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Provinciales

Comprar ropa en silla de ruedas: la incomodidad y la falta de acceso en San Juan

Las principales dificultades son dos: la falta de rampas en los locales y los probadores chicos en los que no entra la silla. 

17 de agosto de 2021

Sus cuerpos son totalmente distintos. Una de ellas es chiquita, tanto que hay veces en las que la ropa de niño le entra. La otra, mide poco más de 1.80 metros y son pocas las veces en las que los pantalones y suéteres no les quedan cortos. Pero hay algo que tienen en común, ambas se movilizan en sillas de ruedas y se encuentran con dificultades a la hora de salir a comprar. Es que no sólo les cuesta conseguir prendas, lo cual podría modificarse con la Ley de Talles recientemente reglamentada, sino que, hay veces en las que ni siquiera pueden entrar a los locales debido a que no tienen rampas.

Se trata de Emilce Moragues y Gabriela Massiero, dos amigas de 29 años que sufrieron la discriminación en primera persona a la hora de salir a comprar prendas de ropa. Pero se empoderaron tanto que eso ya no las afecta. Ambas viven a pleno, nunca dejaron de hacer nada por su discapacidad debido a que supieron adaptarse y para ello su entorno fue fundamental.

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A pesar de que ellas se adaptaron, los problemas son reales y hay otras personas que también los viven. San Juan no está adaptado para personas que se movilizan en sillas de ruedas, sólo lo están los principales lugares públicos, y mucho menos lo están los comercios céntricos.

Las entradas sin rampa y los probadores pequeños son los obstáculos que estas personas se enfrentan en su vida diaria, razón por la que optan por ir generalmente a los mismos lugares en los que pueden entrar y medirse con comodidad.

En cuanto a la ropa, Emilce debe hacerle algunos arreglos para que le quede bien ya que generalmente le queda grande. Mientras que, a Gabriela no le quedan más opciones que buscar, buscar y buscar hasta encontrar algo que no le quede corto.

Testimonios

La historia de Emilce

Emilce tiene una parálisis cerebral debido a que le faltó oxígeno cuando nació de forma prematura. Su madre rompió bolsa un 25 de diciembre cuando estaba por cumplir los siete meses de embarazo. Por esas complicaciones, su hija hace rehabilitación desde los seis meses de vida y aún continúa. Dentro de su casa se moviliza con el caminador, pero para salir usa la silla de ruedas que le permite moverse sin cansarse en distancias más largas.

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Ella usa férulas para caminar por eso siempre usó zapatillas por comodidad. Actualmente se utilizan con todo, hasta con outfits formales, así que ella dice que ella dice que está en su “salsa”. No sólo las usa por comodidad, sino también porque calza 36 y se le dificulta conseguir algunos modelos. “Si querés comprar zapatos formales terminás en los de niño porque directamente no hay, no existe nada con taco”, dijo.

Aunque nunca dejó de hacer alguna actividad por no conseguir determinados calzados o prendas, admitió: “Conozco personas que no salen por complejos o por no encontrar determinada ropa porque es una realidad, te quedás sin opciones”.

Con la ropa también le pasa: “Terminás comprando cosas de niños o tenés que comprar ropa de adulto y hacerle modificaciones”. En su caso no es un problema porque su mamá es modista, pero sino sería un doble gasto.

Dentro de su casa Emilce se moviliza con el caminador, pero para salir usa la silla de ruedas que le permite moverse sin cansarse en distancias más largas. Foto: Mariano Martín / DIARIO HUARPE.

Sin embargo, el primer problema lo enfrenta a la hora de llegar a los locales ya que no todos tienen entradas accesibles. Generalmente tienen escalones, los que cuentan con rampas son contados así que debe recibir ayuda para poder ingresar con la silla. Una vez dentro, suele tener otro obstáculo, la mayoría de las veces los probadores son chicos por lo que no entra la silla.

A esto hay veces en las que se le suma el trato infantilizante de las vendedoras que, al ver su cuerpo pequeño, se dirigen directamente a su acompañante y a ella no le preguntan qué es lo que está buscando. En el momento en el que empieza a hablar o a mostrar que es una persona adulta, el trato cambia. Además no tiene problema en explicar algo o pedirles ayuda a las comerciantes o a cualquier persona. “Yo lo necesito y si no lo hago tendría que quedarme en mi casa encerrada”, comentó.

“Deberíamos poder usar lo que nos guste, tanto la que tiene silla de ruedas, como la que tiene un bastón, como la que tiene una prótesis, como las personas que no están en ninguna de esas situaciones”, opinó Emilce.

Emilce trata de concientizar a través de sus redes sobre la problemática. Foto: Instagram.

Definió la hora de salir a comprar ropa como “frustrante”, pero tiene esperanzas de que al menos comience a conseguir ropa que le quede bien con la Ley de Talles recientemente reglamentada.

Está empoderada y hay situaciones que ya no le afectan. Esto es en parte al apoyo y a la crianza que tuvo en su casa, principalmente por parte de sus padres. No le gusta que los demás la victimicen por su discapacidad, pero entiende que son problemáticas reales y hay que ponerlas sobre la mesa para que los hechos cambien.

La historia de Gabriela

La vida de Gabriela dio un giro cuando tenía 15 años, le dio un aneurisma y, por las consecuencias que le causó, debió comenzar a usar silla de ruedas.

