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Mamá vs Maternidad, una rivalidad interior

La frase que define a la maternidad como“una etapa en la cual no todo siempre es color de rosa” es algo que mamá sabe y mucho. Si bien esta es una apreciación acertada, también hay que rescatar un montón de situaciones y acciones que pueden hacer que muchas madres logren aprender a ser mamás felices.

Más allá de la postal que suele repetirse en la cual siempre mamá esta sonriente, detrás de esa imagen hay dudas, angustias y un cumulo de situaciones que pueden sobrepasar esa risa y convertirla en un llanto desenfrenado haciéndolas sentir entonces que la maternidad no es una tarea sencilla.

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Ahora bien, para poder comprender lo anterior debemos saber que ser feliz es una decisión, una actitud, un estilo de vida que debe comenzar con hábitos que nos conduzcan a transitar el camino de la maternidad, sin la pesada carga de la culpa.

En el mundo actual cada día surgen madres que se sienten culpables por diversos motivos o por ninguno en concreto, siendo esta una tendencia que se multiplica en el mundo que las rodea junto a los pañales y sus bebés, en una primera etapa, para luego continuar en la etapa de crianza y primera infancia.

Lo primero que como madres deben indagar es acerca de ciertas generalidades que tienen que ver con su entorno más cercano, el cual no deja de poner un manto de dudas en lo que como mamá haces bien o haces mal, y más aún, como lo haces. Es inevitable que con un entorno así de influyente, la culpa, los miedos e inseguridades, lo invadan todo, dado que el inicio en el mundo de la crianza para una madre es algo por demás intenso en horarios y tiempos para conciliar con la vida diaria.

El modelo de crianza tampoco queda libre de culpa. Preguntas como: ¿Lo estoy haciendo mal? ¿Tienen razón los demás? ¿Lo estoy malcriando? Son pensadas desde la cabeza y, por supuesto, que desde el corazón seguramente se respondan con un “no” rotundo. En términos generales podemos decir que el sentimiento de culpa acompaña a muchas madres desde el instante mismo en que escuchan el llanto del bebé, es decir al momento del parto en donde se conjugan experiencias que producen un ida y vuelta interior en la madre. La cesárea, el parto natural, la bajada de la leche, si esta lo alimenta bien o no, si nos produce dolor dar la teta, o si sentimos que no nacimos para todo esto, y así infinidades de situaciones en las cuales la culpa siempre asoma.

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A saber, hay que entender que aunque el sentido de culpa aparezca como algo muy marcado en la madre, esto no implica que se esté haciendo todo mal dentro del ámbito de la maternidad. Sí es importante el aprendizaje con el cual podemos acompañar a esta.

La calma y la relajación interior en muchos casos se transforman en un disparador que ayuda a replanteos acerca de esas situaciones que nos comprometen y nos llevan directamente al sendero de la culpa. Cambiar esa actitud, por un momento de pensar, e incluso de risas, por eso que nos parece culposo, ayuda a desechar esa  sensación rápidamente, pasando así de la culpa al aprendizaje. Si esto se repite y se acciona con mayor frecuencia el alivio será superador.

Como podemos observar el halo de “culpa por sentirse culpa” es algo que abraza a muchas madres como un manto disfrazado de maternidad, por lo cual el reto más importante en la maternidad y en la crianza debe ser la conexión emocional con los hijos, canalizando esto a través del afecto y del acompañamiento a lo largo de las distintas etapas de la crianza, descubriendo la forma y modo en que cada madre desea y quiere vivir la maternidad, siendo este un modo personal que distante de culpas esté cerca de la felicidad materna.

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