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Otro lunes para el olvido: el viento castigó los refugios de pocitanos afectados por el terremoto

En un sector la punta del viento llegó con fuerza y las lonas y palos que colocaron luego de perder sus casas sufrieron las consecuencias. También cayeron dos postes y quedaron sin luz.

26 de enero de 2021

Las casas ubicadas en Alfonso XIII desde Calle 11 a la 13 es otra de las barriadas donde el terremoto dejó un camino de destrucción. Más de una docena de casas terminaron destruidas totalmente o inhabitables debido a los daños. A una semana, el viento y la lluvia golpearon la zona nuevamente, causando más problemas a los vecinos de casas humildes.

La lluvia duró solo algunos minutos, aseguraron todos los vecinos, pero con eso alcanzó para que quienes no tienen techo terminaran con algunas camas u otros muebles mojados. Además, en un sector específico los vecinos aseguran que hubo una punta del viento que se arremolinó y causó más daño. La muestra principal eran dos postes de luz de alta tensión que se cayeron por la fuerza del inicio de la tormenta. Esto además dejó algunas horas sin luz y sin agua a la zona.

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La seguidilla de problemas dejó a los vecinos al límite. Es que si bien han estado recibiendo asistencia del municipio, la lluvia y el viento de este lunes, justo una semana después del terremoto, hicieron que se les dañaran los refugios que habían construido para resguardar las pocas pertenencias que les quedaron.

Una de las familias que la pasó peor este lunes era la de Gustavo Flores y Analisa Núñez, quienes tienen cuatro hijos y están viviendo desde hace una semana bajo un techo que improvisaron con nylon y palos. “Cuando empezó el viento no sabíamos qué hacer, se nos volaban las cosas, los chicos lloraban porque pensaban que estaba temblando otra vez y no sabíamos qué hacer, porque a la casa no podemos entrar”, contó el hombre.

Es que la vivienda que ocupa esta familia está atravesada en diagonal por una grieta que se hizo en el piso y hundió parte de la construcción. Cuando los visitaron las autoridades les pidieron no habitarla, porque en cualquier momento puede caerse. Pero cuando el viento llegó, con las primeras gotas, decidieron guardar algunos de los muebles que les quedan, porque la otra opción era dejarlos bajo los efectos de la lluvia.

Los flores tienen dos hijas adolescentes y dos niños de 3 y 5 años, que están desde el lunes viviendo al costado de la casa, en un alero improvisado con los roperos, palos y plásticos que les dieron desde el municipio. Además, Analisa trabaja como empleada doméstica y Gustavo cuida caballos, pero como tienen todo al aire libre no pueden volver los dos a trabajar porque alguno tiene que estar cuidando a los niños. “Podríamos tirar todo y volver a construir, pero si él no va a trabajar para poder construir no tenemos qué comer”, contó la mujer entre lágrimas.

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El esfuerzo por salvar lo que queda 

Yodalia Córdoba vive con su madre, su hermano de 15 y sus dos bebés, una nena de 7 meses y un varón de 3 años. Las mujeres vivían juntas en dos construcciones de adobe pegadas una junto a la otra. El lunes pasado la casa que ocupaba la mayor de ellas quedó totalmente en ruinas, mientras que en la de Yodalia se salvaron dos paredes y un techo, que de todas maneras están inhabitables porque están cerca de caerse.

Cuando llegó el viento todo el esfuerzo que hicieron madre e hija para los restos de las casas quedaran habitables se vieron en riesgo. Es que ahora mismo habitan los restos de una galería que habían hecho recientemente los hermanos de la joven para que tuvieran fresco. Ese alero, que no parece tener problemas estructurales, está cerrado por plásticos y roperos, pero cuando empezó la lluvia, temieron que la ropa y los muebles se arruinaran.

“Apenas sentimos que llegó la tormenta empezamos a clavar más el nylon, porque pensamos que se podía volar”, explicó Yodalia. Por suerte el remolino que afectó a otras familias no impactó tan fuerte en lo que queda de la casa de las mujeres. Pero el miedo es que la lluvia destruya la única mesa que les queda, la cuna de la bebé que es de madera y el televisor, con el que aprovechan para que los más chicos vean uno que otro dibujito para distraerse de que viven sin paredes y con colchones en piso de tierra.

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