Mediación: vamos a la escuela
Quienes leyeron mi último artículo, quizás recuerden que me permití reflexionar acerca de las vicisitudes de ese momento en relación al torneo clausura. Aclaro que el Club Paso de los Andes que lindaba con el patio de mi casa, es un club de mi lugar de nacimiento y crianza, en Albardón. Por Daniela
POR REDACCIÓN
Quienes leyeron mi último artículo, quizás recuerden que me permití reflexionar acerca de las vicisitudes de ese momento en relación al torneo clausura. Aclaro que el Club Paso de los Andes que lindaba con el patio de mi casa, es un club de mi lugar de nacimiento y crianza, en Albardón.
Por Daniela Patricia Almirón – Abogada – Mediadora Responsable de la Coordinación del Servicio Público de Mediación Del Poder Judicial de Puerto Madryn – Chubut
Bien, el clausura terminó, y la crónica de un descenso anunciado se confirmó. Mi River Plate descendió a la B, y lo peor, se los aseguro con el corazón no es el descenso, de las crisis nacen las oportunidades y yo creo en ello, lo dramático, vergonzoso, alarmante, fueron los desmanes en el contexto del partido. La contracara fue que pocos días después ascendiendo San Martín, y Gimnasia y Esgrima de la Plata dándose de cara al descenso, no sucedió lo mismo.
Es este un espacio para la justicia, y justamente por ello aprovecho para compartir con ustedes la desazón y el desconcierto que estas situaciones me producen, pero a la vez me alientan mucho más a continuar con mi trabajo. Sólo con el trabajo cotidiano de cada uno en su lugar, construyendo paz en cada espacio, será el granito de arena que aporta a la playa.
Adrián Paenza le prologó el libro “El Nacimiento de una pasión” a Alejandro Fabbri y dice: “El fútbol se originó como un juego, un entretenimiento. Devino en deporte y luego fue cooptado en buena parte del mundo por un grupo de mafiosos. Ellos nos quitaron y nos quitan lo mejor que tiene, o que tenía. Son los que lucran o medran con él”. El mismo Alejandro Fabbri agrega en la introducción: “Siempre se dijo que la ‘la historia la escriben los que ganan’ y que existe otra historia, más sencilla, menos heroica, que tiene que ver con los hechos de todos los días, son las ilusiones y esperanzas de cambiar algo para mejor. De darle cuerda al sueño que alguna vez tuvimos y que nos hace sentir una irrefrenable ansia de cumplirlo”.
Aún cuando trillado el tema, muchos coincidiremos que hasta no hace mucho tiempo, la familia, el club y la escuela, tenían mensajes comunes, coincidentes, de respeto al prójimo, de no violencia, de buenos modales. Cuando yo era chica, en el recreo jugábamos al tejo, a la pilladita, los chicos jugaban al fútbol y entraban sedados de transpiración al aula, y si nos peleábamos, al recreo siguiente ya nos habíamos abuenado.
Negar la realidad con la que convivimos no nos ayudaría opino, a superar las dificultades que se nos presentan. Es así que en mi oficina recibo de manera habitual para trabajar en mediación, situaciones de agresión que se producen entre alumnos de una institución escolar, ya sea dentro de la escuela, en la puerta a la entrada o salida. Son muy diferentes con qué recursos cada escuela cuenta, en relación a equipos de profesionales interdisciplinarios que puedan abordar estas situaciones. Si bien el equipo directivo interviene, como así también podrá intervenir un docente, cuya tarea específica es enseñar contenidos de naturaleza intelectual y normas morales, seguramente estas situaciones resultan desbordantes. Es así que en mi oficina trabajamos con situaciones de esta índole, a veces por derivación de la escuela, otras porque se radicó una denuncia en la Policía y llega al Servicio de Mediación vía Ministerio Público Fiscal.
También en mi artículo anterior compartí con ustedes algunas pautas sobre la justicia restaurativa, y la situación que narraré tiene que ver con la restauración del vínculo entre dos compañeros de escuela, adolescentes.
Eric y Juan se pelearon a la salida de la escuela, Juan terminó con una lesión en su cabeza, producto de la trompada propinada por Eric. Ambos son compañeros, asisten a una escuela de artes y oficios. Eric cuenta con 16 años y Juan con 18. Eric vino a la entrevista inicial acompañado por su madre, es un joven de contextura pequeña, muy risueño y de actitud dialogal. Aceptó el proceso de mediación y reunirse con Juan. Este último concurrió a la entrevista inicial acompañado por su novia, se mostró un tanto esquivo. No obstante aceptó el proceso de mediación, reunirse con Eric, y luego de que ellos pudieran conversar, aceptó que participara Mariana, su novia. Juan estaba curado de su herida y había seguido concurriendo a la escuela compartiendo el aula y actividades con Eric, si bien ambos manifestaron que no se hablaban. Ninguno sabía muy bien cómo había comenzado la pelea y además habían participado unos cuantos aliados. Ambos pudieron conversar en la reunión de mediación acerca de esas circunstancias, como así acerca de un malentendido de Juan, quien creyó que Eric, su amigo -porque eran amigos antes de que esto sucediera- tenía algún interés por su novia. La decisión de no hablarse devenía en una alternativa insostenible a largo plazo siendo estudiantes de la misma institución escolar y compañeros. Fue contundente que pudiesen dialogar y se mirasen, que se comprometieran a vincularse de otra manera más pacífica al momento de no tener coincidencias, y además que pudiesen transmitir esta vivencia a sus compañeros, y quizás incluso aplicarla en caso de conflicto con o de otros amigos. Me resuena la canción de La Mosca que canta “…Habrá que ir juntando pedacitos, armando despacito un sueño pa`soñar. Las primaveras serán para cualquiera Y pobre del que quiera robarnos la ilusión …”