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Provinciales > Historias sanjuaninas

Estuvo preso y el rugby lo reinsertó en la sociedad: ahora le enseña a los internos a leer y escribir

Lucas Arroyo pasó 1.000 días adentro del penal de Chimbas.

22 de julio de 2020

“El rugby me dio la confianza necesaria para volver a integrarme en la sociedad”, dijo Lucas Arroyo un sanjuanino de 42 años que estuvo preso 2 años y 9 meses en el penal de Chimbas, aunque él sintetiza su etapa de confinamiento como “los 1.000 días de encierro”. Contó que estar tras las rejas y en una celda pequeña lo ayudó a reflexionar sobre su vida.

Lucas estuvo condenado por narcotráfico debido a que “se mandó una macana”, como suele decir cuando le preguntan por el tema. Las malas amistades y algunas influencias negativas hicieron que Arroyo terminara detenido en el pabellón de delitos federales dentro del Servicio Penitenciario Provincial.

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“Yo no tenían antecedentes penales hasta ese momento. Fue muy duro todo lo que tuve que atravesar. Estar encerrado me sirvió para encontrar los rumbos de la vida y descubrirme a mí mismo”, explicó a DIARIO HUARPE.

El rugby le ayudó a reinsertarse en la sociedad. Foto: Gonzalo Medina/DIARIO HUARPE.

Estando en el pabellón, Lucas se dio cuenta de que algo tenía que empezar a hacer. Se fue a la biblioteca y allí planificó su estadía dentro de la cárcel. Todos los viernes Ana, Marcelo y Daniel – integrantes de la acción católica de la Iglesia Virgen de Guadalupe – iban a visitarlo. Con ellos no tan sólo rezaba el rosario, sino que leía distintos libros que le regalaban.

Tras verlo interesado por el mundo de las letras, le consultaron sobre sus gustos literarios y él apuntó a la metafísica y biografías de grandes personalidades. Fue así como esta organización le cumplió sus pedidos. Alejado del individualismo propio que genera el encierro, Lucas formó su propia biblioteca en uno de los rincones del sum donde invitó a otros presos a que leyeran. Sin embargo notó una escasa participación de sus compañeros.

Lucas es papá de tres hijos y se siente orgulloso de haber salido de prisión. Foto: Gonzalo Medina/DIARIO HUARPE.

“Solamente venían dos o tres, pero no más”, relató. Viendo esa realidad, Lucas interrogó a sus compañeros y notó que muchos no iban debido a que no sabían leer de manera fluida ni tampoco escribir. Su hipótesis la pudo corroborar cuando sus colegas de pabellón le pedían que les escribiera algunas cartas a sus familiares o pedidos a las autoridades penitenciarias con la excusa de que él tenía buena caligrafía y ortografía. Desde la acción católica le llevaron un pizarrón, lápices y cuadernos y de ahí en más empezó a darles clases particulares para que pudieran valerse por sus propios medios.

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Lucas tiene experiencia a la hora de enseñar, su rol de padre hizo que aprendiera el oficio. Si bien hace 10 años está separado, fruto de ese amor le quedaron tres hijos: Hernán, de 18; Lucia, de 17; y Lucas, de 9. Tras recuperar la libertad el pasado 9 de abril, esa relación se volvió a afianzar tanto con ellos como con sus padres debido a que su estadía en el penal complicó las visitas porque no estaban acostumbrados a transitar por ahí.

Federico Zapata le enseñó a jugar al rugby y cuando salió pudo conseguir trabajo. Foto: Gonzalo Medina/DIARIO HUARPE.

Arroyo no tan sólo se refugió en la lectura sino también en el deporte. Dentro del penal conoció a “Los Espartanos”, allí el coordinador Federico Zapata lo invitó a jugar al rugby.

“Es una organización tocada por Dios. Hacen un laburo impecable y sin recibir nada a cambio simplemente nuestra reinserción en la sociedad. Yo nunca tuve relación con esa disciplina, pero sí jugué al fútbol”, mencionó.  

Arroyo comentó que Zapata le enseñó a jugar y pudo estrechar nuevos vínculos lo que le generó más compañerismo ahí dentro. Con este deporte, pudo olvidarse de los problemas que aquejaban la convivencia y se alejó de aquellas influencias que lo hicieron terminar en prisión.

“Me alejé de todo lo malo, hoy siento que soy un hombre nuevo”, dijo.  

Lucas está soltero y busca rearmar su vida. Foto: Gonzalo Medina/DIARIO HUARPE.

Luego de salir de la prisión, Lucas consiguió un trabajo en la empresa constructora Suyai. Ahí ingresó como albañil y actualmente se desempeña en distintos emprendimientos. “Estar trabajando me posibilita a tener lo mío. Es un empujón grande para salir adelante y dejar atrás todo lo malo que me pasó”, contó.

Proyecto a futuro

Pese a recobrar la libertad, Arroyo sigue ligado a la agrupación de rugby. Al margen de seguir con sus clases de lectura y escritura, diagramó un plan para incentivar la práctica deportiva de los chicos que viven en los distintos departamentos de San Juan. Junto a Zapata y la organización Espartanos, están trabajando en un esquema para hablar con los distintos referentes municipales y  desarrollar esta disciplina deportiva en algún club asignado por localidad. Si bien entiende que es un proyecto ambicioso, es un sueño que espera concretar en los próximos meses.

Su sueño es poner una escuela de rugby en cada departamento. Foto: Gonzalo Medina/DIARIO HUARPE.

Los Espartanos

El trabajo de la Fundación Los Espartanos desembarcó hace dos años en San Juan. Federico Zapata descubrió la organización a nivel nacional que arrancó en 2009 y buscaba darles una posibilidad a los internos para reinsertarse en la sociedad. El programa tiene tres aristas principales: el deporte como formador de carácter junto al espíritu de grupo; la espiritualidad debido a que los internos se reúnen a rezar el rosario al menos una vez a la semana y realizan yoga; y la capacitación en oficios lo que hace que cuando cumplan la condena salgan a la calle y no queden desamparados.

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