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Comunidad > Desesperación en 25 de Mayo

Puesteros de Las Trancas necesitan el acueducto: "No tenemos agua ni para tomar"

En una de las regiones más olvidadas del departamento 25 de Mayo, al límite con San Luis, más de 80 familias rurales siguen sobreviviendo sin acceso al agua. La sequía extrema, la falta de respuesta estatal y el colapso productivo empujan a los puesteros de Las Trancas a una situación límite. Piden que se construya de una vez el acueducto prometido hace años.

POR REDACCIÓN

Hace 19 horas
Sin agua y sin futuro, las generaciones nuevas se van, dejando atrás campos secos, casas vacías y un modo de vida que se extingue.

Las familias puesteras de Las Trancas, en el extremo Sureste de la provincia de San Juan, viven una crisis humanitaria que empeora día tras día. En medio de una sequía histórica y con recursos cada vez más escasos, reclaman la inmediata construcción del acueducto prometido desde hace décadas por los distintos gobiernos provinciales. Ya no hay agua para beber ni para sostener los animales, único sustento de estas comunidades rurales.

La desesperación se refleja en cada testimonio. “Antes cavábamos a seis metros y encontrábamos agua. Hoy cavamos a pala más de diez y no hay ni una gota”, cuentan con angustia. “No podemos seguir esperando. Nos estamos quedando sin animales, sin comida y sin ganas de vivir”.

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Pozo balde, hecho a pala y pico.

Una historia repetida: pedidos ignorados y vidas al borde del colapso

El 5 de noviembre del año pasado, los pequeños productores y puesteros del departamento 25 de Mayo, junto a sus abogados Javier Alamino y Ariel López, presentaron formalmente una nota al gobernador Marcelo Orrego solicitando la construcción de un acueducto y la recuperación del caudal del río San Juan. La iniciativa fue motivada por una declaración del ministro de Infraestructura, Fernando Perea, quien había asegurado a DIARIO HUARPE que el proyecto del acueducto sureste estaba siendo “evaluado” por técnicos de OSSE.

La respuesta, hasta el día de hoy, ha sido el silencio. Mientras tanto, las familias rurales ven morir sus animales, secarse sus represas y desaparecer su forma de vida.

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Una voz entre el polvo: carta abierta al gobernador

Esta semana, una vecina de Las Trancas decidió elevar nuevamente el reclamo, con una carta directa al gobernador. La puestera y madre de tres hijos, expresó:

“Soy ganadera y dependo exclusivamente de la cría de animales para subsistir. Me quedan 180 cabras y ovejas, después de haber vendido muchas por no poder mantenerlas. Mis hijos dejaron la escuela para ayudarme. El agua que compramos es carísima. Esta situación es desesperante. No hay agua en el río, las represas están secas, no llueve nunca. Lo poco que conseguimos es cavando pozos de balde. Necesitamos que hagan el acueducto desde Encon hasta Las Trancas, ya”.

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El testimonio de la puestera refleja la realidad de decenas de familias que no tienen sueldos fijos y que dependen enteramente de la ganadería en un ecosistema que se muere por falta de agua.

La sequía, los aviones y la ausencia del Estado

Uno de los temas que más indigna a los puesteros es la actividad de aviones rompe tormentas, que según denuncian, dispersan las lluvias para proteger cultivos de alto valor como la vid, el pistacho y el olivo. “Vemos los aviones y después, nada... ni una gota”, cuentan. “Por esa actividad que nadie controla, también nos estamos secando nosotros. Las lagunas no se llenan, las aguadas desaparecen”.

La represas para los animales ya no tienen agua.

A esta grave situación se suma la completa inacción estatal. El municipio de 25 de Mayo intenta llevar agua con camiones tanque, pero la frecuencia es insuficiente: una vez cada 20 o 30 días. La cantidad, además, no alcanza: entre 7.000 y 10.000 litros por familia, solo para consumo humano. Para el resto, los puesteros deben contratar camiones cisterna, pagando hasta $100.000 por 10.000 litros. Una suma impagable para cualquier familia rural sin ingresos estables.

Sin agua, los animales mueren de sed.

El abandono de la producción: del segundo polo ganadero a tierra desierta

Las Trancas fue, años atrás, una de las zonas ganaderas más importantes de 25 de Mayo. Hoy, está cerca de convertirse en tierra abandonada. “Antes había verde, había vida, agua, animales, producción. Hoy no nos quedan ni las ganas de seguir”, lamentan los productores.

Los más jóvenes abandonan el campo. Sin agua y sin futuro, las generaciones nuevas se van, dejando atrás campos secos, casas vacías y un modo de vida que se extingue.

La sequía y desolación de un pueblo olvidado.

Un reclamo legal, justo y urgente

Los puesteros no solo reclaman desde la desesperación: también lo hacen desde el derecho. Amparados en la Ley Nacional N.º 25.688, que reconoce al agua como un derecho humano esencial, y en el Código de Aguas de San Juan (Leyes N.º 4148 y 190-L), recuerdan que el uso humano y animal debe ser prioritario frente a cualquier otro destino del agua.

Los más de 80 puesteros de Las Trancas y zonas aledañas reclaman algo básico: agua para vivir. “No pedimos lujo, no queremos nada gratis. Solo agua. Porque sin agua, no podemos vivir ni trabajar”, insisten.

El acueducto que no llega: ¿cuánto más puede esperar el interior profundo?

A solo 50 kilómetros, en El Encón, existe una perforación. Y en San Luis, el acueducto provincial pasa a solo 1.700 metros de Las Trancas. Sin embargo, ninguna gestión ha sido efectiva para acercar el agua hasta donde realmente se necesita.

El municipio reconoce no tener los recursos técnicos ni económicos para encarar una obra de esta magnitud. Por eso, la solución debe llegar desde el Gobierno provincial.

Sin agua , no hay futuro.

Una cuenta pendiente con los olvidados de San Juan

Los puesteros de Las Trancas sienten que fueron abandonados por el Estado. “Nos sentimos a la buena de Dios”, expresan, sin vueltas. “Ya no nos queda más que seguir gritando. Aunque sea para que alguien nos escuche antes de que esto termine del todo”.

Este drama silencioso que se vive campo adentro, en el extremo de San Juan, debe dejar de ser invisible. La falta de agua no es una circunstancia: es una emergencia humanitaria y ambiental que necesita respuestas concretas, urgentes y duraderas.

Orilla del rio San Juan. Donde antes había pasto y agua, hoy el desierto mismo.

Deuda histórica

La situación en Las Trancas es un símbolo del olvido que sufren muchas comunidades rurales del interior profundo de San Juan. Con una producción en retroceso, familias al borde del colapso y promesas incumplidas, el reclamo por el acueducto ya no es un pedido más: es un grito desesperado de quienes luchan por seguir existiendo en su tierra.

El agua es un derecho. Y negarla es condenar al olvido a quienes, pese a todo, siguen resistiendo.

 

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