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Desesperado pedido de ayuda de una familia que está a punto de quedarse sin casa

Deben desalojar el lunes y se ofrecen como serenos para tener techo.

07 de noviembre de 2020

Una tetera ennegrecida por hollín aguarda paciente entre las cenizas hasta la hora del mate. Cerca, el carbón de la leña usada para cocinar el almuerzo reposa silencioso como otra escena cotidiana de una casa de familia. A causa del coronavirus, Fabricio y Paola se quedaron sin trabajo y sobreviven de changas y vendiendo artículos de limpieza. Pero el último jueves, no fue un día común para los Flores. Fue un día fatídico: se enteraron que debían desalojar la casa donde viven, sin luz ni gas, porque iba a ser derrumbada y Asistencia Social dice que se llevará a su pequeño hijo de 5 años si no encuentran una vivienda digna pronto.

Así, sin más, Fabricio Flores y Paola Ochoa, de 24 años, junto con su hijito Walter, de 5 años, vieron la poca tranquilidad que habían adquirido como familia después de cinco años sin hogar perturbada una vez más. “No tenemos dónde vivir. No tenemos agua ni gas, y vivimos como podemos cocinando con leña y usando velas” cuenta Paola, afligida, pero intentando ser fuerte.

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Su flagelo comenzó hace cinco años, a poco de nacido su hijo Walter. Por aquel entonces vivían en el fondo de la casa de su madre en la Villa Santa Bárbara, en Albardón. En esa casa, como podían, sobrevivían en el fondo en una habitación hechas con palos y nylon donde soportaron las afrentas de la intemperie en los fríos inviernos e insoportables veranos. Y cuando la lluvia aparecía, se convertía en una odisea. “Nos llovíamos parados. Me tenía que quedar a cuidar las cosas para que no se mojaran. No podía entrar a la casa de mi suegra porque no había lugar. Hemos pasado por situaciones muy feas” cuenta Fabricio, que hace dos semanas se quedó sin trabajo por un posible caso positivo en el lugar donde era ayudante de albañil.

Walter, de 5 años, ha vivido con sus padres todas las aventuras de sus sitaución. Foto: Gonzalo Medina / Diario Huarpe.

Así vivieron hasta el nacimiento del pequeño Walter y sus primeros años de vida. Hartos de esa situación, la voluntad de la familia para salir adelante los llevó hasta la casa de la hermana de Fabricio donde también vivieron un tiempo. Pero, una vez más, terminaron en la calle.

La fe y el trabajo hizo que, el mes pasado, una amiga de la familia les prestara el viejo rancho de adobe donde están viviendo ahora, en calle Lozano al sur de calle España, en Albardón. El lugar no cuenta con puertas ni ventanas y a pocos metros del mismo se encuentra las zanjas donde las aguas estancadas del barrio van a parar.

“El lugar estaba hecho un desastre, pero lo fuimos dejando bonito. Limpiamos, puse los caños para hacer un baño y tapé las ventanas”, cuenta Fabricio, quien tuvo que poner de sus propios y pocos ahorros para hacer de ese lugar abandonado uno más digno para vivir. El hogar no cuenta con luz ni gas, por lo que la familia debe alumbrarse con velas y cocinar a leña, lo que también supone un presupuesto. El infortunio hizo que, el año pasado, les robaran una garrafa y un anafe los dejaran sin la posibilidad de adquirir otra.

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Paola debe cocinar con leña para su familia y alumbrarse con velas para mantener la casa junto a Fabricio. Foto: Gonzalo Medina /Diaro Huarpe.

Otra vez la mala suerte mostró su cara y ahora deben buscar un nuevo hogar. Es que la dueña del terreno tiene planeado derrumbar el lunes esa estructura hasta hace poco deshabitada. “Es un peligro que vivamos así. El lugar es muy inseguro. Ella y nosotros lo sabemos y por eso la entendemos y no guardamos rencor. Más que nada por el niño. Por eso nos dijo que el lunes mandaba la máquina para tirar la casa”, cuenta Paola. Ahora, desesperados, buscan nuevo lugar para vivir.

Fabricio perdió su trabajo como ayudante de albañil y ahora trabaja como changarin para mantener su familia. Foto: Gonzalo Medina / Diario Huarpe.

Desde el nacimiento de su hijo, la joven pareja ya tiene los nudillos agrietados de golpear puertas pidiendo una solución a su situación. Paola y Fabricio pidieron ayuda en el municipio y en ese entonces, según cuenta la pareja, les dijeron que les iban a dar una casa, pero todo termino en promesas. Desde el IPV hasta la Dirección de la Mujer, los Flores han llevado su carpeta con documentación con la esperanza de tener una vivienda y vida familiar digna.  Ahora también corren el peligro de que Asistencia Social se lleve a Walter dada las condiciones en las que viven y el riesgo de contagio por coronavirus. “Nos hemos cansado de ir. Desde el 2015 que voy, he ido hasta embarazada y siempre nos dijeron que ya nos iban a ayudar y nunca nos ayudaron. Siempre hemos estado los tres solos. Yo lo quiero es salir adelante con mi familia, como siempre lo hemos hecho nosotros tres”.

A pesar de todo, los Flores siguen juntos y buscan salir adelante a pesar de todo. Foto: Gonzalo Medina / Diari Huarpe.

Ahora, apelan a la solidaridad de los sanjuaninos para poder vivir en paz, dignidad y en familia. “Estamos buscando una casa o una finca para poder vivir”. Fabricio Flores sabe realizar trabajos de albañilería y electricidad. Paola Ochoa se ofrece para realizar trabajos domésticos. Ambos se ofrecen a cuidar y limpiar el lugar donde se les otorgue vivienda o trabajo como serenos de propiedad. Para ayudar y comunicarse con ellos, llamar al 2645 239 512 (Paola) o al 264 630 3808 (Fabricio).

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