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¿Qué hacemos con los niños en situación de pandemia?

Debido a que nos encontramos ante una crisis sanitaria y social sin precedentes que nos obliga a realizar un aislamiento social, preventivo y obligatorio, es que a los adultos se nos hace muy difícil sobrellevar muchas situaciones que implican un esfuerzo mayor, especialmente un esfuerzo emocional. Las preocupaciones del día a día, especialmente en lo referente a lo económico, lo laboral y lo preventivo a nivel de salud nos aquejan y nos desestabiliza. Pero si bien es difícil tenemos herramientas que nos permiten solventar esas crisis de una u otra manera, para bien o para mal, pero las tenemos. Ahora bien, ¿qué sucede con nuestros hijos y nuestras hijas? ¿Qué les genera todo eso a ellos, qué piensan y sienten? Esa es una interrogante que necesitamos solucionar.

En estas circunstancias es importante entender qué piensan, cómo entienden y qué sienten los niños con respecto a la pandemia, a la cuarentena y con respecto al Coronavirus. Para ello es necesario entender qué es lo que podemos hacer, cómo podemos ayudarlos y de qué manera.

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A continuación se presentan principios generales que ayudarán a los padres a intervenir favorablemente en el cuidado y contención psicoafectiva de sus hijos en estos tiempos de Pandemia. De ésta manera me permito dar un pantallazo general y significativo del trabajo que se encuentran impartiendo en este proceso de emergencia sanitaria los psicólogos y especialmente los psicólogos infantiles y los que trabajan con personas con Discapacidad, y destaco la importancia de un abordaje psicológico en pos de una mejor salud mental para los niños.

¿Cómo explicárselos?

Es fundamental primero entender como adultos que el procesamiento de la información de los niños es diferente. En ellos el esquema cognitivo se encuentra en vías de desarrollo. Por lo tanto nos encontramos con niños de 2 años con una inteligencia sensoriomotora, con niños de 2 a 7 años con un pensamiento solamente representativo, con niños de 7 a 11 años con un pensamiento lógico pero sólo en relación a objetos concretos y recién con niños de 12 años hasta el culmen de
la adolescencia con un pensamiento lógico y abstracto pero aun así de carácter inmaduro.

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Los niños son curiosos por naturaleza, así que desde que nacen se encuentran dispuestos a aprender. Claramente hay temas más fáciles de aprender que otros. Con ello se explica que toda información nueva que deban incorporar como lo son los conceptos de Pandemia, Cuarentena obligatoria y Coronavirus son quizás difíciles de procesar por sus esquemas cognitivos, por lo tanto permanece en ellos, al no poder lograr con éxito tal proceso, un intento por imaginar esas terminologías para dar un cierre de entendimiento, de esa manera solo los alejan de los contenidos reales y por ende se generan en ellos movilizaciones emocionales negativas (ansiedades, angustias, irritabilidad, etc.).

Es necesario, por lo tanto, manipular esos contenidos pero a un nivel más concreto y lúdico si así se quiere. La actitud que el adulto debe presentar a la hora de explicar esos conceptos debe ser segura, tranquila, calmada y asegurarse que el niño se encuentre disponible a receptar tal información, que escuche atentamente, que logre concentrarse, que mire a los ojos y que realmente lo entienda, si en tal caso no se logra llevar a cabo con dicha modalidad, hacerlo mediante el juego o mediante elementos lúdicos e interactivos es la mejor opción.

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Por ejemplo leer cuentos con gráficas, les recomiendo "Hola, soy Coronavirus" y "Quiero salir", acompañado de una explicación concreta y simple y de alguna actividad como por ejemplo dibujar al coronavirus y luego dibujarlo (disfrazarlo) de payaso (con el fin de amortiguar el miedo que le generan tal situación), o hacer una canción, o realizar un roll playing (actuar) una situación de enfermarse y luego sanarse de coronavirus o actuar siendo doctores que sanan a todos. Lo importante es manipular la información pero a un nivel más experimental, es decir actuando, jugando, viendo e/o imaginando (mediante contenidos reales).

Un factor también sumamente importante es la conducta de espejo, los niños absorben lo que observan de sus padres y de las personas significativas de su entorno, por lo tanto es fundamental que lo que le enseñemos también lo vean en nosotros, por ejemplo las conductas de higiene y prevención como lavarse las manos y ponerse alcohol y el barbijo.

Hay que entender que el niño necesita realmente comprender la información que les proporcionamos. Si al niño lo sientas y le presentas información nueva que necesitas que aprenda y el niño no está preparado para asimilar esa información pasarán dos cosas: o reproducirá sin realmente entender lo que dice o no entenderá y se sentirá desbordado de angustia y miedo (porque a esa información como es el caso de estas nuevas terminologías se le añade un impacto emocional fuerte). En definitiva lo que hay que hacer es adecuar, adaptar o ajustar esa información al lenguaje y conocimiento de sus hijos.

¿Cómo contenerlos emocionalmente?

El proceso emocional presenta un circuito neurobiológico diferente al de la inteligencia pero no obstante estos circuitos se encuentran en constante interdependencia. Dependiendo de la situación es que cada circuito dominará la interrelación de la persona con el mundo externo. En los niños se evidencia que el proceso emocional se va desarrollando como una primera instancia, se podría decir que inclusive antes que los procesos más finos de la inteligencia y el entendimiento. Es por ello que los sistemas aferentes de los niños captan con más solidez y facilidad estímulos de carácter emocional provenientes del mundo externo y de las personas significativas del entorno, aunque no lo demuestren ni lo digan, quizás porque no lo pueden poner (todavía) en palabras.

