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Opinión

Irresponsabilidad, delincuencia, corporativismo y Venerando que ¿Sanna?

El cuarto contagiado de Covid 19 encendió una gran polémica, que aprovechada por algunos supo poner de relieve la sensibilidad social luego de 60 días de cuarentena.

Avión sanitario, traslado, con o sin Covid, ¿por qué?, ¿para qué?; amiguismo político, amiga personal, médica de cabecera, fotos truchas, vínculos por doquier; es lo que apareció después del cuarto caso, infectado por tener contacto con el tercer caso, su hermano.

De todo esto se dijo, y de paso algunos políticos “baratos e inútiles” que se prestaron para comenzar a alentar renuncias, desestabilizaciones y cuanta acción pudieran para “destapar ollas”.

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Una vergüenza, que tiene su raíz en la estupidez política, muchos de ellos candidatos a intendente, concejal, y reconocidos militantes partidarios.

Debo reconocer que también hubo manifestación espontánea, nacida de la incertidumbre, la bronca y la desesperación de una sociedad que se “portó bien” en general, y que pide a gritos volver a la normalidad.

Pero vamos a la objetividad de los hechos.

La causa eficiente nace en la irresponsabilidad rayano en la delincuencia de una médica, hermana del caso 3, que, valiéndose de su calidad de profesional de la salud, violó los protocolos de seguridad y se contagió.

Además, con soberbia absoluta y casi demencial, siguió con la normalidad de su vida, desconociendo por completa una lógica sanitaria que ella debiera enseñar, y no sólo cumplir.

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Ahí, en esa irresponsabilidad que tiene nombre y apellido está la causa eficiente del estado actual, strepitu fori elevado a la enésima potencia.

Fueron separados dos jefes de servicio del Hospital Rawson, que motivaron manifestaciones públicas, y la puesta de manifiesto de un corporativismo no saludable: el de la salud.

“Son grandes profesionales y seres humanos” decían todos. Pregunto: ¿alguien puso en duda eso?. De todas maneras, hubo error en las palabras de Uñac, debió decirlo sin nombrar.

Escuché con atención a una de ellos, la Dra. Silvia Ferrari, quien pone todo el foco en el avión sanitario, y no en que “un doctor que estaba allí me dijo que la doctora xx no quería ponerse todos los elementos de seguridad”; palabras expresadas en una entrevista radial realizada por el querido Tony Nacusi, en su radio Antena 3.

Deja de soslayo, pero con evidencias ciertas que sabía que la hoy caso 4, no cumplía con el protocolo. ¿Qué hizo? Evidentemente nada, porque la hermana médica ingresó.

Estimados, acá no hay “obediencia debida”, debieron enfermeros y médicos, no dejar pasar a la médica contagiada, así de simple. Alguien lo hizo, alguien lo dejó. Ahí está la cadena de responsabilidades, encubiertas por el corporativismo.

“Un médico jamás le va a decir que no a su colega, ni una enfermera se va a negar al pedido de una médica, hay mucha verticalidad”, me explicaron como justificativo. Ahí recordé al soldado que no le permitió al Gral. Dn. José de San Martín ingresar con las botas con espuelas al polvorín, obligándose al gran Libertador a cumplir con la orden que el mismo había impuesto, colocándose las alpargatas para ingresar.

Alguien hasta se animó a transcribir el artículo 43 de la Constitución Provincial que impone la responsabilidad funcional como principio jurídico, diciendo entre líneas que debían “reventar” todos para arriba, ministro y gobernador. Sólo decir que la responsabilidad funcional no es absoluta y tiene el límite en la responsabilidad demostrada.

Por el otro salieron, “fuerza gobernador”, tal como si estuviéramos en un momento desestabilizador para el gobierno actualmente legítimo. También una locura.

Los hechos, y con el dinamismo propio de estas cuestiones de crisis, van mostrando una realidad que aprisiona con fuerza el corporativismo, que sepulta el dicho que “el hilo se corta por lo más delgado”, y pone de resalto varias cuestiones:

  • Por un lado, el grado de ansiedad social que es cada vez más difícil de contener.
  • Por otro, que la realidad objetiva marca la responsabilidad individual con cierto manto corporativo.

Cambiar un ministro no es una cuestión menor. El cambio de gestión es muy perjudicial para la sociedad, eso debe entenderse a la hora de pedir con liviandad “que se vaya!”.

Hay un hecho delictivo, que tiene su autor material y sus cómplices. Eso está claro. Pongamos ahí la atención y no en la acción pasional y muchas veces sin razón, que sólo nos lastima más como sociedad y nos crea más incertidumbre y ansiedad.

No pidamos renuncias, pidamos justicia y castigo para los delincuentes y sus cómplices, por más buenos profesionales que sean. Hoy no se mide lo que fueron, se mide su actitud ante la posible ejecución de un delito cometido por el hoy conocido como “Caso Cuatro”.

Hablemos en Serio.

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