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Genesaret: el centro que educa para volver a vivir

Fabiola y Edith trabajan en el centro que acompaña a las personas que ingresaron o salieron del penal de Chimbas y buscan un mejor futuro.

POR REDACCIÓN

02 de noviembre de 2021

Vanina Vedia dio su primera entrevista como mujer libre. Si bien la libertad que le otorgaron es condicional, no puede ocultar la emoción al pensar que volverá a ver a sus tres hijos. Tampoco al pensar que aquel lugar que muchos ven como el final, ella lo vio como un principio para cambiar.

“Pensarán que estoy loca, pero doy gracias de haber ido al penal. Si no hubiera sido por eso no sé qué estaría haciendo ahora” dijo a DIARIO HUARPE sentada en el lugar que hoy le dio la chance de rehacer su vida: el Centro Genesaret, un lugar de apoyo y contención para los sanjuaninos que recuperaron su libertad o están por hacerlo. Desde peluquería hasta pastelería, el centro da herramientas para que aquellos fueron internos o todavía lo son puedan reinsertarse en la sociedad y personas que, por diversos motivos, no pudieron acceder a la educación. El centro también trabaja sus programas con perspectiva de género.

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El curso de peluquería impartido por Edith Moreno en el centro ganó popularidad y es uno de los mas requeridos. Foto: Gonzalo Medina / DIARIO HUARPE

El penal de Chimbas no es solo el lugar donde los sanjuaninos que no respetaron o violaron la ley van a cumplir sus penas. Algunos ven ese lugar, también, como un escenario para la transformación. Y esa visión es la que comparte Fabiola Lara, profesora de inglés de profesión y coordinadora del Centro Genesaret. Este pertenece al Movimiento Fe y Alegría, del cual Lara es representante en la provincia.

“Buscamos lograr la integración social de las personas en situación de cárcel o algún conflicto con la ley y poblaciones que no han podido acceder a la educación. Brindamos herramientas para educación para el trabajo, competencias de educación emocional, lograr un proyecto de vida y repensarse para transformar sus comunidades”, dijo Fabiola a DIARIO HUARPE. El nombre del centro proviene de un pasaje bíblico y está ubicado sobre calle Santiago Ramón y Cajal, entre calles San Luis y San José en Capital.

Fabiola Lara, profesora y coordinadora del centro ubicado en la casa de sus padres. Foto: Gonzalo Medina / DIARIO HUARPE

Crecida en una familia católica, desde joven se interesó en el trabajo social y solidario. Pero el destino tuvo otros giros y, luego de graduarse en la Universidad Nacional de San Juan como profesora de inglés, partió a Inglaterra a hacer un máster en educación en la Universidad de Brighton con su esposo y dos hijas. Sin embargo, a pesar de todos los atractivos que el país anglosajón podía ofrecer, su San Juan pudo más y volvió.

Fabiola y su esposo en Inglaterra, por allá por los años 2000. Foto: Gentileza

“En Inglaterra enseñaba español en el profesorado de lenguas extranjeras. Pero nunca nos fuimos con la idea de quedarnos. Siempre tuve el deseo de volver”, dice nostálgica. Para 2004, Fabiola ya estaba de nuevo en Argentina. Y tras llevar una vida profesional cómoda, en 2016 decidió aceptar tal vez su más grande desafío: trabajar con la pastoral del penal de Chimbas.

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“Para ese entonces mis dos hijas ya estaban grandes y pensé que mi vida necesitaba un horizonte más grande. Sentí una necesidad de servir a la sociedad y dejar una marca más fuerte que me trascendiera”, explicó. Entonces se puso en contacto con el padre Eduardo Gutiérrez, a cargo de la pastoral en el Servicio Penitenciario, y puso a disposición la casa de sus padres. Y así nació Genesaret.

Edith Moreno siempre estuvo ligada a la peluquería y hoy la enseña en el penal de Chimbas y el Centro Genesaret. Foto: DIARIO HAURPE

Edith Moreno es estilista. Es católica y la vida la cruzó con Fabiola en un retiro espiritual. Conocedora del oficio de peluquería prácticamente desde su infancia, nunca se imaginó que terminaría en el penal dando clases a internas y en el centro.

