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Opinión

La exterioridad que nos atañe

(Compartir mis escritos, tiene el carácter de la historia que en “El libro de los abrazos” cuenta Galeano, en "La función del Arte/1", cuando el niño, ante la inmensidad del mar, dice: - ¡Ayúdame a mirar! - )

Claro… necesito, algunas mañanas, caminar entre la gente. Y me gusta saber de la proximidad de la gente, aunque, normalmente, me seduzca el solipsismo. Una de tantas existentes contradicciones, que son extensiones capilares de la contradicción primitiva e inherente al ser humano: Finitud-Infinitud. De ahí, esa nominación que hago, de “existente”. Yo necesito el silencio. Y tengo una urbanidad adquirida que me gusta ejercitar, que necesito ejercitar. Por las calles de esa urbanidad, tan conocida, puedo llevar mi silencio, o ir por ahí, en un diálogo secreto con algunos personajes de uno de mis relatos, caminarlas con mi intimidad a cuesta. Me gusta sentir esas caminadas como un tránsito de mi clandestinidad a cielo abierto. Tres o cuatro días por semana, cada uno con tres o cuatro horas de clases, con cincuenta o sesenta alumnos, fue el centro de mi Vida… y lo es aún. Esos encuentros, esa multitud, en aquel espacio sin límites para la Razón, para la curiosidad y la confrontación de ideas, todo eso en esa implícita transferencia de aspectos de tantos mundos. Aquello no fue temporal, fue parte del Inicio, cada día de muchos años fue el Inicio… El Inicio: nos inicializa la Existencia. Por lo tanto: “lo es aún”. Esos encuentros van conmigo, en mi Conciencia, en mi carácter, en el Pathos de mi cotidianeidad, en la geometría de mis manos. Y desde situaciones similares, que nos constituyen, desde esa exterioridad que nos atañe.

Y… eso es: “la exterioridad que nos atañe”. ¿En qué? ¿Cómo?
“Atañe”: (el diccionario de la lengua, que contiene significados, aun, este no es claro) propongo conceptualizarlo. Nos “atañe”, si tiene asociación en nuestro, “bien estar”. Aun, si “ese bien estar” necesita ser procurado, y si esto es posible en cierta proximidad.
Entonces: la proximidad es un contenido de “atañe”. Y esa “proximidad” lleva asociada “la posibilidad”.
Como esta exterioridad mía, que yo señalo, con tanta brevedad, cada Sujeto puede señalar la propia, definiendo, la que lo atañe en su constitución de Sujeto-haciéndose –Sujeto. Teniendo presente este concepto de Salubridad que propongo: “La Salubridad del Hombre es una sola: es la interioridad exterior y es lo exterior de nuestra interioridad”.

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Esta exterioridad, nuestra cotidianeidad, está invadida, está permanentemente atravesada, y con esta expresión significo: el daño que nos provoca, la perturbación a la racionalidad y la negación de la Tranquilidad en lo público, por la presencia y acción de ese “tipo” de hombres y mujeres que cada cuatro años se alternan en la supuesta “administración de lo público”. “Se alternan”, porque son iguales, varían sus peinados y tal vez la abertura de sus bocas en las sonrisas dibujadas en los carteles de campaña.
“Se alternan”, han construido un modo, una organización para la invasión, que además de lo que les es inherente como la ignorancia, tienen asociado el dogma de la religión y los mass media como extensión, indispensable, además del diseño y ejercicio de los planes de educación y la escuela como reproductora de la alienación irradiada desde el Estado.
Cada cuatro años lo que se renueva son los cuerpos y algunos aspectos de la agresión y de la indiferencia. Los individuos, hemos aportado a la institución de ese mal, desde el Imaginario Social. Y así, se ha establecido ese manto dañino, permanente, que simula ordenar y proteger. Lo hemos naturalizado… Entonces: en el aire, desde el aclarecer de los días y después del anochecer de las vigilias, pegada en las paredes y en las calles que caminamos, entre nuestro “Suelo” y las suelas de nuestro calzado, está metida esa lamina odiosa (esto de “odiosa” por ese humor de encierro eclesiástico), fastidiosa, perturbadora, que es hablada y multiplicada por los mass media y que la enajenación y alienación hace que los individuos sean multiplicadores por las denominadas “redes sociales”, como discusiones, insultos y humor idiota.
Los individuos somos capturados por todo eso que no nos atañe, y puestos a divagar como “nativos de ese estado” por una exterioridad ajena, dada, simulada, ya que ocupa un lenguaje hecho con términos trasladados del dominio del dogma, mezclado con giros y ejemplos del ámbito del futbol, que es uno de los objetos de la enajenación, rotulados de “interés político”. Ni interés, ni nos atañe… nada de interés y no nos atañe.
Y es idiota ese adueñamiento que hacen del término “político”. Esa apropiación hace que provoquen un vaciamiento del término “política”, que nieguen su concepto. Bueno… ellos son baqueanos en “vaciamiento”.
Y “político”, es todo lo que los Sujetos hacemos en lo público.

