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Lágrimas e incertidumbre: así fue el último día de 70 trabajadores de Falabella

Para muchos significó dejar el lugar en el que pasaron más de dos décadas. 

16 de marzo de 2021

Solo quedan 15 días para el cierre definitivo de Falabella en San Juan, pero desde este martes la tienda ya no es la misma, porque alrededor de 70 trabajadores dejaron sus puestos. Durante la última hora del día laboral, de 20 a 21, ya se notaba que no era un día normal. El personal se agrupaba en pequeñas reuniones donde las lágrimas, abrazos y hasta selfies eran la norma. Para muchos era la despedida.

Este 15 de marzo fue la fecha en la que entraba en vigencia el retiro voluntario de casi el 70% de los empleados de la empresa. Para algunos significaba despedirse del lugar en el que han pasado los últimos 20 años. “Es como dejar a una familia”, aseguró una vendedora que intentaba secarse las lágrimas a través del barbijo y la máscara protectora de plástico.

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A cargo de la tienda solo quedarán entre 20 y 25 de los empleados de más experiencia. Se sumarán un grupo de contratados temporales que incorporó una consultora solo por 15 días para terminar de liquidar y cerrar el lugar.

Los maniquíes y zonas vacías muestran el lento retirarse de la tienda.

Con la emoción de la despedida se mezclaba otra sensación: la incertidumbre. Es que los trabajadores consiguieron un arreglo económico, pero saben que necesitan reincorporarse urgente al mercado laboral y tienen miedo de no poder hacerlo.

“Los compañeros que se fueron en octubre nos cuenta de lo difícil que está la calle y da miedo, no sabemos qué vamos a conseguir pero sí sabemos que no vamos a tener los mismos beneficios que acá”, contó una cajera que lleva 8 años en la empresa. Las mujeres de más de 35 o 40 años son las más preocupadas.

Los trabajadores se agrupaban para charlar y despedirse.

Casi el 90% de la nómina de trabajadores que se quedó oficialmente desempleado este lunes son mujeres y madres. Algunas acumulan entre una y dos décadas trabajando en ventas o las cajas. Además han recibido formación a lo largo de los años y tienen una experiencia que debería ser un facilitador, pero ellas no ven que esto se vaya a cumplir. “Yo ya dejé currículum en muchos lugares, pero siempre te dicen lo mismo ‘buscamos gente joven’ y yo tengo más de 40”, explicó una de las empleadas. Los clasificados le dan la razón, algunos ponen el límite máximo en los 23 para contratar gente.

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Otro factor injusto que reina en la contratación en San Juan son las exigencias de imagen, según reportaron los que ya están buscando un nuevo lugar. "Ahora te piden que seas de tal o cual manera, cuando yo entré acá no me juzgaron por lo físico, ni siquiera tenía tanta experiencia pero me dieron cursos y pude crecer", explicaron. 

El tiempo que llevan trabajando hace que sea más difícil dejar el lugar. En los pequeños grupos que se formaban entre los estantes, varios de ellos vacíos, la conversación giraba en los mismos tópicos: “este fue mi primer trabajo”, “no sé qué voy a hacer mañana”, “voy a extrañarlos a ustedes” o “son muchos años acá”. Algunos consolaban a los que se iban con un “nos vamos a seguir viendo”.

Historias de la “guarda vieja”

Casi al final, cuando algunas luces se apagaban y el audio por los parlantes ya había anunciado un par de veces a los clientes que la tienda iba a cerrar sus puertas, cerca de 10 trabajadoras se reunieron. Se sumó el único hombre que estaba circulando por ese sector, que resultó ser el encargado de “lookear” los exhibidores.

DIARIO HUARPE habló con ellos y el factor en común era el recuerdo de los mejores aspectos del trabajo. La mayoría de los que estaban en esta mini reunión iban a seguir unos días más. Es que la veintena que permanece está compuesta por algunos de los que tienen más experiencia, que acompañarán durante la quincena restante a un grupo de trabajadores nuevos que ingresan solo por esa etapa.

“Hemos vivido cosas buenas y malas, pero las buenas han sido muy importantes” explicó una trabajadora que estuvo lleva 24 años contratada, desde la apertura. “Yo adopté un bebé y me dieron los 45 días, incluso sin tener la obligación, además me recibí de docente porque me daban los días para rendir”, agregó.

Otra contó que cuando empezó a trabajar, hace 23 años, su hija tenía un año. “Hoy tiene 25 y gracias a ella soy abuela”, dijo. Esto grafica lo que significó para muchos ese trabajo, el lugar donde han pasado buena parte de su vida, en algunos casos la mitad. Ha habido casamientos y divorcios, nacimientos de hijos y todo tipo de eventos menores que han compartido. “Si tenías el acto de uno de los chicos ellas te cubrían, los jefes te dejaban ir y volver”.

Entre las perchas con las últimas prendas en liquidación, hubo abrazos y lágrimas.

El grupo humano tenía proyectos en conjunto. Los trabajadores hacían colectas y habían apadrinado una escuela humilde de Santa Lucía a la que todos los años le llevaban mercadería, útiles y hasta ropa. “La última ‘vaquita’ fue para los afectados del terremoto, fuimos y le llevamos lo que podíamos a unos vecinos de Pocito que perdieron todo”, explicó una de ellas. Esa metodología la han usado hasta para el fallecimiento de un familiar o compañero si hacía falta.

Pero también estaban los gestos más pequeños. “A mi hija en el cumpleaños de quince la maquillaron las chicas de acá, porque todas la conocen de chiquita”, contó una de ellas, ya en la puerta, cuando dejaba el local por última vez.

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