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Sociedad > La otra cara

Angustia, ansiedad y malestar: el lado B de las redes sociales

Desde contabilizar los “Me Gusta” y comentarios, hasta ver el tiempo que demoró una persona a reaccionar a un posteo, son los factores más frecuentes que afectan y trastocan el estado anímico y el sentido de realidad.

16 de julio de 2019

Las redes sociales nacieron como un producto de la comunicación en masa. Su propósito original era conectar a cada persona y transformar la “aldea” en un mundo globalizado. Pero con el correr de los años, estas han ido variando sus contenidos y aumentando las plataformas. Ya no tan solo sirven para la comunicación de hechos importantes sino también de todo lo que minuto a minuto le toca atravesar a una persona en su vida cotidiana.  

Hace algunos días el actor español, Miguel Herrán que protagoniza a Río en la popular serie “La Casa de Papel”, subió un video a su cuenta de Instagram dónde se lo veía llorando. El posteo no fue casual, sino que él mismo tomó su celular y decidió mostrar el otro lado de su vida. Alejado de su imagen voluminosa y sus destacados trabajos, el actor dijo que fue “recopilando fotos para alimentar esa máquina de mentir”, haciendo referencia a esa red social se sentía arrepentido por haber mostrado solo esa faceta. Esto generó alerta entre sus compañeros y seguidores ya que se lo veía bastante triste.

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“No cualquier persona comienza a transitar por un periodo depresivo o ansioso, se tienen que dar ciertas características. Una de ellos es cuando subís una foto o haces una publicación y estas atentos a los me gustas o comentarios que se empiezan a generar”, comenzó diciendo a DIARIO HUARPE, Analía de los Ríos, licenciada en psicología. Puso el acento en que las redes no son ni malas ni buenas sino que depende del uso que uno le dé.

A nivel mundial, los expertos detectaron una serie de distorsiones cada vez más frenéticas por conseguir un me gusta o un retuit, y que no obedece a otra cosa que a la necesidad de lograr aprobación o de ser legitimado en público. Si bien eso no es nuevo, ya que desde que la persona es niño siempre busca la aprobación de sus padres en primer lugar, luego de sus compañeros de colegio, amigos hasta los colegas de su trabajo, ese paradigma ahora toma el ribete de lo efímero que son las relaciones digitales.

“Perdemos lo más valioso que es el contacto con la otra persona, es decir la empatía que se genera con tan solo apreciar los gestos”, señaló De los Ríos. Como es masivo el alcance que tienen estos medios, las necesidades del “like” no se limitan a uno o dos amigos, como en la vida real, sino a que decenas, cientos o miles para que digan que lo que hemos publicado está bien. “Quizás eso se debe a la sensación de vacío que transita en un determinado momento, lo que pone de manifiesto la carencia de las verdaderas relaciones. Hay personas que están solas y ese no es el problema, lo complicado es sentir la sensación de soledad aun estando rodeado de gente”, agregó la especialista.

Otro de los factores que lleva a un análisis más profundo es el lapso de tiempo que se produce entre la publicación de un material digital y la primera reacción por parte de un seguidor. “Eso genera el pensamiento que si reaccionan rápido estoy visible, existo y si no impera la angustia de no haber podido cumplir una cierta conformidad en el otro”, sostuvo la licenciada. Según estudios médicos determinan que  cada vez que se recibe un reconocimiento, a través de un me gusta en redes el cuerpo genera la dopamina, un neurotransmisor que activa la sensación de recompensa en el cerebro.

El problema radica en que la búsqueda de esa aprobación puede volverse una adicción, sumándose a colectivos que no los representan o desafiándose en retos sin sentidos.También sufriendo accidentes absurdos, como el caso del alemán Oliver Pats, de 51 años, quien tratando de conseguir una selfie original se paró al borde de un abismo en las ruinas de Machu Picchu y murió al resbalarse y caer al barranco.

Si bien existen abordajes psicoterapéuticos que ayudan a separar la vida real de la digital, hay algunos consejos prácticos que pueden comenzar solucionando alguno de estos paradigmas. Es fundamental la comunicación con el entorno tanto de padres como amigos. Sin son niños o jóvenes enseñarles cuáles son los límites de la privacidad en redes sociales además de que sitios son los que frecuentan. Y principalmente entender que todo lo que pasa en las redes es volátil y desaparece al instante, no como la vida que es una secuencia que se construye con acontecimientos periódicos.

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