una topadora y arrasó con todo lo que quedaba de su casa, luego instalaron las dos casillas de madera. Están enfrentadas a pocos metros de distancia, en el medio Roberto y sus hijos colocaron un techo de chapa.
El hombre contó que una vez que colocaron las casillas, él con sus hijos fueron comprando los caños y el cableado para terminar las instalaciones. Ahora ambas casas tienen electricidad y están avanzando con el único baño que tienen las viviendas.
Roberto confiesa que no sabe cuánto tiempo durarán las casillas, ya que aseguró que se han ido deformando. "No siento que esto sea mío. No lo construimos, no hicimos nada. Directamente, hicimos una plataforma que fue con ayuda de todos los vecinos. Esto es un regalo. Esto es una cosa que me dicen te voy a poner cuatro maderas, un techo, y me dijeron 'metete ahí'. No es como hacerlo uno", aseguró el hombre.
"Por ahí dan ganas de meterle fuego a esto y hacer una casa, pero de adobe, como era antes para que mis nietas tengan su espacio y sean felices", concluyó el hombre que reconoce que desde que perdió todo en el temblor "nunca más volvió a sentirse en su hogar".
Adiós a un patrimonio
Entre la gran cantidad de edificios que sufrieron daños por el terremoto, se encontraba una gran estructura de más de cuatro metros de altura que se ubicaba en el cruce de Calle 14 y Aberastain, en Pocito. Era el reconocido bar de La Rinconada.
Este lugar abrió sus puertas en el año 1927 como un emprendimiento familiar de los Nazar. Tras casi 100 años de funcionamiento, la noche del 18 de enero, Mario Nazer cerró el bar y se fue a dormir junto a su pareja. En entrevista con este medio el hombre contó que el temblor lo sorprendió en el dormitorio.
La casa de adobes sobrevivió al sismo aunque quedó sentida. En tanto que el bar quedó reducido a escombros. Nazer contó que esperaba volver a levantar el bar, sin embargo este comerciante no pudo cumplir su sueño, ya que la muerte lo sorprendió pocos meses después del terremoto.
Ahora en esta tradicional esquina solo se ven algunos rastros de los cimientos del comercio de antaño, en tanto que la casa familiar está abandonada. Algunos vecinos, los de toda la vida, recuerdan que ahí hubo un bar y que era de la familia de los "turcos" Nazer.
En cifras
23:46: fue la hora del terremoto del lunes 18 de enero de 2021. El epicentro fue a 40 kilómetros al suroeste de la ciudad de San Juan, se produjo un terremoto muy superficial, a 8 km de profundidad.
6,46: fue la magnitud alcanzada por el movimiento que duró 25 segundos aunque su mayor potencia destructiva se liberó en solo 5. Hubo más de 150 réplicas de magnitudes de entre 2.4 y 5.3.
3.000: casas quedaron destrozadas y otras 30.000 tuvieron daños menores. A esto se sumaron daños en 50 edificios públicos que incluyeron 30 escuelas y 20 instituciones.
$70 millones: fue la inversión nacional que demandó la reparación de la grita que se hizo en la Ruta 40 entre calle 18 y 19. Los trabajos demoraron casi 3 meses.