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Provinciales > Falta de conciencia

Afirman que padres no llevan a tiempo al médico a sus hijos con problemas alimentarios

La nutricionista de una ONG que les brinda atención médica aseguró que son muchas las ocasiones en las que los padres priorizan que las afectadas terminen la escuela antes de que realicen el tratamiento que dura aproximadamente tres años.

08 de agosto de 2019

La adolescencia es el periodo más frecuente en el que se presentan los problemas alimentarios, enfermedades que, si no se realizan los tratamientos correspondientes pueden hasta causar la muerte. En medio de ellas hay una problemática: padres que no aceptan lo que viven sus hijas (principalmente son mujeres quienes los padecen). Al ocurrir esta priorización de la educación, algo de lo más frecuente, se deja de lado la atención médica y, por lo tanto, se sigue dañando el organismo.

Al respecto, la nutricionista de Asociación de Lucha contra los Desórdenes Alimentarios (ALDA) Celina Suvire dio a conocer que son muchas las ocasiones en las que entrevistan jóvenes, son diagnosticadas y son los padres quienes no aceptan la enfermedad, “nos ha pasado muchas veces que ellos priorizan la escuela”. Otras veces quedan de acuerdo en comenzar con la internación de día, ya que es de 8 a 17, pero son manipulados por las afectadas.

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Entre las generalizaciones que se destacan, la especialista aseguró que los hombres “suelen ver las enfermedades como un capricho, como algo que se les va a pasar”. Mientras que, “las madres son más objetivas”.

Los tratamientos que se realizan en ALDA son internaciones de día, horas en las que son atendidas por psiquiatras, psicólogas, nutricionistas, una asistente social y una enfermera. Para llevarlo a cabo es fundamental el acompañamiento de la familia ya que los tratamientos son largos y tienen una duración de tres a cuatro años por lo que es necesario que ellos tomen conciencia y las acompañen en el proceso.

La presidenta de ALDA, Silvina Perea, coincidió en que muchas veces “los papás se preocupan más porque terminen la escuela o la facultad”. A lo largo de los años ha notado que hay una falta de concientización por parte de los padres o tutores quienes deben entender que “el trastorno alimentario no viene solo, lo hace con intentos de suicidio y con autoagresiones”. Incluso, a veces son las afectadas quienes toman la iniciativa de comenzar el tratamiento y las personas a cargo no las dejan continuar. “Son los papás los que se preocupan porque pueden perder la escuela, no se dan cuenta de que lo que pueden perder es la vida”, comentó preocupada.

Luego de esto aseguran que ellos son los que las ayudarán y “a los meses llegan  a la ONG con intentos de suicidio de las chicas, con cortes, depresión y más”, contó. También aconseja a quienes se les presentan estas situaciones. “Siempre les digo, la facultad la pueden hacer ahora, mañana o pasado pero algún día podés llegar y encontrar muerta a tu hija, no vas a perder un curso, vas a perderla a ella y de eso no se vuelve más”, sostuvo con tristeza.

Es que tanto los papás de quienes se están tratando en ALDA como los profesionales que allí trabajan saben que los trastornos de la conducta alimentaria pueden hasta a llevar a la muerte a quienes los padecen ya que hay pacientes que han abandonado las terapias y han fallecido.  

Se debe tener en cuenta que la Ley 26206 de educación domiciliaria y hospitalaria tiene como fin garantizar el derecho a la educación de los alumnos que, por razones de salud, se vean imposibilitados de asistir con regularidad a una institución educativa por períodos de 30 días corridos o más.

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Funcionamiento de ALDA

Hace 14 años nació la asociación sin fines de lucro en la que brindan un tratamiento interdisciplinario a quienes sufren trastornos alimentarios. Allí son parte de un hospital de día en el que permanecen de 8 a 17, tiempo en el que son atendidas por diversos profesionales y también comparten colaciones y comidas.

A la entidad pueden asistir aquellas personas que cuenten con obra social -reciben todas- motivo por el que insisten en que quienes estén sufriendo la problemática y estén atendiéndose en el Hospital Rawson a pesar de contar con el servicio, lo hagan en ALDA y les den esas oportunidades a quienes realmente lo necesitan debido a que no pueden costearlos de otra manera.

De igual manera, hubo casos de personas con tratamientos que fueron financiados por Desarrollo Humano pero a veces las demoras en los expedientes retrasan las consultas. “Lo que buscamos es que desde el Hospital Rawson traten de canalizar todas las chicas sin obra social y que nos manden las que sí tienen porque las autorizaciones se demoran muchísimo”, explicó Perea.

Actualmente hay 15 chicas en tratamiento, aunque en el lugar tienen lugar para 30 así que aún pueden recibir a quien lo necesite, no antes de tener una entrevista con los profesionales.

La presidenta de la organización concientizó sobre el tema: “Esta es una enfermedad con tratamiento psicológico o psiquiátrico, no se controla con remedios, entonces hay todo un trabajo de equipo y día a día porque todos los días hay reacciones diferentes. Por ejemplo, un día comió y a los dos días se hizo otro corte o se encerró a vomitar”, explicó.

Además, profundizó en la gravedad de la problemática ya que en todo tiempo y momento se remarcan los estereotipos “ideales” a través de la televisión y redes sociales. Incluso, Perea informó que en las redes hay hasta grupos en los que enseñan cómo cortarse, cómo vomitar, cómo hacer las cosas para que no sean descubiertas, entre otras.

Etapas de la enfermedad:

La nutricionista Suvire advirtió que son tratamientos largos, para que se les dé el alta a veces pasan hasta tres o cuatro años, “pero todo depende de cada paciente”. Es que algunas llegan asumiendo que tienen la enfermedad y tienen ganas de recuperarse, mientras que, la mayor parte de las veces “es muy difícil que acepten que su comportamiento y su conducta alimentaria está enferma”.

La primera etapa incluye la aceptación de la enfermedad, después, sigue ver la forma en la que se la puede enfrentar y combatir para así comenzar con el tratamiento correspondiente. “Cuando entienden el camino de la salud siguen por él, puede haber recaídas, hay que ver que siempre pueden estar y también son buenas porque después de ellas salen fortalecidas”, indicó la nutricionista. Tras el alta llega un seguimiento de tres meses, como así también, desde la institución les brindan herramientas para que detecten los momentos en los que están por recaer.

Síntomas de alerta de la enfermedad:

Empiezan a comer con el celular al lado midiendo las calorías.

Comen mucha verdura.

Tienen una obsesión con el gimnasio y quieren caminar todo el día.

Pasan mucho tiempo encerradas en sus habitaciones.

Se ponen muy agresivas.

Se bañan todo el tiempo porque con el ruido de la ducha no se siente al vomitar.

Mienten.

 

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