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El dolor en la familia del único sanjuanino que murió en la AMIA

Gustavo y Viviana son tío y hermana del joven que falleció en la fatídica mañana del 18 de julio de 1994. La tristeza sigue vigente a pesar de los años. Confían en que alguna vez habrá justicia.

POR REDACCIÓN

18 de julio de 2019

Pasaron 25 años y el dolor en la familia Antúnez sigue latente como el primer día. Todavía no pueden imaginar que “Jorgito”, como lo llaman cariñosamente, haya fallecido aquella mañana del lunes 18 de julio de 1994. Para ellos, esa jornada dejó de ser un día normal y se transformó en un duelo interminable. Esto es lo que relataron Gustavo Antúnez, el tío de la víctima y Viviana, la hermana. Ambos viven en el departamento San Martín.

Jorge Antúnez, nació en San Juan era hijo de madre soltera. A los 18 años decidió ir a probar suerte a Buenos Aires, meses antes había viajado su hermana Viviana y cuando se dieron las condiciones el joven fue a sellar sus sueños. Pensaba trabajar, ganar dinero y ayudar a sus  abuelos con los que prácticamente había vivido desde la niñez. Deseoso por domar la enorme ciudad, comenzó a trabajar en un café de calle Tucumán y Pasteur, justo en la intersección donde se ubicaba la  Asociación Mutual Israelita Argentina. Según contaron  sus familiares era un “chico gracioso, simpático y muy entrador”, tan así que al poco tiempo se hizo amigo de casi toda la cuadra. Pero el destino le jugó una mala pasada.

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Eran las 9.40 de la mañana del 18 de julio y Jorge salía de la cafetería con un pedido. La destinataria era Patricia una recepcionista de la AMIA, a la cual no le gustaba el café, pero ese día había salido muy temprano de casa, ya que había estado ayudándole a sus padres. Esa infusión era lo que ella necesitaba para pasar su día y Jorge muy gentilmente se lo llevaba, cumpliendo con su trabajo. Estando dentro del edificio, las agujas del reloj marcaron las 9.53 y una explosión terminó con su vida y la de 84 personas más.

“Nosotros estábamos en Palermo y escuchamos que algo había ocurrido. Sentimos una fuerte explosión y al enterarnos de la noticia fuimos a buscar a mi sobrino al café. Cuando llegamos no dijeron que él había ido a llevar un pedido a la AMIA, nosotros desesperados empezamos a mover los escombros por encontrarlo pero él no estaba por ningún lado”, contó a DIARIO HUARPE Gustavo Antúnez, tío.

Pasó una semana y el cuerpo de Jorgito no aparecía. Una noche fueron con plena lluvia a buscarlo y cada intento era un nuevo fracaso. El lunes 25 de julio aparecieron siete cadáveres entre esos el de él. La noticia los caló hondo, hasta el día de hoy viven con su recuerdo. “No merecía morir así, tenía muchos proyectos y todos quedaron esperando ver la luz”, dicen en su familia.

Lo que no entienden es que ya pasó un cuarto de siglo y la Justicia todavía no se expidió al respecto “acá impera la impunidad. No puede ser que esta causa, como tantas otras hayan quedado en el olvido, pero no tan sólo de los gobiernos o jueces, sino muchas veces de la sociedad”, dijo con la voz entrecortada Viviana, hermana.

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Ambos profundizaron en el aspecto político y cuestionaron con dureza el accionar del expresidente Carlos Menem por no haber resuelto este atentado, como de la ex SIDE y del Pacto con Irán que celebró el gobierno de Cristina Kirchner y que en el medio tuvo la muerte del fiscal Alberto Nisman “da la sensación que nadie hace nada, sólo se nos recuerda en la semana del atentado, pero este hecho no tan solo acabó con la vida de 85 personas, sino que muchos quedamos anclados al pasado sin poder construir nuestra propia historia”, señaló Gustavo.

Para ellos el recuerdo está intacto. Se acuerdan de las travesuras que hacía Jorgito de niño y también de lo miedoso que era a los ruidos principalmente. Si bien cuestionaron a la Justicia, ellos no ven la hora en que la causa AMIA sea resuelta.

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