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Departamentales > El éxodo y el desarraigo en primera persona

Nostalgia, dolor y bronca en el alma por el desarraigo

La historia de Carlos Pedernera, un lagunero que por la sequía se tuvo que separar de la tierra que lo vio nacer.

POR REDACCIÓN

06 de septiembre de 2019

Carlos Pedernera es descendiente del pueblo huarpe de las Lagunas de Guanacache. Hace más de 30 años se fue de la tierra que lo vio nacer. Tenía tan solo 22.

Carlos contó que ese día con su esposa alzaron en brazos a sus hijos, agarraron lo poco que tenían y se fueron por la huella más larga, por las dudas que algo pasara en el camino que los hiciese arrepentir de la decisión que habían tomado. Pero, nada de eso pasó y con angustia, tristeza y lágrimas en los ojos, siguieron su destino en busca del pan que en las Lagunas ya no tenían.

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Carlos asegura que con las lagunas secas ya nadie podía pescar; nadie podía sembrar; no se podía producir nada. La vida se hacía cada vez más difícil, más cuesta arriba.

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“Sin quererlo tuve que tomar la decisión de irme a buscar vida”, manifestó Carlos. “y a pesar de que ya tengo mi vida hecha aquí, si me dicen que las aguas volvieron a las Lagunas, sin dudarlo, vuelvo al lugar donde nací y me crié para no perder nuestra descendencia”.

El llamado

El territorio de las lagunas se encuentra a casi 40 kilómetros (tierra adentro) de la villa de Media Agua, departamento Sarmiento. 
Al lugar se accede por huella a campo traviesa y solo con movilidades altas.
En la zona están los puestos Alto de Las Hormigas, La Isla con Jumel, Morales, La Tosca, Gonzales, El Salto 1, 2 y 3; Aurelio Díaz, La Tormenta, Laguna del Toro, La Tordilla, El Tamarindo y La Vaca Parada. 
Hoy viven alrededor de 200 personas de diferentes edades con una población aproximada de 80 niños. Pero, como dicen los lugareños: "otra sería la realidad si las lagunas estuviesen llenas de agua". Es que la población huarpe de las Lagunas hoy asciende a más de 900 miembros. Es decir, más de 700 almas fuera de su territorio, que andan penando el desarraigo.

“Todos los que somos nacidos en las Lagunas y nos tuvimos que ir, queremos volver, porque sabemos que vamos a vivir mejor y  porque el espíritu de la laguna siempre nos llama”.

La resistencia

Las familias laguneras que todavía siguen en el territorio, resisten la adversidad en todas sus formas.
 



Resisten no tener acceso a ninguno de los servicios. Ni si quiera al del agua potable (el municipio les lleva agua en tanques con suerte, cada 15 días).
Resisten y le dan batalla a las complicadas huellas para salir o ingresar de su territorio.
 



Resisten la sequía.
Resisten el olvido.
Resisten la discriminación. 
Y como ellos dicen: 
"Los que quedamos, seguimos y seguiremos resistiendo por nuestros hermanos que se tuvieron que ir y por nuestros hijos que no lo quieren hacer".
 

Agua y caminos

“Lo único que pido de mi parte para todos los que están aguantando en el territorio, es el agua y los caminos”, dijo Pedernera.  “Y principalmente, que nos devuelvan el agua. Porque el agua ha sido de los huarpes”.

Y luego agregó:

“Si no largan el agua de arriba, todo se va a perder. Se va a perder el lugar; se va a perder la historia y la cultura de nuestras raíces”.



“Yo siento como que estamos abandonados”, dijo Pedernera. “Parece que para algunos no existimos. Cuando en realidad ahí nacimos, ahí nacieron nuestros ancestros y ahí estuvimos antes que cualquiera”.
Por último Carlos dijo: 
“Antes no mataron con armas. Y ahora, como no lo pueden hacer, no sacan el agua”.

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