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Trabajó 12 años en Falabella y no consigue empleo: tiene 4 hijos y un esposo con esclerosis múltiple

Todos los días se levanta y sale a repartir currículum. Asegura que nunca lo vio como un trabajo porque se sentía feliz e iba con una sonrisa, pero ahora se despidió llorando.

22 de marzo de 2021

Desde hace 12 años, Belén Mejiba, de 41 años, se levantaba temprano todos los días para ir a trabajar a Falabella, la tienda en la que encontró a su segunda familia y que este 31 de marzo cierra sus puertas para siempre en San Juan. Ahora, cada mañana agarra su mochilita colmada de currículum y sale a repartirlos. Empezó hace poco más de tres semanas con ese accionar, después de acordar el retiro voluntario y hacer duelo.

Estuvo dos días en la cama llorando, pero se dio cuenta de que debía seguir, ya que ella es la que saca adelante a su familia compuesta por sus hijos de 12, 13, 18 y 20 años y su esposo que no puede trabajar porque tiene esclerosis múltiple. El duelo sigue, pero cada día se levanta con la esperanza de conseguir un empleo y con la ilusión de que al abrir su correo la hayan convocado a una entrevista laboral. Aunque esto aún no ocurre.

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En la tienda fue consultora, cajera y también trabajó en la sección de deportes. Su último día fue el miércoles 17 de febrero. Cuando llegó la hora de retirarse, las lágrimas invadieron sus ojos y, como recuerdo, pidió a sus compañeras que le tomaran una fotografía en la puerta del lugar al que asistió durante tantos años de su vida.

Su último día de trabajo les pidió a sus compañeras que le tomaran una foto en la puerta de la tienda. Foto: gentileza.

“He llorado mucho, estuve dos días en la cama, sentía odio, bronca, estaba como enojada. Mi hermano de Córdoba, que siempre es el que me levanta, me decía `el tiempo va curando las cosas´ así que creí en esas palabras y me ayudaron a levantarme”, cuenta a DIARIO HUARPE.

Pasó dos días en la cama de duelo, pero ahí se dijo a sí misma: “Tengo que levantarme y volver a empezar”. Imprimió algunos currículums y al día siguiente salió a repartirlos, accionar que cada día repite. Todavía no consigue empleo, pero tiene esperanzas de que llegue una nueva empresa y tome a los trabajadores de la tienda chilena que cierra sus puertas en la provincia. “Falabella nos formó, nos capacitó, hicimos muchos cursos, pero el tema es afuera que no hay nada de trabajo”, admite.

Belén viene de duelo en duelo. Hace seis meses falleció su papá, después su compañero de trabajo que era su amigo y murió por coronavirus y ahora perdió el trabajo: “encima nos dijeron de un día para el otro”. Es que un sábado fue a trabajar de forma normal y el lunes por la mañana a todos los llamaron a una reunión en la que les dijeron que Falabella iba a cerrar. Apenas escuchó esas palabras se puso a llorar. Lloraba ella, lloraban sus compañeros, lloraban los jefes, lloraban los gerentes, lloraban todos.

No sólo lloró por la angustia de quedarse sin trabajo en medio de una situación familiar compleja, sino también, porque conocía las historias de sus compañeros y se ponía en sus lugares. “No hay uno que no se haya ido llorando”, cuenta.

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“Yo no lo veía como mi trabajo, iba con gusto, con una sonrisa y ahora nos despedimos llorando. Es muy fuerte lo que estamos viviendo”, afirma.

Lo que más la angustia es su situación familiar. Ella aceptó el retiro voluntario así que recibió una suma de dinero, pero no sabe hasta cuándo va a estar sin empleo así que tratan de ajustarse porque no sabe cuándo va a conseguir uno nuevamente. Además, no quiere que sus hijos trabajen porque los dos más grandes estudian y desea que sigan haciéndolo.

“Yo quiero trabajar, es el mejor legado que me dejó mi papá y quiero dejarles la mejor enseñanza a mis hijos”, comenta.

Belén es quien mantiene a su familia que está conformada por cuatro hijos y su esposo con esclerosis múltiple. Foto: gentileza.

La solidaridad después del dolor

Apenas se enteraron del cierre de la tienda, las trabajadoras de ahí hicieron un grupo de WhatsApp para ir enviándose ofertas laborales que observen en las redes y en diversos lugares. Lo hicieron para que no todas vayan a presentar el currículum al mismo lugar y, de esa forma, aumentar las posibilidades de que las contraten. Todas atraviesan el mismo dolor, pero su solidaridad fue más fuerte, por eso decidieron unirse y enviarse la información cada vez que vean que en algún lugar buscan personal.

Las trabajadoras de la empresa crearon un grupo de WhatsApp en el que se envían datos sobre búsquedas laborales. Foto: gentileza.

Algunas de ellas comenzaron emprendimientos y sus compañeras ayudan a difundirlos. Otras, esperan con ansias que las llamen desde algún empleo. Mientras tanto, siguen unidas y enviándose fuerzas en este complicado momento que atraviesan.

Un clima laboral inolvidable

“Aparte de este trago amargo, me llevo la mejor experiencia laboral”, dice Belén. Cree que lo mejor que se lleva de esa etapa de su vida es la amistad con sus compañeros, los valores que le enseñaron, la humanidad que había ahí y la unión entre todos.

“Nosotros compartíamos la misma mesa con los chicos de limpieza, de seguridad, éramos todos una sola persona. Ahí no había jerarquías, éramos todos iguales, no había diferencia entre los directores, gerentes, empleados, éramos todos uno solo y trabajamos en equipo y con gusto. Dejamos todo en esa tienda”, cuenta.

Asegura que cada vez que habla de Falabella le dan ganas de llorar porque le marcó la vida y, principalmente, la ayudó a madurar debido a que ingresó cuando se enfermó su marido y comenzó ella a ser el sostén de su hogar.

El clima laboral que había en la tienda era algo que apreciaba. Se sentían a gusto trabajando e iban con una sonrisa. Cada evento que había significaba un festejo en el que todos se distendían. Fue así que vivieron festejos por el Día de la Madre, el Día del Padre, el Día del Niño y hasta por el inicio de la primavera, cuando generalmente les alquilaban un salón para que todos puedan compartir.

Recuerda con alegría los festejos que les realizaron en diversas épocas festivas. Foto: gentileza.

“Te daba gusto ir a trabajar porque había un clima laboral que no se ve en ningún lado. Nos hacían sentir en nuestra propia casa”, cierra la ex empleada de la multinacional.

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