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Economía > nutrición

Ley de etiquetado: cómo impactará en las familias sanjuaninas más vulnerables

Una especialista que lleva cinco años investigando la alimentación en la provincia plantea un debate clave: hasta dónde se puede elegir cuando el bolsillo no alcanza.

30 de octubre de 2021

La Ley de Etiquetado Frontal se presenta como una herramienta para que los consumidores elijan mejor a la hora de alimentarse. Al etiquetar los productos con una cantidad excesiva de grasas, grasas saturadas, sodio, azúcar u otros productos no recomendables, los compradores pueden elegir con qué llenar el carrito. Yanina Rodríguez, una nutricionista que lleva cinco años investigando cómo es la alimentación en la provincia plantea un aspecto que esta norma no podrá solucionar: aquellas familias que igual no podrán elegir.

Buena parte de la información de la información proviene de un estudio de casos que realiza para su tesis doctoral para la UNSJ, donde trabajó directamente con familias para conocer qué comen. La alimentación en la provincia tiene deficiencias y las dietas están compuestas en su mayoría de hidratos de carbono, tomate, papa, ajo, cebolla y en menor medida carne y es deficiente en hortalizas y frutas frescas. Pero en las zonas menos vulnerables, explicó Rodríguez a DIARIO HUARPE, “muchas veces hay un conocimiento implícito de si lo que se come es bueno o es malo, pero la selección es porque son baratos en comparación frescos y cárnicos”.

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Aun así, para Rodríguez la ley servirá y algo solicitado desde hace tiempo por parte de los profesionales de la nutrición. “Le va a servir sobre todo a quienes tienen patologías asociadas a la alimentación, que tienen que leer un etiquetado complejo, también a personas que pueden optar entre un alimento y otro, la clase media”, aseguró.

El problema está en que quienes cuentan con presupuestos reducidos y apenas pueden alcanzar a cubrir la canasta básica, o la superan en ingresos pero tienen otros gastos, seguirán sacrificando la alimentación. “Pasa en los barrios más vulnerables, pero también en la clase media”, ejemplificó, “cuando una familia tiene que optar entre comprar zapatillas, comprar apuntes para que un hijo estudie o comer todos los días frutas que están caras, recorta en variedad y calidad de la dieta”.

Las ofertas de mayor calidad alimenticia, la producción local, los alimentos orgánicos, veganos o por ejemplo con producción ética y ecológica, suelen ser para un nicho reducido, de mayores ingresos. Es en estos sectores, con menos urgencias, donde se produce un replanteo pensado de la alimentación.

Una problemática compleja que la economía agudiza

Rodríguez aseguró que analizar la calidad de la dieta es algo que se debe hacer contemplando el factor cultural, social y económico. El consumo gira alrededor de las pastas, el arroz, tomate en salsa, zanahoria, papa, cebolla y ajo. De vez en cuando, y cuando la economía lo permite, suman manzana y banana. Pero esto no tiene que ver solo con lo que los comensales pueden comprar, también está relacionado al día a día de las familias.

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“Desde hace 20 años se nota una tendencia a los productos industrializados y la priorización de otros gastos antes que invertir en la alimentación”, explicó la nutricionista. Esto tiene que ver también con que en muchas casas no cuentan con el tiempo para cocinar.

Esto también es un factor en la cantidad de alimentos industrializados que existen en la oferta. “Cuando las mujeres salieron a trabajar, por realización personal o por necesidad, la industria alimenticia ofreció una alternativa segura y accesible”, explicó Rodríguez, alejándose del concepto de demonización de los productos procesados. Explicó que entender es necesaria una mirada desde la complejidad de la alimentación para solucionar estos problemas y que la ley de etiquetados, aunque útil, es solo un primer paso.

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