Ella tiene una ventaja, puede caminar con la ayuda de otra persona, pero para ello debe usar calzado cómodo y sin taco, algo fundamental para que pueda dar bien los pasos. Actualmente, la moda son las plataformas así que le cuesta muchísimo encontrar zapatos formales que no las tengan. Cuando las consigue o las ve en la vidriera, se enfrenta con la misma dificultad que Emilce, no puede entrar a las zapaterías debido a que la mayoría de ellas no cuentan con rampa de acceso.

Cuando va a comprar ropa vive algo similar: “La silla en la gran mayoría de los locales no entra”, comentó. Cuando puede ingresar a los comercios, lo hace rogando que tengan probadores espaciosos para poder medirse cómoda en él. Aunque esto pasa muy pocas veces debido a que ella debe entrar con otra persona que la ayude a cambiarse.

Generalmente, ella tiene que entrar con la silla marcha atrás, lo hace con otra persona que la ayuda a probarse, pero debe salir del probador y mirarse desde afuera cómo le quedan las prendas porque, sino el proceso se le dificulta bastante. Hay veces en las que la cortina no termina de cerrar por la silla, razón por la que las vendedoras se quedan tapándola para que nadie la vea mientras se prueba la ropa.

“La silla, la persona que me tiene que ayudar, y yo en un probador, directamente no entramos, o si entramos no podemos ni movernos”, dijo.

Gabriela contó que es feliz cada vez que entra a un local con probadores grandes, “pero pasa en muy pocos lados”, admitió. Incluso, hay algunos en los que ni siquiera trata de ingresar porque sabe que son bastante chicos, principalmente, los que están ubicados en galerías.

“Yo sola no podría salir porque no sólo los locales son inaccesibles, también están las veredas que están todas rotas, hay pocas rampas y las que hay están en malas condiciones”, dio a conocer. Según su experiencias, las únicas que están bien son las de lugares estratégicos como las del centro cívico, plaza 25 de Mayo, entre otras.

Gabriela es feliz cada vez que un local tiene rampa para ingresar, pero pasa muy pocas veces. Foto: Mariano Martín / DIARIO HUARPE.

A las dificultades con la silla se le suma otra: es muy alta, mide 1.80 metros por lo que son muchas las ocasiones en las que no consigue prendas que le queden bien.

“Por mi tamaño, muchas veces no encuentro algo que me quede bien porque todo viene en talles único. Encima ahora se usa todo cortito, yo tengo torso largo y sentada en la silla se te sube todo, paso un frío bárbaro, eso es algo que lo sabemos sólo los que estamos en silla. Los pantalones largos me quedan todos cortos, no pego una”, contó.

Ante estas situaciones, lo que hace es ir siempre a los mismos locales donde sabe que puede ingresar y medirse con comodidad. En uno sabe que consigue camisas; en otro, remeras; en otro, sacos; en otro, pantalones y así, ya que es complejo el encontrar todo en un mismo lugar.

Con respecto a la Ley de Talles, cree que es un gran avance, pero también que el estudio antropométrico no es del todo inclusivo ya que hay personas, como ella, que se quedan sin poder participar del estudio de los cuerpos por el hecho de no poder mantenerse erguidos durante algunos segundos.

“Yo me adapté a las dificultades que me presentó la sociedad, porque, sino, me tengo que quedar encerrada en mi casa y eso no es vida. Nunca dejé de hacer nada, sólo las que me limitó el cuerpo, pero yo no me he puesto limitaciones. ¿Me cuesta? Si, obvio, pero no me limito”, cerró Gabriela.

Un estudio atropométrico inclusivo, pero no del todo

Tras la reglamentación de Ley de Talles, en el país comenzaron con el estudio antropométrico que consiste en la realización de un relevamiento de medidas corporales con el que definirán cómo son los cuerpos que conforman la población argentina.

Ya empezaron a hacerlo en el país. Si bien, cualquier ciudadano puede ser parte, hay algunos requisitos que no todos cumplen. A quienes se anoten les llegará un turno para que concurran y sean parte. Lo primero que tendrán será una entrevista con un trabajador del INTI. Después, deberán entrar a un vestidor individual, para dejar su ropa y luego ingresar a un habitáculo de escaneo en ropa interior. En ese momento se hará el estudio con un escáner corporal que genera una imagen virtual en 3D de la persona, para definir la forma y las dimensiones del cuerpo humano.

El INTI ya comenzó a realizar el estudio antropométrico en el país. Foto: gentileza.

Con el escaneo se crea una imagen tridimensional completa del cuerpo humano y se miden sus dimensiones a través de sensores infrarrojos. De este estudio sólo pueden participar las personas que puedan mantenerse erguidas por un lapso de tiempo de entre 15 y 20 segundos, sin apoyo de muletas, silla de ruedas o la ayuda de un acompañante, lo cual deja sin participación a una gran cantidad de ciudadanos.

Este estudio será la base para la definición del Sistema Único Normalizado de Identificación de Talles de Indumentaria (SUNITI). Sistema establecido por la Ley Nacional Nº 27521, que es de aplicación obligatoria en todo el país en cuanto a la fabricación, confección, comercialización o importación de indumentaria. Desde el INTI recorrerán todas las provincias de la Argentina hasta completar un total de 6.500 mediciones de cuerpos.

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