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Huarpe Deportivo

La historia de vida de Franco Colapinto antes de llegar a la Fórmula 1

Franco Colapinto está viviendo el presente soñado: reside en Mónaco, firmó un contrato de cinco años con Alpine y su futuro en la Fórmula 1 parece asegurado por más de una década.

Por Mauro Cannizzo
16 de mayo de 2025

Franco Colapinto está viviendo el presente soñado: reside en Mónaco, firmó un contrato de cinco años con Alpine y su futuro en la Fórmula 1 parece asegurado por más de una década. Sin embargo, detrás de este presente lleno de flashes, sponsors y campañas publicitarias virales, hay una historia de lucha, humildad y decisiones que marcaron su carácter desde muy joven. El piloto bonaerense de 21 años no solo impresionó por su talento en la pista, sino también por las adversidades que enfrentó desde niño para llegar a la cima.

A los 14 años dejó su hogar para instalarse en Europa: “Me instalé con 14 años a un país que no conocía, gente que no conocía, estaba solo y con un idioma del que no tenía idea de cómo se hablaba, viviendo con gente adulta en una fábrica, tratando de aprender el italiano, que no es un idioma tan complicado, pero era muy chico. Ese año fue el que más aprendí y del que más cosas pasé. Sirvió para hacerme más duro, aprender y ser la persona que soy hoy. Me sirvió para hacerme más duro”, confesó Franco Colapinto. Cuando su padre le planteó la posibilidad de volver en dos años, él respondió con firmeza: “Me la voy a bancar. Sé que los primeros meses la voy a pasar mal. Si vos me bancás, yo me quedo”. Y Aníbal, su padre, lo apoyó vendiendo incluso una casa para costear una temporada.

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Los logros de Franco Colapinto en el mundo del automovilismo 

Franco retribuyó cada esfuerzo con resultados. En la Fórmula 4 se consagró campeón, comenzó a destacarse en Europa sin apoyo argentino y ganó carreras en la Fórmula Renault y Regional durante la pandemia. Ni siquiera una fractura en la clavícula ni una operación sin anestesia por una nariz rota lo detuvieron: corrió y ganó igual. Su madre recuerda las épocas de arroz en pava eléctrica y mochilas pesadas por monedas juntadas para comprar frutas. “Tenía nuestras tarjetas, pero no las usaba. Nunca quiso complicarnos en nada”, dijo Andrea en una entrevista con el medio de Infobae, mostrando el perfil austero de un joven que nunca se aprovechó de su entorno.

La llegada a la F2 estuvo marcada por el impulso de los fans y el apoyo inesperado de Bizarrap, quien conectó a Franco Colapinto con empresas argentinas clave para financiar su temporada. El éxito en Imola, donde superó a Paul Aron en Tamburello, llamó la atención de James Vowles, jefe de Williams, que lo promovió a la F1. Desde su debut, su frescura rompió esquemas: se ganó elogios de figuras como Hamilton y Verstappen, y no dudó en declarar “qué olor a porro” en Las Vegas, tras un accidente brutal. Su personalidad descontracturada, sumada a una mentalidad de piloto de los años ‘70, generó un fenómeno popular inédito.

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Hoy, Franco Colapinto no solo es un nombre recurrente en las pistas, sino también en las calles, oficinas y medios argentinos. Su historia disparó el interés por el automovilismo y motivó a una nueva generación a soñar con llegar. Logró lo que parecía imposible: que marcas privadas argentinas apostaran de lleno por un piloto. Y mientras revoluciona el paddock con su mate y bizcochos, su regreso a Alpine parece no tener marcha atrás. Las “cinco carreras” como titular no son más que el preludio de una permanencia que promete extenderse mucho más allá de 2024. Franco volvió para quedarse.

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