Y estos “tipos” si, son “un útil” – a decir de Heidegger. La utilidad que debemos considerar, es que los generales y coroneles no ocupen sus despachos.
Atender esto que apunto es, considerar, “defender” “la Política”, como ejercicio de los Sujetos en el dominio público… donde debe… debería estar vigorizada la Razón.
Ese tejido “complicado” con sus lenguajes de conferencias y promesas, de la economía, de la administración, del porque y del cómo y del hacia dónde. Constituyen esa exterioridad que no nos atañe.
Y además de todos los símbolos filo-fascistas, desde la escuela primaria nos enseñan esa estupidez de que “el Estado somos todos…” una bárbara ausencia o negación de concepto.  

Un trabajo de Tesis mío, tiene como título: “La Espacialidad del Sujeto… La indeterminación de sus territorios Público y Privado”. Y eso es, de lo que hablamos… De la indeterminación del territorio Público y Privado…
Indeterminación por cada uno de los Individuos, porque es procurada, claro sin saber este concepto, por el poder político y el poder económico. Y nosotros aportamos desde el componente Efectivo del Imaginario Social, y así se constituye “el Sistema de convivencia” en el que vivimos.
Tenemos que determinar el “Territorio Publico” y el “Territorio Privado…” ¿Qué nos atañe?
Cotidianamente tener atención. Naturalizar ese estado de Atención en lo que si nos atañe. Dice Freud que “Atención” es poner el Aparato Psíquico en estado de expectativa.
Necesitamos la “Exterioridad”, somos “Interioridad” y “Exterioridad”.
Pero lo puesto por los gobiernos, esa maraña de no-verdades, de sus escusas, de sus desvaríos esquizofrénicos, de sus conocidos intereses, de su narcisismo, de sus… (en alguna página tengo que concluir el texto). Todos, supongo que, desde Perón hacia hoy, todos están descriptos en este pensamiento. (por si es necesario: yo soy dialécticamente peronista. “Tenemos que instituir entre todos, otro Sistema de Convivencia…” eso soy ideológicamente).

Mientras tanto, y para tanto… debemos estar afuera… estar afuera, librarnos, salvarnos, de esa insalubre, dañina, perturbadora,  fastidiosa, no-invisible, no-tan-subrepticia, no-disimulada, aun bulliciosa, ensordecedora para “lo conforme a esencia”, que nos vulnera la Subjetividad, “manto” que se extiende de punta a punta, de lo inhabitado a lo inhabitado, que es la existencia de este sistema de convivencia, que abarca, que sacuden cada cuatro años y lo vuelven a extender, que los expanden por todos rincones donde se mueva un humano, los extienden los mass media… todos, aun los que se titulan “oposición”, ya que conforman el sistema si no alertan, si no hablan solo del Sujeto. “Oposición” a esto que es “epidemia” es pensar y hablar del hombre y la mujer y de la construcción de su Mundo.

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Necesito, caminar entre la gente. Aunque, normalmente, me seduzca el solipsismo. Una de tantas existentes contradicciones, que son extensiones capilares de la contradicción primitiva e inherente al ser humano: Finitud-Infinitud.
Tenemos que determinar el “Territorio Publico” del “Territorio Privado”.

 

¿Qué nos atañe de la Exterioridad que habitamos?

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