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Opinión

El Poema que me robaron

Poema

A un mes o dos o tres o a un instante de comenzar la dictadura militar
no sé, si un millar de milicos
entraron a mi casa de estudiante y se llevaron un poema que aún no terminaba de escribir, un libro de Mario Benedetti, unos apuntes de Geometría, una boina y un gastado juego de ajedrez
¿Qué hacía yo ahí, tan lejos del mundo sin mi cuaderno de tapas amarillas?
ya sería la hora de una clase y yo, aun
la soledad no tendría una camisa azul para prestarme
y fue una década, o dos o tres
la dictadura intemporal se apropió del Tiempo y duró la edad de los hombres, en cada uno
y la edad de las mujeres, en cada una y de los niños que se robaron al nacer, en cada uno
fue a media mañana, y dos niños y un perro jugaban juntos, enfrente, en la vereda de su casa
tal vez pensaron que era un desfile de esos que salen en los manuales
o que era una fiesta de disfraz
los niños pensaban mientras miraban y el perro ladraba sin avisarle a nadie
al poema lo metieron en una bolsita de plástico que le cerraron la abertura con cinta de pegar
y en un auto con custodia llevaron todos elementos de la subversión. Hubo fotos en los diarios
y un informe especial en el noticiero de la televisión
mostraron todo el material que yo tenía para hacer la revolución
mi nombre y mi apellido lo pusieron con grandes letras negras y supongo
que por sospecha o estrategia militar me sumaron a las filas de una organización guerrillera
desde el día que volví a las calles he buscado mi poema
y no lo encuentro después de tanta muerte
después de tanta carne y de tanta Alma torturada
me compré de nuevo: el libro de Mario Benedetti, tengo una boina nueva, enseño Geometría en la Universidad y me compré un nuevo juego de Ajedrez. Todo después de varias democracias
y después de varias democracias aun no encuentro mi poema
en aquella exposición de las noticias no lo mostraron, decían que seguramente llevaba mensajes subrepticios
no lo quemaron junto con los libros por temor a que explotara y se desparramaran las palabras
y las palabras del poema se desparramaron
después, desde hace varias democracias, en los mismos diarios y en los mismos informes especiales de los noticieros de la televisión salen presidentes y concejales
que nada dicen de los hombres y mujeres que duermen en las calles, he atendido sus discursos a ver si usan palabras del poema, pero no
las palabras se desparramaron y se espantaron como se espantan los caballos
y aun
durante estas democracias rondan por las calles y seguramente llevan mensajes subrepticios

Con cada poema que escribo, reescribo de a poco el poema que me robaron, para leerlo en voz alta
no recuerdo cada uno de sus versos
ya estoy grande, no puedo leer sin lentes, he cambiado mi pequeña máquina mecánica, de escribir
y ya ha muerto Mario Benedetti

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A media mañana cuando salgo, hay dos niños y un perro que juegan juntos enfrente, en la vereda de su casa
los padres de esos dos niños, eran niños que jugaban con un perro en la vereda de su casa y ahora son maestros de Teatro
mejor que las palabras se desparramaron
yo escribí otros tantos poemas que llevan mensajes subrepticios

¿Cómo no, si llevan la Palabra?
y “La Palabra es la morada del ser”
y la Palabra nos hace humanos, y lo humano es subrepticio en el cálculo, en la instrumentalidad de lo cotidiano
es subrepticio en el monopolio del lenguaje por la máquina, en la tecnologización de la mirada de los Hombres, en la invasión del dogma
en la negación de la construcción de Sentido, es subrepticio cuando lastiman la Palabra

Aún
después de tanta muerte
después de tanta carne y de tanta Alma torturada
después de varias democracias con tantos presidentes y concejales en las fotos de los diarios y en los informes especiales de los noticieros de la televisión
las Palabras del poema andan espantadas por las calles
yo he puesto dos o tres en mi utopía para no olvidarlas

recorro las calles para buscarlas, y
no están en los carteles del hospital que dicen: “hacer cola a las tres de la mañana para tener una consulta”
no aparecen en los carteles que indican donde están los comedores comunitarios de los que tienen hambre
no están en los carteles de las escuelas públicas, que anuncian que ya no hay bancos
no están en los carteles que dicen: “no hay trabajo”, ni en los titulares de los diarios que comentan: “murió por desnutrición”
en los diarios no dice que hay hombres y mujeres y niños que duermen en las calles, tal vez no lo escriban porque no tienen las palabras.

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Antes de estas democracias
a media mañana, entraron a mi casa y me robaron todos los elementos que yo había juntado para hacer la revolución
un poema que aún no terminaba de escribir, un libro de Mario Benedetti, unos apuntes de Geometría, una boina y un gastado juego de ajedrez
pero: aún
hay dos niños y un perro que juegan juntos, enfrente, en la vereda de su casa.

 

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