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La Polla Records: la validación de su público y la misma energía después de 20 años
POR REDACCIÓN
09 de febrero de 2020
A 20 años de su último show en el país, los españoles de La Polla Records volvieron a presentarse en la Argentina para ratificar que conservan el espíritu irreverente que siempre los caracterizó y que todavía les corre por las venas un frenético grito anticapitalista. El encuentro, que tuvo lugar anoche en el Punto Único del estadio Ciudad de La Plata y que congregó cerca de 15.000 almas sedientas de una buena dosis de punk rock vasco, duró cerca de dos horas y se construyó sobre un recorrido de más de 40 canciones. En numerosas ocasiones los músicos extranjeros compararon al público local con una hinchada de fútbol, y lo describieron como intenso y apasionado; la cita de anoche no fue la excepción, aunque sí superó los límites de la argentinidad. Los españoles no habían aparecido en escena y Eterna Inocencia ya se había despedido cuando empezó a sobrevolar un cántico que sostenía: "Piñera, la concha de tu madre, asesino igual que Pinochet", lema que rápidamente se extendió por todas las bocas del lugar. Este reencuentro del quinteto, que además de recorrer La Plata y Montevideo, desembarcará el viernes 14 en Lima y el domingo 16 en Santiago de Chile, se enmarca en el lanzamiento Ni descanso, ni paz, una regrabación de temas de sus primeros tres discos y un nuevo tema que lleva el nombre del álbum. Fue el turno de La Polla Records y Evaristo salió al escenario con una remera que tenía impresa la leyenda: Del deporte también se sale, título de una canción de La pandilla voladora, pero que también describe el tipo de humor que acompaña al músico hace 59 años, y del que hace alarde arriba del escenario. Lo secundaron Sumé (guitarra), Abel (bajo), Tripo (batería) y Txiki (guitarras). Los dos últimos se sumaron a La Polla Records durante 2003, previo al impasse, y nuevamente en 2019, cuando la agrupación volvió al ruedo, pero mientras tanto y hasta ahora acompañan a Evaristo en otro proyecto, Gatillazo. Había pasado media hora de las nueve. Se apagaron las luces del predio y en las pantallas contiguas al escenario ardió una cruz: los gritos, silbidos y palmas acompañaron desde el inicio con Salve un poderoso repertorio que había reunido más de cuarenta clásicos del quinteto. El motivo de Ni descanso, ni paz es festejar la recuperación de los derechos de sus discos, pero anoche, además, se celebraron los 40 años del nacimiento de esta banda que apareció para hacerle frente al aparato represivo del Estado y para cantar contra la explotación del obrero. La consigna fue clara en el 2000 -un año antes de que se produjera el estallido social, político y económico en la Argentina- cuando el quinteto se presentó en Flight City Disco (Ramos Mejía) y también la fue anoche. Durante las horas previas al espectáculo, las inmediaciones del estadio Único se llenaron de borcegos, camperas de cuero, jeans de rodillas rotas, motivos escoceses y remeras de infinidades de grupos, entre los que se leyeron Misfits, Bad Religion, Sex Pistols, Dos Minutos, Gatillazo, Ramones, Flema y La Polla Records. Por momentos, daba la sensación de que la avenida 32 podía atravesar el umbral del tiempo y espacio, y emular las atmósferas que se creaban en cada recital alrededor de los viejos Cemento, CBGB y Hangar, con una aparente rudeza estética y las fotográficas crestas coloridas. Sin embargo, en el paisaje actual apareció un elemento que décadas atrás no había sido parte de ese universo y que ahora acompañaba la peregrinación: la bandera, y dos inmensas que llamaban la atención, una esvástica tachada y otra con la leyenda Piñera es un asesino. Entre el cántico que le dedicó el público al actual jefe de Estado chileno en el Punto Único y la frase de Evaristo, Lo llaman democracia y no lo es, que se convirtió en una muletilla entre los seguidores, se destacaron Johnny, Odio los partidos, Tu alucinas, El suicida, My generation, No somos nada y La solución final solo por mencionar algunos. Anoche, durante casi dos horas, el Punto Único del estadio albergó un punk rock rabioso y consciente, con reminiscencias de los 90, un poco de baile rockabilly, conversaciones y risas entre desconocidos, algunos abrazos, mucho de pogo y zapatillas y clavas al aire.
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