Desde la neurociencia se postula la existencia de un circuito cerebral compuesto por estructuras como la amígdala, el cíngulo, el tálamo y parte de la corteza cerebral, éstas estructuras permiten que el organismo se prepare y accione ante la señal de un peligro o funcione como una descarga de algún tipo de tensión interna. En el niño esas estructuras se encuentran en desarrollo, por lo tanto son estructuras inmaduras y por ende sus mecanismos de acción son limitados ante la señal (o presencia real) del peligro. Entonces por ejemplo si el niño llora, se encuentra angustiado, irritado, molesto, ansioso, sin motivaciones y cansado seguro está tratando de aliviar los tormentos o movilizaciones emocionales internas. Ésas son sus maneras de actuar ante tales movilizaciones emocionales.

En tanto así es necesario como padres o tutores de los niños lograr identificar esas señales y luego poner en marcha una serie de mecanismos como:

• Primero y fundamental mantenerse tranquilos y siendo concientes de sus reacciones de temor o ansiedad ante la presencia de los niños. Así como ellos imitan sus conductas, también absorben e imitan sus emociones.

• Es fundamental buscar alguna modalidad para lograr identificar las emociones de sus hijos y permitirse a los padres y niños trabajar en aspectos que a veces son muy difíciles de llegar. Existen dos pequeñas pero poderosas técnicas o tareas que les pueden servir de ayuda para ello.

    - La primera se llama "El termómetro del ánimo" que consiste en que el niño logre hacer un control de sus emociones y sea más conciente de ellos, lo que deben hacer es dibujar un termómetro que marque del 1 al 10, empezando desde abajo hacia arriba, el 1 equivale a sentirse muy bien y el 10 significa que se encuentra en la zona de peligro, es decir muy mal. Con ello se le pregunta al niño cómo se siente y luego de haber indicado el número escribir o decir por qué se siente así.
    - La segunda consiste en trabajar sobre las emociones negativas (tristeza, angustia, ansiedad e irritabilidad) y a partir de ello lograr modificar de a poco esas emociones. Lo que deben hacer es elaborar junto con el niño un cuadro (es importante que el niño se sienta partícipe de algo que en definitiva será para él/ella debido a que eso le genera motivación), podrían por ejemplo hacerlo en una cartulina, en él pondrán del lado izquierdo las semanas (semana 1, semana 2, semana 3 y semana 4) y en el lado superior los días. Cada día deben poner qué emoción positiva sintieron.

• A su vez es fundamental transmitirles calma y seguridad, contenerlos. Mimarlos en momentos específicos como al dormir, o hablar con ellos y decirles que esta situación es pasajera, que va a estar todo bien y que hay personas que se encuentran trabajando para que todo mejore.

• Elogiarlos en cada acción favorable, con respecto a tareas del hogar o con respecto a las tareas del colegio.

• En tanto así, no exigirles demasiado ni presionarlos al momento de realizar las tareas escolares, ya se han generado en ellos grandes movilizaciones internas como para que les proporcionemos aún más tensiones. Hagan las tareas en tiempos estipulados y con contenidos reducidos. Lo importante es que aprendan (lo que realmente puedan aprender) y no que hagan toda la tarea en tiempo récord sin ningún tipo de aprendizaje. Se sugiere incorporar modalidades lúdicas (mediante juegos y e incorporación de materiales como imágenes, gráficos, juguetes y material audiovisual) así sea más interesante hacer las tareas.

• Mantener lo que más sea posible el ritmo de rutina que se tenía antes del inicio de cuarentena, con el fin de no generar un quiebre o ruptura de la estructura, del orden y seguridad de la familia y el hogar.

• Mucho cuidado con la sobreinformación, se recomienda no exponer a los niños a noticias que generen estrés o ansiedad, buscar información o noticias de fuentes fidedignas. Aconsejo que los protejan de la información innecesaria, de las charlas entre los adultos o noticias negativas de contenido fuerte difícil de procesar para ellos.

• Generar momentos de conversaciones, de unidad familiar, aprovechar éste tiempo para reforzar los vínculos y conocer más aspectos de sus hijos. Preguntarles sobre cómo se sienten, qué piensan de determinadas cosas o situaciones.

• Respetar sus tiempos libres, compartir con ellos los tiempos de ocio y actividades placenteras. Pueden intercalar tareas del hogar o escolares con esos tiempos libres como modo de acuerdo ante la negación de hacer las tareas.

• Procurar hábitos de estimulación intelectual (leer cuentos, dibujar, escribir, realizar tareas cognitivas) y de estimulación emocional (realizar actividades artísticas y manualidades, dialogar, proporcionarles contención mediante demostraciones afectivas como abrazos, besos).

• Aprovechar los espacios al aire libre como el fondo de la casa y realizar juegos interactivos y activos específicamente para que logren hacer una descarga psicomotora y se desprendan de tensiones.

• Utilizar los medios audiovisuales para comunicarse con las demás personas, como saludar al resto de la familia que no ven, por teleasistencia (videollamadas, audios y videos).

• Finalmente comprender sus estados de ánimos y respetar así como sus deberes también sus derechos como niños.

Licenciado Lucas A. Quiroga
Psicólogo Clínico Infanto - Juvenil
Terapeuta en Neurodesarrollo y neurorehabilitación
M.P.: 1.382

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