Vivimos en un mundo competitivo en el cual se valora a los más fuertes y a los ganadores. Por el contrario, son dejados de lado los más débiles, los perdedores.
Visitando algunos enfermos internados en centros de salud me expresan con diversas palabras que sus posibilidades vitales se limitan al perímetro de la cama y su angustia pareciera desbordar el mundo.