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Enzo Enea, el paisajista que comenzó salvando árboles y terminó fundando un museo
POR REDACCIÓN
25 de enero de 2020
El Museo del Arbol, un hermoso parque de 75 mil metros cuadrados ubicado a orillas del Lago Zurich, fue inaugurado hace diez años por el arquitecto y paisajista suizo Enzo Enea para exhibir gran parte de los miles de árboles que salvó cuando iban a ser derribados en construcciones edilicias, una colección que alberga una gran variedad de especies centenarias y que visitan 40 mil personas anualmente. "Tuve que desarrollar una técnica de corte de raíces que permitiera transportar los árboles sin dañarlos; finalmente, encontré la manera estudiando a los maestros bonsái", cuenta en una entrevista con Télam Enzo Enea, conocido como "el coleccionista de árboles", cuya pasión lo ha llevado a plantar miles de ellos a lo largo de su vida. Lo primero que uno puede pensar, además de la rareza de esta colección, es en las dificultades evidentes de trasladar un árbol de un país a otro y así recuerda Enea las diferentes logísticas que ha tenido que emplear: pedir que cierren una ruta, organizar una escolta policial, utilizar un helicóptero o incluso pedir a una ciudad que corte temporalmente los cables del tren. "Pero todo esto vale la pena, porque si cortas un árbol, cortas el tiempo. Y el tiempo no se puede comprar", enfatiza Enea. Desde hace veinte años que este paisajista de museos, hoteles, edificios, bodegas y complejos de lujo en distintos países del mundo, colecciona árboles, aunque hace sólo una década que decidió fundar el Tree Museum, donde alberga además numerosas esculturas de artistas contemporáneos, combinando así botánica, arte, arquitectura y diseño. Obras de artistas como Jaume Plensa, Sylvie Fleury, Richard Erdman, Sergio Tappa, Claire Morgan, Cristian Andersen, Stella Hamberg y Kerim Seiler, entre muchos otros, se expanden por el predio, en un colorido contorno contra el horizonte de los Alpes suizos, con la premisa de exacerbar la estética de cada árbol, la sustentabilidad, su historia y su función vital única. La fascinación de Enzo Enea por los árboles comenzó cuando era niño y pasaba las vacaciones de verano en la huerta que su abuelo poseía en las afueras de Bolonia, Italia, donde -según cuenta- vivió un momento "casi místico". "¿Conoces la teoría de cómo el universo fue una vez un pequeño punto loco, y todo lo que conocemos y lo que no, estalla en un momento llamado 'el big bang'?", dice Enea de manera retórica. "Bueno. Ese pequeño punto loco para mí fue un durazno, un durazno del jardín de mi abuelo. Aun hoy me da escalofríos cuando recuerdo ese momento: todo el universo se condensó en un punto, este durazno mantuvo cada segundo de sol que hubo y con el primer mordisco que di a aquella fruta, deliciosa, jugosa, fresca, viva, tuve mi 'momento big bang'". "Es tan simple pero tan mágico a la vez -prosigue el coleccionista-. Trabajas con la naturaleza y ella te da todo lo que necesitas. El árbol encarna esta experiencia: lo plantas, lo curas y te agradece dándote frutos y aire. No llevo la cuenta de los árboles que he plantado pero seguro que son miles". - Télam: Usted ha dicho que en su museo, cada árbol, tiene su propia historia. ¿Puede contarnos una de esas historias, a modo de ejemplo? - Enzo Enea: Hay un ejemplar de castaño de Indias que una vez fue el centro de un pequeño pueblo de montaña en Suiza, en una época anterior a Internet, a los correos electrónicos y a los teléfonos inteligentes. Así que en lugar de comunicarse on line, los habitantes ataban sus mensajes a este mismo árbol. Dejaban notas anunciando noticias de su vida, vendiendo cosas o mensajes a otras personas. Este castaño era una combinación de Facebook, Twitter y Amazon mientras proveía sombra y oxígeno. - T: ¿Qué aprendió de los árboles? ¿Le han enseñado algo? - EE: Me enseñaron mucho sobre el tiempo, la paciencia, la fuerza y la cooperación. Si cortas un árbol, cortas el tiempo. Y el tiempo no se puede comprar. La paciencia es una virtud perdida, pero la necesitas para crecer, para tener éxito y disfrutar de los frutos. La fuerza mantiene unido aquello en lo que crees, te permite convertir tus sueños en realidad. Y la cooperación se aprende a valorar cuando trabajas, como yo, con profesionales de todo el mundo. Los seres humanos se necesitan unos a otros. Somos una sola entidad. Y como árboles nos comunicamos para sobrevivir. Muchos no saben que los árboles se comunican a través de redes de hongos subterráneas para transportar agua, carbono y otros recursos. - T: Ha diseñado los jardines de miles de edificios, museos y construcciones. ¿Alguno lo enorgullece especialmente? - EE: Mi filosofía es leer el paisaje local, el clima, la exposición al sol, el camino de la sombra y otras características que hacen al lugar. Lo que hago es incrustar nuestro diseño en el paisaje local. De esta manera, cada trabajo es armonioso y único. Pero el proyecto que más me abre el corazón es el Museo del Árbol, que combina la naturaleza, el arte y el diseño del paisaje de la manera que siempre soñé. - T: ¿Cuál es el elemento que no pueden faltar, desde su punto de vista, en el "jardín ideal"? - EE: ¡Usted! No olvide nunca quién vive o vivirá en este jardín. Es la vida de los que viven allí la que debe ser el ingrediente principal de un jardín. ¿Tienes o quieres tener hijos? Entonces necesitas espacio para jugar. ¿Quieres relajarte? Así que necesitas más sombra, tal vez algo de arte inspirador. - T: ¿Cómo fue la experiencia de trabajar los jardines del condominio Armani Residences, una torre diseñada por el arquitecto argentino César Pelli, que será inaugurado en marzo en Miami? - EE: Fue muy enriquecedor y estamos contentos de que nuestro diseño y filosofía encuentre tierra fértil en el extranjero. Un proyecto de este calibre siempre presenta desafíos. El paisaje necesitaba responder a factores ambientales y contextuales como su proximidad a la carretera, la playa y los vientos. Nuestro principal objetivo era expresar la necesidad de que los jardines sean extensiones del espacio vital para que el edificio y los jardines se perciban como un todo. Trabajando estrechamente con el cliente, el equipo y la constructora, pudimos conseguirlo y, en definitiva, es un proyecto que se erige como un orgullo en Sunny Isles Beach. - T: Este año el Museo del Árbol celebra una década desde su apertura al público. ¿Este aniversario le genera alguna reflexión o balance? - EE: Me siento muy satisfecho y humilde al vivir este momento en el que una idea se curó, comenzó a crecer y ahora además se está contando en esta entrevista al otro lado del mundo.
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