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El juego de la infancia, su salida laboral: Nicolás Loncaric, el inventor que divierte a niños por medio de experimentos
Tiene 22 años y creó un laboratorio didáctico.
POR REDACCIÓN
Curioso y decidido. Así es Nicolás Loncaric, un joven que con 22 años creó un laboratorio didáctico para entretener a los niños y jóvenes sanjuaninos. Sus abuelos le decían que era “una esponja” porque durante su infancia absorbía todo lo que veía y aprendía. Con esa definición, sumada a los conocimientos que adquirió, pudo hacer realidad su sueño de divertir por medio de la ciencia.
La pasión por la química y la física comenzó cuando apenas tenía seis años. Su mamá le regaló un juego con el que inventaba varios experimentos. Siempre estuvo atento a la composición de los cuerpos: partía todos los juguetes a la mitad para saber lo que contenían. Esa etapa de “destrucción” le servía para evaluar los elementos y así poder crear cosas nuevas.
Nació en el departamento Chimbas y hasta la actualidad vive en la Villa Observatorio. Su familia es tradicional, está conformada por sus padres y un hermano dos años mayor que él. Nadie está vinculado al mundo de las ciencias: su madre es ama de casa, mientras que su papá policía y bombero. De ellos adquirió el temperamento a la hora de tomar decisiones para lanzarse al campo laboral.
El surgimiento
A los 17 años terminó el secundario y Nicolás entró en una gran incertidumbre: “¿Qué sigo?”, se preguntaba constantemente y no encontraba una respuesta satisfactoria. Las propuestas académicas sanjuaninas no lo seducían. Su objetivo estaba anclado en Buenos Aires, pero para eso tenía que viajar y no tenía recursos económicos. Quería estudiar la carrera de Recreación y Tiempo Libre, pero eso le quedó en agenda.
Sin un horizonte claro en materia educativa y no teniendo experiencia laboral, empezó a repartir currículum por distintos locales y negocios. Tenía la idea de encontrar algún trabajo para sustentarse por lo menos algún tiempo. Entregó 32 cartas de presentación, pero nunca recibió el llamado.
Esto no opacó sus ganas de seguir adelante, sino que se reinventó. Miró a su alrededor y pudo sacar una solución rápida. Tomó sus juguetes infantiles y empezó a leer libros de experimentos. Juntó un par de combinaciones y se postuló para trabajar en eventos infantiles. Al principio y como en todo emprendimiento, le costó, pero el boca en boca fue fundamental. Terminado el primer fin de semana, las contrataciones para eventos infantiles crecieron cada vez más.
La tienda
Nicolás pensó que ahí todo marchaba bien, aunque no se imaginaba que dentro de poco estaba por atravesar lo mejor de su carrera. Con la ayuda de sus familiares consiguió un local en el centro sanjuanino y pudo instalar ese laboratorio didáctico que tanto soñó desde que era niño. De a poco lo fue equipando, cuenta que todo lo que hizo fue “a pulmón” y con mucho sacrificio.
Más allá de los juegos particulares, Nicolás vio una veta benéfica con su proyecto. El joven comenzó a realizar slime (gomas coloridas) para vender. En el apogeo de esto, tuvo éxito y pudo ponerse la tienda de su emprendimiento “Comparte”. Es ahí donde este año, signado por la pandemia, hizo clases online, pero ahora quiere recibir a los niños para que puedan crear sus propios experimentos dentro del laboratorio.
Proyección
El inventor sanjuanino no se queda ahí. Si bien no siguió una especialización universitaria, su investigación por medio de bibliografías e internet hizo que se convirtiera en autodidacta. Nicolás quiere triunfar a nivel nacional y transformar su laboratorio en una gran franquicia que pueda entretener a los chicos de todo el país.