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Opinión

Construir dignidad, el gran desafío de la educación inclusiva

Lo necesario para que una niña o un niño tengan dignidad es que crezcan, desde el principio de su vida, en condiciones dignas

Lo necesario para que una niña o un niño tengan dignidad es que crezcan, desde el principio de su vida, en condiciones dignas.

Esto se manifiesta de una manera clara cuando, desde su primera infancia, experimentan la certeza de pertenecer incondicionalmente y de ser aceptados en toda su singularidad.

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Saberse parte de un núcleo familiar y comunitario que los reconoce, abraza y promueve sus características, deseos y vocación personalísima, construye las bases de una trayectoria sana e integrada. Crecer con la seguridad de vivir en un ambiente donde, sin importar lo que suceda ni cómo se exprese su humanidad, las relaciones serán afectuosas, responsables y positivas, construye una infinidad de posibilidades para desarrollar todo el potencial de la persona.

Si logramos como sociedad que nuestros núcleos familiares y comunitarios atiendan estas dos características del desarrollo de la dignidad humana desde la edad más temprana de nuestro devenir personal, estaremos poniendo los mejores cimientos posibles para el desarrollo integral de cada habitante de nuestro país.

Esta aproximación a la construcción de dignidad humana es bien comprendida por maestras y maestros en todo nuestro país. Abren las aulas, preparan las clases, desafían y motivan su pensamiento y el de sus alumnos, articulan proyectos, construyen identidad, diversidad y promueven valores sin cerrar puertas ni discriminar a nadie.

Sin embargo, el sistema educativo no siempre acepta incondicionalmente ni valora la singularidad en el ámbito escolar... algo se rompe allí. Es en ese quiebre donde se filtran aquellas representaciones sociales o prejuicios que atraviesan aún nuestra sociedad.

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Como sociedad hemos acordado y progresado en aquellos derechos irrenunciables que bregan por la protección de los niños, niñas y adolescentes. Entre ellos, el derecho a una educación inclusiva y de calidad para todos.

Los avances en las normativas que garantizan y amplían estos derechos ponen de manifiesto el compromiso ético y político de la gestión del Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología y sus pares en cada jurisdicción de nuestro país. Un ejemplo es la Resolución 311/16 del Consejo Federal de Educación, que abrió camino para el efectivo derecho a una titulación a los estudiantes con discapacidad, y garantizó la generación de datos estadísticos confiables y actualizados para la toma de decisiones, permitiendo así visibilizar a aquellos grupos poblacionales que históricamente vieron vulnerados sus derechos.

A partir de estos avances, estamos trabajando en asegurar la profundización de las reformas que hagan del sistema educativo un ambiente que garantice todas las posibilidades de dignidad humana, entendidas como las describimos anteriormente. El sistema deberá buscar nuevas estrategias de gestión, revisar su propia práctica e implementar adecuaciones, y avanzar hacia modelos de gestión, enseñanza y aprendizaje más accesibles y universales en sus componentes, a fin de que sus aulas se conviertan en espacios donde todos puedan acceder, aprender y alcanzar el máximo de sus potencialidades.

Hacia allí vamos: hacia escuelas que abren la puerta a su comunidad y que trabajan cooperativamente, aprendiendo unas con otras. Para que nadie quede afuera; para que nadie quede atrás.

Oscar Ghillione (Secretario de Gestión Educativa)
Cristina Lovari (Coordinadora de Educación Inclusiva)
Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología de la Nación

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