“A Fabiola la conocí en un retiro mientras estábamos en la cocina y me dijo ‘algún día Edith vamos a trabajar juntas’ y me invitó a participar. Le conté de mis ganas de seguir enseñando peluquería y me llamó a sumarme”, recordó Edith mientras dialogaba con DIARIO HUARPE. “Al principio tenía miedo porque no sabía con qué me iba a encontrar.  Pero después de dos años dije que sí”, relató. Y así, ese año, comenzó a dar clases de estilismo en el sector femenino de la Penitenciaría y en el centro, usando sus propias herramientas y materiales para enseñar.

Las estudiantes del centro, al igual que las del penal, usan las herramientas y materiales que el centro y la propia Edith tienen. Foto: Gonzalo Medina / DIARIO HUARPE

La vocación docente llegó a su vida cuando ejerció entre el 2000 y 2004 como profesora de peluquería en un curso de capacitación laboral en una escuela de Pocito. “Me encantó dar clases. Cuando alguna de las chicas faltaba iba a buscarlas a su casa para que tuvieran oportunidad de aprender. Y entonces me quedó esa atracción por la docencia”, contó. Y con Genesaret, pudo cumplir ese anhelo en 2019. “Hay personas que no quieren cambiar, pero otras si se esfuerzan un montón y quieren superarse. Es hermoso ver las ganas de crecer y como trabajan. A mí me llena el corazón”, dijo emocionada.

Vanina es una de esas alumnas de Edith que asistió a sus clases en el centro que dirige Fabiola, cuando obtuvo las salidas transitorias en marzo de este año. A principios de octubre, recibió la libertad condicional en una condena por robo que la mantuvo encerrada durante cuatro años.

Vanina Vedia puede ahora vivir en libertad, aunque condicional, con sus tres hijos y seguir aprendiendo. Foto: Gonzalo Medina / DIARIO HUARPE

“Me encantaría abrirme una peluquería y abrir mi propio local. Quiero terminarlo. Adentro (cárcel) tenés mucho tiempo para pensar y ahora quiero demostrarles lo mejor a mis hijos”, expresó emocionada. Sus hijos tienen 13, 12 y nueve años y son su nuevo camino. “Ahí valoras lo que son los hijos y la familia. No pude terminar de conocer a mis hijos y ahora están tan grandes. Yo les pido perdón por todo y ellos me han perdonado”, reflexionó.  

Al igual que Vanina, otras internas aprenden y buscan un mejor mañana ya sea en el penal o en el centro, que siempre tiene las puertas abiertas a quien se acerque a golpearlas. “Mucha gente conoce las cárceles. Son esos lugares de la vida donde uno no puede salir y pueden estar en cualquier parte. Ahí uno empieza a empatizar un poco. Uno puede elegir como vivir cada cárcel, aprender que la libertad es elegir y la madurez de desapegarse”, cerró Fabiola.

Edith cree en el milagro de las pruebas de transformación que ve a diario. “Estar ahí o en el centro y ser testigo de esa transformación… Siento que es un milagro que se puede ver”, cerró y agregó: “Y quiero seguir dando clases hasta que Dios me lo permita porque realmente lo disfruto”.  

Vanina ahora disfruta de sus hijos y busca ser un mejor ejemplo para ellos. Y también planea hacer un nuevo curso en Genesaret de pastelería para seguir aprendiendo. Y ella, mejor que nadie, sabe que quien quiere cambiar, puede hacerlo si se lo propone. “Nunca imaginé que iba a terminar en el penal. No todas las personas quieren hacer el cambio, pero quien quiere puede hacerlo”, y aconsejó: “Uno deja un montón de cosas afuera cuando llega al penal. Y a los que pueden llegar, me gustaría decirles que piensen dos veces antes de actuar”.

El Centro Genesaret camina de la mano de los testimonios de quienes pasan por sus aulas, sosteniéndose en la fe: la del cambio y la de crecer.

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