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Un águila guerrera celeste y blanca

El 13 de febrero de 1812, mientras estaba al frente del Ejército que la Primera Junta había enviado a Paraguay para sofocar a los rebeldes que la desconocían, Manuel Belgrano solicitó formalmente al Primer Triunvirato que se establezca de modo oficial el uso de una escarapela nacional.

El 13 de febrero de 1812, mientras estaba al frente del Ejército que la Primera Junta había enviado a Paraguay para sofocar a los rebeldes que la desconocían, Manuel Belgrano solicitó formalmente al Primer Triunvirato que se establezca de modo oficial el uso de una escarapela nacional. Argumentaba que los diferentes cuerpos del ejército que existían en ese momento utilizaban escarapelas de diferentes colores, y que era de suma utilidad unificarlas ya que todos esos ejércitos defendían la misma causa y por lo tanto debían uniformar su distintivo.

 El  Triunvirato aceptó el requerimiento de Belgrano y el 18 de febrero de ese año 1812 dio reconocimiento formal a la “escarapela nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata”, con los colores blanco y azul-celeste. El decreto oficial establecía lo siguiente:

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“Sea la escarapela nacional de las Provincias Unidas del Río de       la Plata, de color blanco y azul-celeste, quedando abolida, desde esta fecha, la roja que antiguamente se distinguía”.

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 Pues esta referencia no solo sirve para ilustrar el nacimiento de la escarapela nacional, sino también para empezar a entender el origen de los colores que inspiraron a Belgrano para crear, nueve días después, la bandera nacional. Es que efectivamente, lejos está de ser cierto que el ilustre prócer creó nuestra bandera mirando al cielo; por el contrario, se inspiró en los colores que el Triunvirato había elegido para crear la escarapela pedida por Belgrano.

           

La cuestión es determinar por qué el Triunvirato eligió esos colores para la escarapela.  La hipótesis más probable es que provengan de la Real Orden de Carlos III de España.

Veamos. Carlos III de Borbón fue el rey de España entre 1759 y 1788. A su fallecimiento lo sucedió su hijo, el Príncipe de Asturias, quien gobernó como Carlos IV, quien a su vez, en 1808, también fue sucedido por su hijo Fernando VII.

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 Ahora bien, antes de ser rey, como lo señalé, quien luego sería Carlos IV fue el príncipe de Asturias, y siéndolo, se casó en 1765 con María Luisa de Borbón, con quien durante cinco años no pudo tener hijos. Esta circunstancia preocupaba mucho al rey Carlos III, porque se ponía en peligro la prolongación de la dinastía.

Esa dificultad que el príncipe de Asturias y esposa tenían para engendrar, hizo que el rey Carlos III rezara desesperadamente a la Inmaculada Concepción de la Virgen. Pues al parecer las oraciones dieron su fruto, no solo porque finalmente nació su primer nieto (Carlos Clemente Antonio), sino porque luego nacieron otros trece, de los cuales seis fallecieron antes de cumplir los cinco años de edad. De esos catorce hijos, la segunda fue Carlota Joaquina (quien luego fuera esposa del rey de Portugal Juan VI), y el noveno fue Fernando (quien luego fuera rey de España cuando se produjo la emancipación y la independencia de nuestro país).

En agradecimiento a la Virgen por el nacimiento del primer hijo del príncipe de Asturias, el rey Carlos III, en 1771, creó una “condecoración” que sería otorgada a aquellas personas que se destacaran especialmente por sus buenas acciones en beneficio de España y de la Corona. Esa condecoración es conocida como la Real y Distinguida Orden de Carlos III. Es hasta hoy la más distinguida orden o condecoración que entrega el gobierno de España

 Los símbolos de esa condecoración u orden, son una cruz de ocho puntas con los colores azul y blanco esmaltados, y una banda de seda azul con bordes blancos. ¿Por qué esos colores? porque son los que identifican a la Inmaculada Concepción de la Virgen, a la que tanto había rezado el rey para que la mujer de su hijo le diera un nieto. Pues de allí provienen los colores que el Triunvirato, en 1812, eligió para crear la escarapela nacional.

 Belgrano había quedado tan entusiasmado con la adopción de este distintivo, que pocos días después diseñó una bandera con los mismos colores, y al inaugurar las baterías Libertad e Independencia, en Rosario, la habría hecho jurar el 27 de febrero de 1812, informándole al gobierno nacional lo siguiente:

          “Siendo preciso enarbolar bandera, y no teniéndola, la mandé          hacer   celeste y blanca, conforme los colores de la escarapela             nacional”.

