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Heker: "Abelardo Castillo que tenía una lucidez impresionante respecto de lo que se leía"

POR REDACCIÓN

24 de octubre de 2019
Liliana Heker (Buenos Aires, 1943) lleva más de 40 años dando talleres de escritura y, antes de una de esas clases, brindó una entrevista a Télam en la que explicó de qué manera esos encuentros influyen al momento de elaborar sus ficciones. - T: Plantea que no hay una instancia en la que se encuentra la inspiración sino que cada uno debe encontrar su propia forma. - L.H: Cada escritor tiene su propia visión del mundo, sus propios conflictos y eso es lo que tiene que escribir, a eso le tiene que encontrar una forma para que sean hechos literarios. Varias cosas me llenan de alegría de los talleres y una es la cantidad de escritores excelentes que siguen saliendo de allí, otra es que no hay dos que se parezcan entre sí o que se parezcan a mí. ¿Qué tiene que ver Pablo Ramos con Samanta Schweblin o Guillermo Martínez con Inés Garland? ¿Qué tienen que ver cada uno de ellos conmigo? Tal vez, si hay algo que les pude comunicar y cada uno asimiló a su manera es que trabajen sus textos, que esa primera versión estaba muy lejos de lo que querían hacer y que hay una búsqueda para que ese texto llegue hasta el límite de sus posibilidades. - T: Sobre ese trabajo en los talleres cuenta que también hubo devoluciones de los alumnos sobre tus textos que la han movilizado. - L.H: Sí, eso me pasó con "La fiesta ajena". Terminé el cuento después de una larga historia, lo leí en el taller y gustó mucho, pero Margarita Magarolo, que luego fue una maravillosa maestra de escritura de adolescentes, me dijo que al final le faltaba algo. Volvía a leer el cuento y me di cuenta que tenía razón. No basta con que un final sea muy fuerte, hay que encontrarle el ritmo, la pausa o la frase final que se clava como un puñal. Esa sugerencia me llevó a escribir otro final y demuestra que no solo sugiero sino que acepto las sugerencias y las agradezco. Me formé en una revista como fue "El escarabajo de oro", antes "El grillo de papel", después "El ornitorrinco", donde estaba Abelardo Castillo que tenía una lucidez impresionante respecto de lo que se leía. Estábamos acostumbrados a leer nuestros cuentos y a criticarnos sin ninguna piedad pero con mucha convicción del oficio que habíamos elegido. Las críticas me formaron y, de alguna manera, lo que hago en el taller es reeditar esas reuniones, con lecturas con una devolución en general muy aguda, generosa y deslumbrante. - T: Sostiene que la corrección es una de las instancias centrales del proceso creativo. ¿Por qué? - L.H.: Distingo y me enojo mucho cuando alguien dice "le falta edición". No, querida, le hace falta trabajo tuyo, el trabajo del editor es otro. La corrección, eso de volver y volver sobre un texto hasta encontrar lo que uno quiere, es tarea del escritor. Ese es el verdadero proceso creador, ir buscando e ir encontrando lo que uno quiere hacer. El editor hace otro tipo de trabajo y para que tenga el valor que debe tener, el escritor tiene que haber sabido muy bien lo que quiso hacer. Para poder defender esas alteraciones ante un editor, uno tiene que saber porqué las hizo.
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