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Bob Chow: "La literatura puede despegarse de la realidad todo lo que se le antoja"

POR REDACCIÓN

09 de octubre de 2019
El protagonista de "Invierno de impacto", la última novela de Bob Chow, emprende un viaje que lo deja en Túnez y en el que va a ejercer distintos roles: padre recién separado, hijo de una madre que acaba de morir, hermano de alguien que se perdió en el tiempo y espacio y amante de una mujer sublime, mientras proyecta cómo escribir y poder vivir de eso. En diálogo con Télam, el también autor de las novelas "El momento de la debilidad" y "La máquina de rezar" habló sobre el proceso de trabajo de este libro publicado por Entropía y adelantó que está trabajando en una historia situada en el barrio de Chacarita en el que vive, imaginándolo dentro de 130 años. "Es la primera vez que me esforcé por hacer lo contrario de lo que venía haciendo que era viajar para escribir, cambiar el ambiente y que el viaje ayude a sostener la trama porque si uno anda por Indonesia, Túnez o lugares raros siempre ocurren cosas que dan color", explica y asegura que será "una novela sumamente local", en un barrio "con edificios altos, superpoblados, un poco distópico con un tipo que trata de ser narcotraficante de una droga especial". -Télam: En la novela un personaje dice que "una ficción siempre necesita una verdad de la que despegarse". ¿De qué verdad partiste para escribir esta historia? -Bob Chow: Casi todo es verdad: como le sucede al protagonista mi madre murió, mi hermano está internado, fui a Túnez, lo que cuento sobre María Kodama sucedió. Cualquier afirmación necesita donde ser soportada. La filosofía, al igual que la ciencia, trata de mantener una correlación con la realidad, en cambio la literatura puede despegarse de la realidad todo lo que se le antoja. -T: El protagonista se llama Lee, que puede ser leído en inglés o como el verbo leer. -B.CH.: Viene de uno de los pocos escritores que venero que es William Burroughs, un autor que logró influir mucho en la literatura estadounidense desde un lugar muy antisocial. Lee es el pronombre de Burroughs. Por otro lado, cuando uno elige un personaje no está mal ponerle Lee, Bob o Tom, en vez de Rigoberto, porque el nombre del protagonista va a aparecer muchas veces, al menos en cierta forma de escritura en la que hay acción y sujeto. Si es tan largo va a ser incómodo desde el punto de vista de la escritura y de cómo el texto va a sonar musicalmente. Esas serían las dos ideas sobre Lee. -T: Lee dice muchas veces que está siendo escritor y considera que alguien lo es cuando puede vivir de lo que publica. -B.CH.: Esa es la definición de Luca Prodán de quien puede llamarse músico y la extendí a quién puede llamarse escritor. Alguien puede llamarse escritor cuando vive de la escritura. En la Argentina eso es muy difícil. No estamos inscriptos en el monotributo como "escritores", es más una pose. La idea del "estar siendo" la tomé de Patricia Blacut y me parece muy interesante. Por ejemplo, yo ahora me estoy dedicando a la filosofía y entonces, ¿ya soy filósofo? Hay una impostura en la actividad. -T: De alguna manera, la mujer de la que se enamora parece ser una musa pero a su vez es la que escribe el texto que da título a la novela. ¿Cómo pensaste ese aspecto? -B.CH.: Me gustaba el título y fue un ordenador ante el caos. "Invierno de impacto" es un hecho científico. El planeta tierra está siempre amenazado por meteoritos, es una forma de extinguirse. Los meteoritos grandes logran desintegrarse en la atmósfera y caen en la tierra produciendo el invierno de impacto. El impacto fue tan fuerte que levantó tanto polvo que tapó la luz solar y se produjo un invierno forzado, de muchos años, que hizo extinguir a las grandes bestias de aquella época, que eran los dinosaurios. -T: ¿Creés que la ciencia ficción da pistas de cómo vamos habitando este mundo cada vez más pendiente de máquinas y artefactos? -B.CH.: Tira aleatoriamente posibilidades y algunas las pega. El futuro es un secreto. Hay muchas posibilidades, una es que le estamos provocando a los ecosistemas tradicionales que predispongan un mundo de máquinas. Hay ciudades de Asia donde no se puede respirar, los niveles de oxígeno son criminales. Las máquinas tienen futuro y es posible que en un momento cada vez escuchen mejor, ya tienen ojos y pronto podrían tener conciencia. Estamos rodeados de cada vez mas objetos que no paran de evolucionar. -T: Hay varias citas de Borges y Houellebecq. ¿Qué te interesa especialmente de esos autores? -B.CH.: Son dos tipos muy inteligentes. Borges llevó la literatura a terrenos profundos, logró imponerse escribiendo cosas cortas, ideas fascinantes, sin escribir una novela. Prefiero volver a Borges antes que leer a un escritor contemporáneo. Houellebecq es un escritor malpensante y eso es una cualidad. Cuando pienso por qué me gusta un escritor o por qué me gusta tal mujer, creo que sucede lo mismo: puedo ponerme a pensar y lo puedo empezar a desgranar pero no más que eso. -T: ¿Hubo alguna lectura que te haya acompañado durante la escritura? -B.CH.: Muchas porque leo permanentemente: en los semáforos, cuando tengo que ir al banco, cuando espero que mi novia baje la escalera. Esa es otra desventaja que tenemos los contemporáneos porque no solo estamos rodeados de objetitos sino que estamos llenos de actividades estúpidas y no podemos dedicarnos a leer, a meternos en el lenguaje ni en cosas que nos nutran. Yo para escribir leo, y ahí hay un montón de cosas. Uno funciona más como editor que como escritor.
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