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Provinciales > A días del incendio

Ponerse de pie tras la tragedia: “Estamos viendo si vuelve a nacer Danyo”

Lo dijo Armando Guerrero, el dueño de la indumentaria que vistió a cientos de alumnos sanjuaninos y clubes deportivos.

05 de mayo de 2021

El domingo pasado, los sanjuaninos fueron testigos de cómo uno de los locales de indumentaria colegial y de deportes histórico de San Juan perecía por las llamas de un incendio. Indumentarias Danyo, tras 30 años de servicio a la comunidad educativa y deportiva, hoy pone en duda si volverá a ponerse de pie y renacer de sus cenizas.

“Ayer (por el lunes) lloré todo el día. Yo dije: el día 2 de mayo falleció Danyo, pero gracias Dios estoy recibiendo ayuda de muchas empresas y algo de gobierno estamos viendo a ver si vuelve a nacer Danyo", dijo a DIARIO HUARPE su dueño, Armando Guerrero, de 70 años.

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El incendio acabó con todo el local y no se pudo rescatar nada. Foto: Gonzalo Medina / DIARIO HUARPE

Y no es para menos. Mientras los recuerdos del incendio pasan y se esfuman por su mirada, recorre los escombros de lo que alguna vez fue su negocio y calcula que las pérdidas han sido totales. “Ayer calculaba que hemos perdido cerca de $35 millones…hoy calculo que estamos cerca de los $50 millones. Si no hubiéramos salvado el depósito, donde están las telas, nos quedamos en la calle”, expresó.

Indumentarias Danyo nació oficialmente en febrero del año 1991, en esa misma casa sobre calle Esteban Echeverría a 50 metros de Avenida Libertador. “Esta casa era de mis padres y yo vivía en el fondo. Se la compre a mis hermanos y empezamos acá con mi esposa y las máquinas de coser”, recordó Guerrero.

Las llamas alcanzaron parte de la cocina y casa de Armando y Guillermina. Foto: Gonzalo Medina / DIARIO HUARPE

Su esposa es Guillermina Illanes, quien fuera la inspiradora del proyecto de vida que llevaría al matrimonio, que lleva unido 43 años, a convertirse en un referente de los uniformes colegiales. “Nos casamos en el año 78 y ella se hizo el vestido de novia. De chica veía a la abuela coser y ella empezó a hacer ropa para vender. Cuando no casamos, yo trabajaba en el correo durante las mañanas y le ayudaba a ella en las tardes. Los fines de semana nos íbamos a vender ropa a Angaco y 9 de julio y así invertíamos y comprábamos mercadería”, recordó.

Con el tiempo, y a medida que las ventas crecían, fueron sumando más máquinas y materia prima. Pronto se quedaron sin espacio en el fondo de esa casa paterna. Entonces empezaron a levantar más paredes y habitaciones para poder albergar más maquinaria y telas. “En el año 91’ abrimos el negocio. En el 94’ deje mi trabajo en el correo para dedicarme al negocio. Le pusimos Danyo por el nombre de dos de mis hijos en ese momento, Daniel y Yoel”, relató.

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El local nació en 1991 en la casa paterna de Armando y que luego hizo crecer con su eposa e hijos. Foto: Gonzalo Medina / DIARIO HUARPE

A pesar de haber hecho miles de uniformes para varias escuelas y clubes a lo largo y ancho de San Juan, aún recuerdan con cariño su primer encargo. “Fue para el Colegio Medalla Milagrosa cuando abrió. En ese momento tenían nueve alumnos solamente y les hicimos el uniforme a los nueve.  Yo soy muy devota de ella (de la virgen de la Medalla Milagrosa) y en ese momento le pedí que me diera una luz sobre que podía hacer y salió ese trabajo”, contó a DIARIO HUARPE  Guillermina, la otra protagonista del sueño Danyo.

Luego vinieron las primeras sucursales, sobre calle Mendoza antes de General Paz y luego una de las más conocidas, sobre calle Mitre antes de Entre Ríos. Luego se expandieron hasta Trinidad donde fueron los encargados de hacer los uniformes para el Colegio Santo Tomás de Aquino, entre otros.

Armando recorre los escombros mientras recuerda el incendio. Foto: Gonzalo Medina / DIARIO HUARPE

Con tres hijos, solo uno de ellos continuó con el rubro y junto al matrimonio, en el negocio de la indumentaria, mientras que los otros dos hicieron su vida fuera de San Juan: uno de ellos en Tierra del Fuego y otro en Chile.

Ahora, con Indumentarias Danyo reducido a las cenizas y con parte también de su casa quemada que ahora deben reconstruir, todo parece un final para Armando y su esposa. “Estoy realmente sorprendido por toda la solidaridad de los empresarios, la gente y los vecinos. También con Bomberos. Estoy muy agradecido con todos. Ahora veré si empezamos de cero como lo hicimos desde el principio…con una máquina de coser”, cerró.

El incendio que acabó con todo

El incendio se produjo, aparentemente, por una carga de tensión en una línea en el interior del local, alrededor de las 14.40 en esa casa de Esteban Echeverría. “Yo estaba por ver el partido de San Lorenzo porque soy hincha y mi esposa me dijo que salía humo detrás de la heladera. Cuando fui atrás vi todo el humo y supe que se estaba incendiando”, contó Armando.

En pocos minutos, las llamas quemaron todo el local y parte de la cocina y la casa y cinco dotaciones de Bomberos llegaron hasta el lugar para extinguir las llamas. “Me salvé dos veces de perilla. Tomé el matafuegos e intenté apagar algo del fuego, pero el calor y el humo no me dejaron. Después reventaron los vidrios que de haber estado cerca me cortan. Como se derritieron los cables, uno me cayó cerca y si me tocaban me electrocutaba. Fue un desastre”, dijo.

En poco menos de una hora el local se vio reducido a escombros y personal del bomberos tuvo que contener a Armando y su familia que con desesperación intentaban advertirles que echaran agua en el depósito. “Si se me quemaba el deposito me quedaba en la calle. Tuve un pico de presión de 19 y cuando me llevaron al Castaño (la clínica) recién bajé a 16. Fue terrible”, resumió.

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