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La curiosidad, llave que abre los universos de lo posible, protagoniza el Filbita que empieza mañana

POR REDACCIÓN

14 de noviembre de 2019
El Festival de Literatura Infantil Filbita, que se extiende desde mañana y hasta el domingo en la Ciudad de Buenos Aires, retoma en su novena edición el tema de la curiosidad para pensarla en vínculo con la lectura y la práctica literaria, con la premisa de que cuando el ejercicio curioso entra en acción lo que se habilita es un territorio hacia lo desconocido. Si la curiosidad suele asociarse a la niñez, este año Filbita la retomó como "punto de mira, un espacio desde el cual pensar la programación y un tema que nos lleva a esa primera instancia en la que el extrañamiento forma parte de descubrir el mundo", explica María Luján Picabea, una de las programadoras. En tanto cualidad cercana a la infancia, "muchas veces la curiosidad se carga de modo negativo; en cambio, desde el festival creemos que es un motor que deberíamos favorecer y militar. La literatura ensancha eso: vamos a la busca de respuestas y conseguimos más preguntas, que terminan disparando otras muchas cuestiones. Es en la insatisfacción donde hacemos pie para pensar en la lectura y en la literatura de manera constitutiva", argumenta. "No hay literatura ni goce literario sin curiosidad. Una portada atractiva, un título sugerente, un nombre conocido o desconocido despiertan el deseo de leer" asegura la poeta peruana Micaela Chirif, Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños y coautora junto al brasileño Renato Moriconi del libro "Dentro de una cebra", incluido en la selección de The White Ravens. Para Sandra Comino -escritora y docente, que este año fue parte del Consejo Asesor del festival-, la curiosidad es "una llave, un ingreso a todos los sitios posibles, y para armar tres días de encuentros, la oportunidad del despliegue artístico más diverso del mundo"; se refiere a que durante el Filbita habrá literatura de ficción pero también pintura, música y ciencia. Porque la idea de esta novena edición, según explica Picabea, es "no solo pensar desde la literatura sino, muy ampliamente, en la lectura como una forma de conocimiento. Volver a inyectar preguntas. Pensamos curiosidades acerca del género, la sexualidad, acerca de los derechos, de la lengua, de los distintos lenguajes y narrativas". Es que "sin la curiosidad -como aporta el escritor uruguayo Horacio Cavallo- todavía estaríamos trepados a los árboles. Es un impulso primario y fundamental, que puede llevarnos a lugares peligrosos como individuos (el gato que murió en las garras de la curiosidad) pero que por otro lado ha sido responsable de descubrimientos imprescindibles". En su opinión, es en la literatura donde la curiosidad se escribe con mayúscula porque es "la magia que hace que busquemos develar una historia, llegar al final, proyectar, crear a la par del texto, tiene que ver con la necesidad de conocer más. Es el punto de partida de toda aventura literaria", dice quien publicó este año junto a Matías Acosta el libro "Poemas para leer en un año". En los lectores, sostiene Comino, "la curiosidad es un puente para llegar a aquello que le interesa. Un disparador o un imán, que produce el encuentro con una historia en la literatura y con el arte en general. La particularidad es que la curiosidad en la infancia es un territorio". Y para los que escriben ¿cuál es la potencia del ejercicio de la curiosidad? Para Comino "la curiosidad es la esencia, al menos para mí que me gusta mucho perderme en la escritura. Todo libro tiene detrás una alquimia de lecturas siempre. La curiosidad te lleva por caminos que no sospechas cuando comenzás a hilar una historia. Sumergirse en la escritura es una búsqueda, una exploración que tiene mucho que ver con la curiosidad". "Una imagen borrosa, una frase, una idea más o menos vaga son los puntos de partida de un texto -dice Chirif-. Después vienen las larguísimas horas de escritura y corrección. ¿Qué me sostiene durante el proceso? El deseo de saber cómo será ese libro apenas intuido. Reconozco que se trata de una curiosidad extraña porque se dirige a un objeto que no existe y que ella misma ayuda a crear. Pero no por extraña es menos real". "Como autor - interviene Cavallo- el punto de partida es develar esa primera hilacha de un relato. Lo más lindo de todo ocurre cuando lo planificado sufre una transformación e intervienen elementos desconocidos y la curiosidad nos lleva a enredarnos en esa historia, a tironear de una puntita en la que se sostiene todo un mundo". Algo parecido le pasa al brasileño Renato Moriconi, para quien el deseo por lo desconocido también es "un motor en el placer de crear". En sus palabras: "El arte nace de y en la curiosidad. Textos, pinturas, se hacen en la oscuridad. Crear es un acto de descubrimiento eterno. Una obra que no tiene apertura a diferentes lecturas, no tiene contradicciones, no genera dudas y curiosidad, es más para el manual que para el arte". Tal como reflejan, en la curiosidad la lectura encuentra su territorio y el Filbita apostó a explorar en esa dirección. "Todo lector es un sujeto curioso -condensa Cavallo-. Si no interesa lo que hay en un libro allá queda, jugando a ser el ladrillo que sostiene una mesa enclenque".
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