Significa entonces, que los colores de nuestra bandera, encuentran su origen más remoto en los colores de la Inmaculada Concepción de la Virgen, y el más inmediato en la Escarapela Nacional creada el 18 de febrero de 1812.

 Lo cierto es que esa nota en la que Belgrano notificaba al Triunvirato que había mandado a hacer la bandera con los colores celeste y blanco, fue escrita y enviada el 27 de febrero de 1812. Pues suele decirse que ese día es el de la “creación de la bandera” o el “día en el que se izó por primera vez”. Sin embargo Belgrano, en su misiva, solo afirma: “la mandé a hacer blanca y celeste”, pero no afirma que la haya hecho flamear. Tampoco describe, en esa carta, cuáles son las características de la bandera que había mandado a confeccionar; solo refiere a los colores, pero no se sabe si la “mandó a hacer” con dos o tres franjas, ni el sentido de las mismas (verticales u horizontales).

 Sin embargo ese mismo día 27 de febrero de 1812, el Triunvirato decidió cambiar el destino de Belgrano y ponerlo al frente del Ejército del Norte. El prócer cumplió la orden y se dirigió hacia su nuevo destino. De lo que no se pudo enterar Belgrano, sino hasta cuatro o cinco meses después, es de que el Triunvirato esta vez había rechazado el pedido de oficializar una bandera nacional. La notificación de ese rechazo llegó a Rosario cuando el prócer ya había partido hacia el Norte.

La cuestión es que el creador de la bandera, sin saber que el Triunvirato no había autorizado la oficialización de la misma, volvió a enarbolarla cuando se hizo cargo del Ejército del Norte, pero esta vez, además, la hizo bendecir y jurar en Jujuy el 25 de mayo de 1812, notificándoselo expresamente a las autoridades. ¿Era la misma bandera que había mandado a confeccionar en Rosario y que había llevado consigo a su nuevo destino, o mandó a confeccionar otra? Y si no hubiera sido la misma, ¿cómo sería esta nueva bandera que ahora sí hizo jurar? ¿sería igual que la anterior? Incógnitas difíciles de develar.

 A raíz de esta actitud de Belgrano de hacer jurar la bandera en Jujuy, el Triunvirato, que previamente había rechazado la sugerencia de crearla, volvió a llamarle la atención, por lo que nuestro héroe, entonces, decidió sacarla de circulación. Sin embargo un par de meses más tarde, en octubre de 1812, caía el Primer Triunvirato, motivo por el cual,  al producirse el triunfo militar del Ejército del Norte en la batalla de Salta (febrero de 1813), Belgrano volvió a enarbolar su bandera celeste y blanca.

Aún así, se mantiene la incógnita acerca de cómo era esa bandera. En este caso la respuesta podría encontrarse en un retrato que el artista Francois Casimir Carbonnier hizo de Belgrano en 1815, cuando éste fue enviado en misión diplomática a Londres. Allí se puede ver que, a la derecha y debajo de la imagen del general, el artista recreó una escena de la batalla de Salta, en la que se observa a un soldado llevando una bandera de dos colores: blanca arriba y celeste abajo, posicionados en sentido horizontal. Si Carbonnier, que era francés y no tenía la menor idea acerca de cómo era la bandera argentina creada dos o tres años antes por Belgrano, pintó la bandera de ese modo, es porque indudablemente tiene que haber sido el mismo prócer quien le indicara cuales eran las características de la insignia que él mismo había creado.

 Pareciera lógico pensar que la bandera fue tal como la dibujó Carbonnier, sobre la base de la información que seguramente la habría dado el propio Belgrano, y pareciera lógico que Belgrano la haya creado con dos franjas (una blanca y otra celeste) inspirándose en los colores y formato de la escarapela que el mismo Triunvirato había dispuesto (blanca en el borde con un centro celeste).

 Hasta aquí podríamos encontrarle lógica a la hipótesis según la cual nuestra bandera original fue celeste y blanca en dos franjas horizontales. La cuestión es determinar de dónde sale la bandera de tres franjas (blanca en el medio). La respuesta no parece ser sencilla.

Muy probablemente, ello haya sido como consecuencia del cambio que, en 1804, Carlos IV había realizado respecto de la banda que simbolizaba la Orden de Carlos III, la cual comenzó siendo azul con dos bordecitos blancos a los costados, y  pasó a ser de tres franjas: azul, blanco, azul.

