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Judiciales > Femicidio

Muletas, golpes de puño y lágrimas, lo que dejó el juicio abreviado por el crimen de Yamila Pérez

El confeso asesino de la joven oriunda del barrio Cabot, Evaristo Molina, llegó trasladado por la Policía este miércoles a Tribunales. Ahí ratificó su culpabilidad por darle al menos ocho puñaladas a la chica y luego desmembrarla casi por completo.

24 de octubre de 2019

El destino carcelario de Evaristo Molina, el asesino confeso de Yamila Pérez, se adelantó. El hombre quiso que fuera así este miércoles por la mañana cuando dijo ante el tribunal de la Sala Tercera: “Yo la maté” y luego firmó el acuerdo de juicio abreviado que consiguió su abogado Faustino Gélvez al convencer al fiscal Eduardo Mallea. La pena: prisión perpetua. En el medio una hermana de Yamila golpeó al detenido  durante su traslado por los pasillos de Tribunales. La mujer terminó con su mano quebrada en el hospital Rawson. En las afueras, la mamá de corazón de Yamila, Norma Allende, pedía una vez más, entre lágrimas, que el asesino de su hija diga donde dejó los brazos para que ella descanse en paz.

A Evaristo lo trasladaron temprano desde el Servicio Penitenciario Provincial hasta Tribunales. A las 10.30 era la audiencia en la Sala Tercera donde tendría que enfrentar a los jueces Maximiliano Blejman, Silvina Rosso de Balanza y Eugenio Barbera. El hombre, acompañado de dos policías, caminó lento por los pasillos. Usaba muletas por un problema en su pierna derecha. A pesar de las constantes preguntas de la prensa durante la entrada y salida de la Sala, Evaristo se quedó en silencio y cabizbajo. Solo emitió palabras ante el tribunal.

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No es la primera vez que Evaristo reconoce ante un juez que fue quien mató y descuartizó a la joven madre del barrio Cabot. Ya lo hizo con el juez Guillermo Adárvez del Tercer Juzgado de Instrucción.  "Yo le comenté que yo había matado a Yamila Pérez porque ya me sacaron una vez de mi casa y no quería que me saque para siempre, la chica no se quería salir del auto, que le iba a decir a mi esposa que andaba con ella y ahora en adelante quiero guardar silencio", dijo en aquella oportunidad, según pudo saber DIARIO HUARPE.

Yamila Pérez, una víctima más de la violencia de género.

Los familiares de la víctima estuvieron en la entrada al Palacio de Justicia de calle Rivadavia. Llegaron con pancartas de pedido de justicia. Desde adentro se escuchaban los gritos de “asesino”. El hombre salió luego de aceptar la culpa y pena por el crimen, pero su camino se vio alterado cuando Nora, una hermana de Yamila, lo golpeó e insultó alterada por la impotencia. Por el hecho, la Policía sacó a la mujer de Tribunales.

La mamá de Yamila, Norma Allende, estuvo en Tribunales (Foto de DIARIO HUARPE).

Afuera las lágrimas desbordaron a los manifestantes. La mamá de corazón de Yamila, Norma Allende, habló con la prensa e hizo un pedido desgarrador: “Que Evaristo diga dónde dejó los brazos de mi hija, así puede descansar en paz”.

El hecho

Según la investigación judicial, Evaristo de 70 años conocía a Yamila de 25 desde que era pequeña. El hombre le vendía garrafa de gas al abuelo de la joven. Ya grande Yamila y Evaristo tuvieron diferentes encuentros sexuales y la relación se quebró cuando la mujer decidió contarle a la concubina de Molina lo que pasaba entre ellos.

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A pesar de ese conflicto los encuentros siguieron existiendo, pero en uno Yamila volvió a amenazar a Molina de que le contaría nuevamente a su pareja si no le daba dinero. Por eso Evaristo citó a la joven una noche de junio, sacó sus cuchillos que tenía para carnear chanchos, algo que él tenía como pasatiempo y la fue a buscar en su auto.

El asesino confeso de Yamila aceptó la perpetua (Foto de DIARIO HUARPE).

La llevó hasta un descampado en la localidad del Mogote, en Chimbas. Hizo que se bajara con la excusa de que le practicar sexo oral. Yamila bajó confiada pero nunca se imaginó que Evaristo le clavaría el cuchillo ocho veces y la dejaría desangrando en el suelo. Molina luego la desmembró y le amputó los brazos para que no fuera reconocida. Después le puso una maceta en la cabeza y tapó el cuerpo con trapos.

Pero un descuido del hombre haría que su crimen no terminara impune. Se le había caído una receta oftalmológica con su nombre a pocos metros de donde dejó el cuerpo. La Policía llegaría a él mediante esta prueba. Luego complicaría al hombre con más pruebas como videos de cámaras de seguridad en la zona, que mostraron a Yamila y Evaristo juntos en un auto por calle Benavídez. Un estudio a cuchillos secuestrados de Molina reveló que había restos de ADN de Yamila.

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