Cultura y Espectáculos > César Paternosto
Paternosto: "El lenguaje geométrico es un paso previo a las formas puramente espirituales"
POR REDACCIÓN
05 de octubre de 2019
La exhibición "César Paternosto: la mirada excéntrica" inaugurará el martes en el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) con unas 40 obras de los años '60, '70, trabajos recientes y un sitio específico inédito que resume la obra del artista argentino de 88 años, referente ineludible de la pintura abstracta, para quien "el lenguaje geométrico es un paso previo a las formas puramente espirituales". De visita en Buenos Aires para la apertura de la muestra que se exhibirá hasta el 2 de febrero en avenida del Libertador 1437, el artista que desde hace 15 años vive en Segovia, España, dialogó con Télam sobre su tradición abstracta, un lenguaje "muy cercano a lo musical". Nacido en La Plata en 1931, este integrante de la generación Di Tella tiene obra en museos como el Guggenheim o en la estación de trenes de Atocha y recibió premios como el de la Bienal Kaiser, en Córdoba, que en 1966 hizo que Alfred Barr, director del Moma, le comprara obra y que dejara la abogacía para instalarse en Nueva York con una pieza en esa meca de la vanguardia artística, treinta y pocos años y dos hijas. La tercera nació allá. "El verbo ser en español es muy fuerte. Yo tengo el título de abogado, pero soy artista", dice Paternosto, reconocido por el concepto de "mirada oblicua", que consistía en dejar en blanco el frente de los cuadros y pintar sobre los bordes que envuelven el bastidor. -Télam: ¿Qué propone este arte abstracto y geométrico que se verá en Bellas Artes? -César Paternosto: Al eliminar la necesidad de representar objetos, se acerca más a las formas puramente espirituales, formas que nacen de una necesidad interior. Hay una analogía con lo musical, a lo que no se le pide una anécdota, contrario a lo que pasó en la pintura durante siglos. Yo uso una geometría empírica muy básica, simple, voy inventando un pequeño lenguaje para cada obra. De niño salía a la calle en mi casa de La Plata y ya había una orientación a 90° o a 45° en , a lo mejor eso quedó ahí y me hizo artista abstracto, no te olvides que ahí también estaba Pettoruti. Estoy convencido de que es un lenguaje que entra por los sentidos pero que no es verbalizable, como la música. -T: ¿Cómo se afianzó ese lenguaje? -CP: En los 70 viajé a Perú y encontré rocas talladas en forma geométrica. Fue una epifanía: en medio de los Andes di con esculturas extrañas incluso para la tradición precolombina. Me conmovió ver un arte abstracto anterior al de Occidente en el cual me había criado y del que casi no había referencias, porque el antropólogo, el arqueólogo, confrontado con un objeto antiguo, si no ve la representación de una figura reconocible no ve arte, le falta la educación de una evolución abstracta, cree que el arte termina en la representación realista y naturalista. Terminé escribiendo el libro "Piedra abstracta" que interpreta el arte precolombino incorporando el modelo abstracción: la piedra le daba un sentido metafísico a la vida andina y esas modificaciones que le hacían rescataban su materia sacra en lugar de representar. -T: ¿Cómo pensó esta muestra? -C.P: Hay un eje de los años 60, donde el planteo era salir del soporte pictórico tradicional, enfatizando la cualidad de objeto de las pinturas más que de ventanas, lo importante era sorprender a un espectador, acostumbrado a ver paisajes y vaquitas en el campo. Después está la zona de ruptura, la de los 70, donde borro el frente de los cuadros y pinto solo en los marcos para provocar una lectura inédita: hay que moverse de un lado a otro mirando los laterales para reconstruir la obra mentalmente. De la instalación es de lo que estoy más orgulloso, "Deconstrucción pictórica" permite entrar a un cuadro: el viaje que hace el ojo frente a las pinturas ahora lo hace el cuerpo, transitando un espacio donde los puntos de percepción van variando. Y la obra que quedará como patrimonio del MNBA, "Continuidad tectónica",es lo ultimísimo que estoy haciendo, una forma que invita al centro pero que yo vacío llevando el interés a la periferia. -T: ¿Cómo pasó de abogado a artista abstracto? -C.P: Estudié abogacía por falta de orientación. De chico hacía retratos, en el catálogo hay unos muy buenos de mis padres, los profesores de dibujo me ponían 10 pero ninguno me dijo 'porqué no estudiás Bellas Artes' y yo quedé en mi vida de adolescente, anodina, vulgar, sin estímulos de ese sentido porque en casa no había ningún antecedente artístico. Papá era profesor de química por ejemplo. Un buen día entré en crisis, hice una prueba de actor, me interesaba el cine y decía 'pero yo pintaba', 'yo dibujaba', era como acordarse que uno tenía buena voz. Empecé a tomar lecciones privadas y cuando fui a las clases de Héctor Cartier me cambió la vida. Ahí me di cuenta de que había nacido para eso. Fue muy arduo el pasaje pero gradualmente me fui metiendo más y más en el arte, no como profesión, porque eso era impensable, pero cuando me dieron el premio de la Bienal de Córdoba salté a Nueva York, tiré la corbata, me puse los vaqueros y no me los saqué nunca más.
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