Puede advertirse, entonces, que desde que Belgrano mandó a confeccionar una bandera con los colores de la escarapela, en febrero de 1812, la existencia de nuestra insignia patria fue confusa,  y al menos hasta 1816 no tuvo uso oficial.

 En efecto, el primer reconocimiento oficial de nuestra bandera lo realizó el Congreso de la Nación que el 9 de Julio de 1816 declaró la independencia en Tucumán. Fue el 20 de julio de 1816, cuando a través de una resolución firmada por su presidente, Francisco Narciso Laprida, se estableció lo siguiente:

“Elevadas las Provincias Unidas al rango de Nación, después           de la declaratoria solemne de su independencia, será su peculiar distintivo la bandera celeste y blanca que se ha       usado hasta el presente”.

Sin embargo se establecía que su uso quedaría restringido a los ejércitos y buques “en clase de bandera menor”, hasta que, terminadas las discusiones acerca de la forma de gobierno, “se fijen conforme a ella los jeroglíficos de la bandera nacional mayor” que adoptaría la Argentina. Esta terminología (bandera mayor y menor) dejaba entrever que el reconocimiento oficial a la bandera de Belgrano era transitorio hasta que se creara una bandera definitiva.

 Ahora bien, el Congreso decidió que la bandera menor o provisoria, sería la que “se ha usado hasta el presente”. ¿A qué se refería? ¿a la de dos franjas horizontales que aparentemente había creado Belgrano, o a la de tres franjas que se empezó a utilizar después? Pues se trata de una nueva incógnita que tampoco pudo ser despejada el 25 de febrero de 1818, por el mismo Congreso ya trasladado a Buenos Aires, cuando dispuso:

“Sirviendo para toda bandera nacional los dos colores, blanco y       azul, en el modo y forma hasta ahora acostumbrada, fuese       distintivo peculiar de la bandera de guerra un Sol pintado en medio de ella”.

Allí se seguía haciendo referencia a que la bandera tendría “el modo y la forma hasta ahora acostumbrada”. El problema seguía siendo que no estaba claro cuál había sido esa forma, pero al menos el Congreso aclaraba y definía que el color celeste sería azul y que se agregaría un sol para las banderas de guerra.

A excepción del gobierno de Rosas, en el que la bandera utilizada fue de color rojo, en los hechos quedó prácticamente oficializada por la costumbre la utilización de una bandera de tres franjas: azul celeste la de los costados y blanca la del medio.

Si bien el creador de nuestra principal insignia patria falleció en 1820, debieron pasar más de cien años para que se identificara ese día con el de la bandera. En efecto, el 8 de junio de ese año 1938, durante la presidencia de Ortiz, el Congreso Nacional sancionó la ley 12.361 mediante la cual se dispuso que el 20 de junio de cada año sería el “Día de la Bandera”, así como también que, ese día, sería feriado en todo el territorio de la República.

 El 24 de abril de 1944, durante el gobierno de facto encabezado por Edelmiro Farrell, se dictó el decreto 10.302, en cuyo Art. 2 se estableció lo siguiente:

“La bandera oficial de la Nación es la bandera con sol, aprobada     por el Congreso de Tucumán reunido en Buenos Aires el 25 de febrero de 1818. Se formará, según lo resuelto por el mismo Congreso el 20 de julio de 1816, con los colores "celeste y blanco" con que el General Belgrano creó el 27 de febrero de 1812 la primera enseña patria. Los colores estarán distribuidos en tres fajas horizontales, de igual tamaño, dos de ellas celeste y una blanca en el medio. Se reproducirá en el centro de la faja blanca de la bandera oficial, el Sol figurado de la moneda de oro de ocho escudos y de la de plata de ocho reales que se encuentra grabado en la primera moneda argentina, por ley de la Soberana Asamblea General Constituyente de 13 de abril de 1813, con los treinta y dos rayos flamígeros y rectos colocados alternativamente, y en la misma posición que se observa en esas      monedas. El color del Sol será el amarillo oro.

 Este decreto, a partir del cual quedaron definidas las características de nuestra bandera nacional, tenía una particularidad: disponía que los particulares solo podían utilizar la bandera sin el sol. Pero varios años más tarde, el 25 de julio de 1985, durante la presidencia de Raúl Ricardo Alfonsín, el Congreso de la Nación sancionó la ley 23.208, en virtud de la cual se dispuso.

“Tienen derecho a usar la Bandera Oficial de la Nación, el Gobierno Federal, los Gobiernos Provinciales y del Territorio Nacional de la Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, así como también los particulares, debiéndosele rendir    siempre el condigno respeto y honor”.

 

 

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