Provinciales > Escuelita de valores
Daniel Zambrano, el entrenador y padre que contiene a los chicos de Santa Lucía a través del fútbol
POR REDACCIÓN
Daniel Zambrano sabe que hay cosas que no se negocian. Y una de ellas es la felicidad de sus hijos y la de todos los niños y niñas que asisten a su escuelita de fútbol. “A veces me dicen ‘estás loco Dani, si llevaras a tus chicos a una buena escuelita de fútbol no sufrirías tanto’. Pero esto para mi es impagable y se te llena el corazón cuando los ves felices”, dice el padre de tres.
Él encabeza la escuelita de fútbol Los Santitos de Santa Lucía desde hace cinco años, ubicada en el callejón Arroyo al norte de Avenida Libertador en Alto Sierra. Allí, Daniel, de 40 años; su esposa, Natalia Miranda, su “pilar fundamental” y sus tres hijos de 14 años y los mellizos de 10 años, reciben a 80 pequeños de todo el departamento y otras zonas. Creado como un espacio para que los chicos crezcan con los valores de la disciplina y el respeto aún sin no cuentan con los recursos económicos para asistir, levantando como escudo las consignas del trabajo deportivo, inclusivo y social.
“Paso la mayor parte de mi vida y mi tiempo en esta escuela con mi familia y los niños. Gracias a aquellos padres que pueden aportar, los chicos que no pueden colaborar por diferentes motivos también son bienvenidos. Hemos comprado botines nuevos y usados, y todo lo que haga falta dentro de nuestras posibilidades”, resalta a DIARIO HUARPE el entrenador.
Pasaron por muchos lugares antes de tener el suyo propio. Con esfuerzo y dedicación, labró con sus propias manos un terreno que le prestó su padre y sembró la tierra con césped para hacer realidad su sueño. “Mis hijos me inspiraron a hacer esto. Comencé con ellos y sus amiguitos y algunos vecinos. Son mi motor más grande. Pasamos por un montón de lugares y alquilamos antes de llegar acá. La preparamos por dos o tres años y recién este pudimos empezar a usarla”, recuerda Zambrano.
Con categorías de los 6 a 15 años, Daniel y su escuelita también practican la solidaridad puertas afuera. Durante el terremoto de enero, asistieron a las víctimas del mismo en Pocito poniéndose en contacto con una escuelita del Abanico en ese departamento. Pero tal vez el trabajo y compromiso solidario más grande se dio con la ley de fibrosis quística: es que uno de sus hijos de 10 años sufre esa enfermedad y se esfuerza para mantener su tratamiento.
“Nos enteramos de esto cuando mi hijo tenía 4 meses. Nos pusimos en contacto con Atilio Garay, un padre que salió a pedalear por la ‘ley de fibrosis quística’ y vino hasta acá. Con la escuelita juntamos muchas firmas por esa ley y terminamos con él en un acto en la plaza de Santa Lucía. Fue muy emotivo”, relata Daniel.
Sosteniéndose a veces con lo que gana en su trabajo en un taller de revisión técnica y el aporte de los padres, Daniel tiene solo un objetivo para el premio: mejorar el predio. “Estamos preparando una cancha más grande para 11 jugadores. Usaría ese dinero para mejorar el predio con un pozo de agua o construyendo vestuarios y todo lo que ayude a los chicos. Sería un gran logro para nosotros”, cerró.