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Provinciales > Historias sanjuaninas

Daniela, la sanjuanina que pasó de hacer ropa para Barbies a bordar vestidos de alta costura

Se hizo un lugar en podio en un concurso internacional. Quedó novena entre más de 100 participantes. Una historia que comienza en la niñez y se sigue escribiendo.

05 de julio de 2021

Las redes sociales cambiaron la forma de comunicarnos y relacionarnos con los demás,  y también vinieron a ser pequeños museos para contar historias. Esta comienza con una foto en Instagram, involucra un concurso internacional y un origen que se cosió en la infancia y dio las últimas puntadas en la adultez. Esta es la historia de Daniela García de 39 años, la sanjuanina que comenzó diseñando ropa para sus muñecas y ahora vive de la alta costura.

De San Juan a Cancún

Daniela García ganó notoriedad participando en un concurso por Instagram. Concurso organizado por la diseñadora ucraniana Kateryna Olek. Fue una challenge en el que participaron 1585 personas de más de diez países, de esos solo 176 llegaron con la fecha límite y entraron en la selección 100 vestidos.

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En la votación Dani quedó novena, novena entre el centenar de vestidos entre los que había diseñadores con 20 años de trayectoria.

“Fue una experiencia súper enriquecedora, donde me desafié a mí misma, aprendí y perfeccioné muchas técnicas y acabados, fue mucho aprendizaje”, comenta Daniela.

Y sobre su participación comentó: “Yo si bien tenía toda la ilusión del mundo, sabía que era prácticamente imposible ganar, de hecho pensé que no iba a llegar a terminarlo porque no tenía las telas adecuadas y suficientes, así que tuve que teñir telas con tinturas naturales como el te, tuve que recortar y formar mis propios bordados para que las telas me rindieran en cantidad”.

“Tuve que teñir telas con tinturas naturales, como te”, resuena en el taller. Ahí hay algo, un retazo de experiencia, porque la votación no fue pública, su vestido fue elegido por otros diseñadores. Ahora la historia de inicio, la de la niña que jugaba con Barbies.

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Hágalo usted misma

“La verdad es que realmente no sé de dónde nació mi pasión por el diseño, mi mamá siempre bromea y dice que ella no sabe ni enhebrar una aguja”, dice Daniela.

Si identifica que en la casa de sus tías había máquinas de coser y con ellas jugaba. Primero copiaba diseños de revistas, pero no quedaba en la imitación. La Dani niña se recostaba en el suelo sobre papeles de diario y copiaba su silueta.

“Vivía diseñando ropitas a las barbies” cuenta entre risas.

Su primera máquina se la compró con 17 años, cuidaba casas y la plata que reunió de esos trabajos fueron a parar a una máquina Florencia que hasta hace tres meses seguía funcionando. Ahora que lo mira de atrás se da cuenta que la pulsión creativa siempre estuvo ahí, porque a pesar de todo lo contado, Daniela no se dedicó al diseño desde ahí, pasó por una "carrera de verdad", porque saltar al vacío siempre da vértigo.

Se recibió de licenciada en administración de empresas, pero no ejerció porque algo le incomodaba en esas comodidad dibujada sobre el agua. "Yo sabía que lo que realmente amaba hacer era diseñar y coser. No concebía ni concibo hacer otra cosa", dice mientras mueve unos moldes en papel madera para hacer lugar en su taller.

Hilo, aguja y paciencia

Hace aproximadamente 10 años empezó  a diseñar para presentarse en las ferias de diseño independiente que se realizaban en la provincia en hoteles, salones de eventos y hace unos cinco años se animó a tomar pedidos a medida.

En la actualidad tiene un local de ropa, el “Avant Garde Espacio de Diseño” donde vende las prendas de su marca "Daniela García". En ese lugar está su atelier donde confecciona prendas a medida, en su mayoría de fiesta, la alta costura y cóctel es lo que más le gusta diseñar y donde más cómoda se siente.

El negocio de prendas está sobre Perito Moreno 94 Norte, tiene una vidriera en donde exibe sus creaciones. Al entrar el perfume de sahumerios se mezcla con el de la tela, a un costado está la pequeña habiación en la que se sintetiza la vida de daniela.Múltiples máquinas de coser, entre las que está esa primera Florencia, carretes de hilos, una pava para el mate, modelos sobre maniquiés, moldes colgados sobre la puerta, una pequeña plancha y un espejo en el que cientos de novias, quinceañeras y egresadas se vieron vistiendo por primera vez una prenda hecha artesanalmente que atesorarían en sus recuerdos.

"Es un trabajo artesanal, algunas veces agotador pero a mí es lo que realmente me apasiona. Por momentos es hasta terapéutico", dice entre risas. "Me pongo a coser y me olvido de mi alrededor, pueden pasar horas y horas sin darme cuenta, a veces son momentos de mucha tranquilidad y sobre todo de felicidad plena", finaliza.

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