Evaristo, un hombre con raíces

El algarrobo toma vida en sus manos. Y por eso es conocido no sólo en su departamento. Don Evaristo Elizondo es como un prócer para los vallistos. En el corazón de La Majadita, una de los parajes más bellos de Valle Fértil, el artesano de 85 años, realiza maravillas en madera de algarrobo.

Tiene el cabello más blanco que la nieve, sus manos están ajadas por los años y el trabajo. Sabe que es reconocido y se jacta de esa fama. Dice que le compran de distintas partes del mundo.

Hace medio siglo que Evaristo es artesano. Esta es una pasión que experimenta desde su niñez.

“Ya desde niño, cuando iba a la escuela, me animaba a hacer unas repisitas, y a la gente le gustaba. A las maestras les gustaba que aprendiéramos de todo un poco”, contó Evaristo.

La vida lo llevó a recorrer varios lugares y trabajos, pero siempre volvió. Fue entonces cuando se dio cuenta que su pasión era la artesanía y que no era una mala idea dedicarse por completo a esta actividad.

Pura herencia. Así define Evaristo su talento para trabajar la madera. Contó que su abuelo era artesano. Hacía los estribos de madera para el caballo. De ahí comenzó a aprender. Luego, con el correr del tiempo, fue a la casa de un amigo en Baldecito. El hombre tenía una frutera de madera. Le dijo que si no se animaba a hacer lo mismo.

“Saqué el molde de esa frutera y comencé a experimentar. Luego empecé a hacer otros dibujos y a ampliar las cosas que hacía. Siempre, trabajando con madera de la zona: chañar, el retamo, el algarrobo”, agregó el hombre.

Evaristo vive de las artesanías. Dice que porque es el único que trabaja la madera de ese modo, por eso la gente le compra. Contó que a uno de los hijos le gusta, pero sólo lo hace como un hobby.

“Todos me dicen que deje de hacer esto. Pero para mí es importante. Significa estar sano. Además no me hallo haciendo otra cosa. Quiero seguir mejorando”, contó el artesano.

En 2011, Evaristo Elizondo fue distinguido en La Rural de Palermo, Buenos Aires.

El artesano vive en La Majadita, a 7 kilómetros de la villa cabecera de Valle Fértil y a 263 kilómetros de la ciudad sanjuanina. Se encuentra dentro del área de Reserva de Usos Múltiples. Para llegar hay que atravesar varias veces los brazos del río. Es usual encontrar en esa zona, restos prehispánicos como arte rupestre, morteros tallados en piedras y petroglifos. Se trata de uno de los paisajes más impactantes de ese departamento.