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Provinciales > Historias sanjuaninas

Cerró dos negocios, tiene una bebé de un año y ahora sobrevive con su emprendimiento de pizzetas

Mariana García es instructora de gimnasia y tuvo que afrontar la crisis con ingenio, emprendedurismo y ayuda del Estado.

31 de octubre de 2020

La crisis generada por la pandemia y su consiguiente cuarentena generó desocupación y despidos por el cierre de fábricas y locales comerciales. En San Juan, Mariana García es un caso paradigmático. Con una bebé de apenas un año y varias deudas, debió echar por tierra dos negocios que había concretado con mucho esfuerzo. La salvación vino de la mano del ingenio, el emprendedurismo y el apoyo estatal.

Las persianas de todos los locales del país bajaron abruptamente. El presidente Alberto Fernández acababa de decretar el confinamiento obligatorio en todo el país. Mariana, como gran parte de la ciudadanía, tomó la noticia con incertidumbre. En ese entonces alquilaba dos locaciones: un espacio destinado a la práctica de fitness –ella es instructora- y un modesto almacén en zona céntrica. Con el cese de las actividades no ingresó más dinero, los meses pasaban y acumulaba obligaciones.

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“El salón de clases decidí cerrarlo a principios de abril, porque sabía que no tenía certezas de cuándo se iba a poder volver a trabajar”, contó Mariana a DIARIO HUARPE. Y remarcó que “algunas alumnas del espacio hace tiempo nos piden volver, pero no dan los costos. Respetar los protocolos de espacio, implica contar con un espacio grande, y como todos sabemos, cuanto más grande es un local, más caro sale. Si a eso le sumamos la mala situación económica de la gente, la perspectiva no es buena para volver”.

Llegó la ayuda del Estado nacional. Pudo inscribirse y ser beneficiaria del Ingreso de Emergencia Familiar (IFE). Invirtió los primeros dos pagos de $10.000 en ampliar el almacén: compró frutas y verduras para dar variedad a los clientes, pero no alcanzaron para recuperar la inversión.

En el tercer pago, la mujer no dudó. Canceló lo adeudado y con un poco de imaginación y mucha aptitud comenzó a hacer pizzetas integrales para venta al público. La idea se le ocurrió porque “siempre me ha gustado el tema de la alimentación saludable y alternativa”. Nombró el emprendimiento como su hija, Amelie. Aunque las condiciones no son las mejores, representa cierto ingreso a la economía familiar.

“Cocino en el horno de casa, que me prestan provisoriamente. Quizás si tuviera un horno pizzero ampliaría mi capacidad de producción y posiblemente también las ventas. El punto a favor es que al menos es en un punto céntrico y eso me permite contar con un punto neutral para las entregas”, relató.

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Los hombros de Mariana sostienen un gran peso. En estos días está viviendo sola con su bebé y su principal sustento es la Tarjeta Alimentar. Las pizzetas, las semitas, nada da abasto. “Algo se vende, por supuesto no alcanza, y menos en este momento en donde todo está subiendo de precio, pero se sobrevive”. No obstante, reconoce que no se siente particularmente afectada, que la crisis impactó de lleno en toda una capa social que ya era vulnerable, y que la pandemia sacó el velo que ligeramente la ocultaba: “La verdad creo que mi situación es una más de muchos. Hay mucha gente en esta situación”. Además, “he trabajado desde siempre. No me siento cómoda viviendo con una ayuda del Estado. Me gustaría generar lo mío. Como he hecho siempre”.

El dificultoso contexto no le quita ánimos. Mariana tiene esperanza. Todos los días se levanta a hornear y cuidar a su hija con una sonrisa. Pervive a los malos momentos y sigue soñando con ser escritora, su gran afición desde la juventud. “Escribo mucho. (Vengo de familia de escritores)y muchos me han dicho que trabaje sobre ello”, comentó.

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