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Myriam Stefford: un monumento en Marayes, de ser símbolo de amor a esconder un crimen

El monumento destruido y olvidado recuerda el lugar en el que se estrelló Myriam Stefford. Sin embargo, las últimas investigaciones apuntan a otra hipótesis.

07 de septiembre de 2022

Se cumplió un aniversario más de la muerte de Myriam Stefford, una piloto que quiso unir Argentina volando entre sus capitales y que murió estrellándose en San Juan. O eso dice la versión oficial. En Marayes hay un monumento que sirve para homenajearla en el lugar del fatal accidente aéreo. Una historia con más sombras que luces. Una historia de amor, confusión y misterio.

El monolito marca el lugar

En el medio del desierto sanjuanino se levanta un monolito de 14 metros. El lugar marca el punto en el que Myriam Stefford, presuntamente, se estrelló junto a su instructor.

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En el monumento estaba escrito: “Un bel morir tutta la vida onora” (Una bella muerte honra toda una vida). En otra de las caras también reza: “Viajero, detén tu marcha y rinde el homenaje de tu emoción a la mujer que se cubrió de gloria queriendo eclipsar a las águilas”. Leyendas que por la falta de preservación y cuidado se han descascarado y se derrumbaron con el paso del tiempo.

El monumento, abandonado.

¿Quién fue la mujer que encontró la muerte en el medio de la nada? Myriam Stefford nació un 30 de octubre de 1905 en Suiza con el nombre de Rosa Martha Rossi Hoffman, que después abandonó al convertirse en actriz. Desde Europa llegó a Argentina gracias a Raúl Barón Biza, millonario y escritor argentino.

Stefford fue actriz en Alemania, allí se cruzó a Barón Biza. Dejó su casa a los 15 años para ir a Viena y Budapest. Había trabajado en tres películas, La duquesa de Chicago, Poker de ases y Moulin Rouge.

El barón y Myriam, reconocida como una de las pioneras de la aviación.

Se casó con el millonario a los 23. Con el Barón todo fue excentricidad, viajes y lujos. Llegaron a Buenos Aires en mayo de 1928 y provocaron un revuelo en los medios de la época, que encontraron en la pareja decenas de historias para contar. Llegaron con la historia de haberse casado en Viena, sin embargo, nunca se encontró un documento que avalara esta versión.

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Ambos eran el espectáculo y el desparpajo andantes. En esa nube de flashes y glamour, Stefford conoció la aviación. No era piloto, pero le gustaba. Hizo el curso y obtuvo en dos meses el brevet de aviadora civil. La versión oficial instaló que era mala piloto, pero hacer volar un bicámara, no era para cualquiera.

El vuelo fatal

La travesía consistía en cubrir 4.100 kilómetros en cuatro días. Stefford partió junto a su instructor Ludwig Fuchs, un piloto alemán de la Primera Guerra Mundial. Ambos partieron del aeródromo de Morón el 18 de agosto.

Salieron en un biplaza alemán llamado Chingolo. Un Messerschmitt BFW con motor de 80 caballos de fuerza construido en madera de pino. Pero tuvieron inconvenientes desde técnicos hasta meteorológicos: en un aterrizaje forzoso en Salta, en Los Cerrillos, chocaron contra un alambrado y el avión quedó averiado.

Días después siguieron viaje con el Chingolo II, otro biplaza muy parecido al primero, que les prestó otro piloto con la intermediación de Barón Biza.

Partieron con destino a La Rioja. Cuando el avión cayó a tierra no había viento, el clima era el ideal. La Junta de Investigaciones Aeronáuticas determinó que la unidad perdió una chaveta y por eso fue a tierra. En medio de la confusión hubo quienes admitieron que el Barón saboteó el avión por celos.

Miguel Basualdo, Eleazar Zeballos, Jesús Luna, Alejo Sánchez y el agente de policía Pedro Chirino fueron algunos de los testigos. Sus declaraciones hablaron de explosiones, de un estruendo y de encontrarse con los metales que mutilaron a los viajeros.

El Barón Biza viajó desde Córdoba e hizo construir el monolito en Marayes. El lugar donde se estrelló el avión. Camino a La Rioja, doblando a la izquierda como si se fuera para Valle Fértil, en Marayes, hacia la izquierda hay una huella al cementerio. Ahí está el monolito.

La historia no termina aquí. En 2017, Carina Villafañe, historiadora aeronáutica, junto al suboficial mayor Luis Eduardo Médici hicieron pública una investigación que comenzó en 1992.  Analizando fotos y testimonios de Marayes, saltaron algunas irregularidades. Entre ellas: la rapidez con la que se tomó la foto del accidente, las fotos de los cuerpos, la ropa con la que se hallaron los cuerpos, que es de civil y no para volar, y la facilidad con la que se instaló una única versión. Según Carina, Myriam fue asesinada junto a Fuchs y se plantó el accidente.

Con esta versión, el monumento pasa a ser otra cosa: un farol para el crimen perfecto.

Artículo que publicó La Voz del Interior en 1931.

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