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Piden asistencia urgente

Los vecinos del suroeste de La Bebida sienten que los tienen en el olvido

Pertenecen a más de 15 barrios del cinturón oeste de La Bebida. En la zona no tienen buenos servicios, la mayoría de las calles no están pavimentadas, los proyectos de plazas quedaron en la nada y hasta conviven con la basura.

POR REDACCIÓN

26 de junio de 2018

Las calles no tienen nombres. Las plazas proyectadas nunca se hicieron. La iluminación es pobre y escasa, al igual que el agua potable y el servicio de transporte público. La recolección de residuos no es la ideal, y la del verde y escombros, no existe. Los lotes baldíos que se encuentran en la zona no están cerrados y están llenos de basura. La escuela está superpoblada. El centro de Salud atiende medio día. Y la guardia policial hace lo que puede.

“Nos dieron casas a los que vivíamos en ranchos. Pero nos entregaron las llaves y con ello el olvido”, dijo Eduardo Bellido, uno de los vecinos del barrio Lagunas.

“Acá falta una planificación integral, para que de una vez por todas dejemos de vivir en la indigencia y podamos despegar a la inclusión y justicia social”.

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La mayoría llegó hace más de 10 años a la zona, en el marco del plan provincial de erradicación de villas miserias. Las barriadas están compuestas por familias de distintas raíces: unos oriundos de Santa Lucía, otros de Chimbas, de Capital, de Rawson y de Rivadavia.

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Hoy en la zona hay más de 15 barrios: el Nuevo Cuyo, el Lagunas, el Bernardino Rivadavia, el Marquesado I y II, el San Justo, los lotes 3, 41/25, 34 y 24, el Conjunto V y VI, el asentamiento Evita, entre otros centros poblacionales de la zona.

Tienen un Centro de Salud (que funciona de lunes a viernes medio día), un edificio escolar (primaria, secundaria y primaria Adulto Mayor, con más de 1000 alumnos) y una subcomisaria (la 34, que hace lo que puede).

En el olvido 

Todas las familias que viven en la zona oeste de la calle Comercio sur, pasó del rancho a la casa de material. Pero, y reconociendo el salto, todos piensan que la erradicación de la indignidad quedó solo ahí. Porque sienten que el ascenso fue solo de un escalón, ya que todo lo proyectado en materia de planificación quedó en el olvido.

“Si todo lo que nos dijeron que iban a hacer se hubiese cumplido, otra sería nuestra realidad”, dijo Perla Ríos, una vecina de los loteos. “Tendríamos los barrios con plazas, con centros comerciales, con playones deportivos, parques y arboledas. Calles pavimentadas, bien iluminadas y todas con sus respectivos nombres. En fin, barrios lindos y dignos para vivir”.

Según los vecinos, ya han ocupado tres veces la banca del vecino. Han hablado con diferentes funcionarios municipales y provinciales; no obstante nadie acusa recibo.

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“Todos se muestran preocupados al principio, pero se dan media vuelta y se olvidan que existimos”, dijo Ramón Luberchi, vecino del Rivadavia.

“Sentimos que no dieron las casas, pero nos volvieron a hacinar con la injusticia”.

 Convivir con la basura

Los que peor la pasan son los vecinos que viven la final de las barriadas. Es decir, los que les tocaron las casas lindantes al baldío.

“Esto ya no es vida” dijo Cintia Jaled, vecina del barrio Nuevo Cuyo, mamá de dos varoncitos, uno de ellos discapacitado (escoliosis múltiple).

“Todos los que vivimos en estos sectores convivimos con los malos olores, con ratas, alacranes, arañas y hasta con víboras”; y luego agregó: “Sinceramente, ya estoy cansada de todo esto. No es vida la que llevamos”.

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Cintia y sus vecinas contaron que por este tema puntual, en reiteradas oportunidades, han hecho los reclamos en el Municipio, en la secretaria de Medio Ambiente, en Salud Pública y hasta en el ministerio de Desarrollo Humano. Pero nadie se hace presente. Ni siquiera para constatar que lo que ellas cuentan, es verdad.

“Desde hace un tiempo, a los niños y a los grandes, nos están saliendo cosas en la piel”, contó otra vecina “y los médicos nos dicen a todos lo mismo: que son eruptivas por toda esta mugre”.

Por último, con un grado de resignación inconmensurable, la vecina sentenció:

“Ni siquiera el argumento de la presencia de un chico especial moviliza a quienes tienen que intervenir en esto. Se puede imaginar que esperanzas nos queda”.

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