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Opinión > Columna

Para “ellos” el Carnaval dura un cuatrienio

La primera muestra de sus máscaras la hacen en los carteles de campaña. Y cuatro años les dura el carnaval. Le puse comillas a “ellos”, para recordar el concepto de “Ello”. El Ello, es una de las tres instancias distinguidas por Freud en su segunda tópica del Aparato Psíquico. “Constituye el polo pulsional de la personalidad; sus contenidos, expresión psíquica de las pulsiones, son inconscientes, en parte hereditarios e innatos, en parte reprimidos y adquiridos”- esto lo apunta Jean Laplanche, en su diccionario de Psicoanálisis.

Para el Psicoanálisis el Ello, desde el punto de vista dinámico, entra en conflicto con el Yo y con el Superyó. El Yo que se encuentra en una relación de dependencia, entre el Ello y el Superyó. Freud, considera como funciones del Superyó, la conciencia moral, la autoobservación, la formación de ideales.

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Estos tipos de la máscara, se comieron el Superyó. 

“Ellos”, son una muestra, de cómo el “Ello”, con algún bloqueo en “la vergüenza”, se impone al Yo y al Superyó. Estos “tipo” de narcisos, son solo “Ello”, aplastaron su Yo y su Superyó.  Tal vez con la incorporación de cuatro años de la máscara, en su privado carnaval. Esther Díaz, dice, citando a Deleuze: “El rostro, ese tajo del cuerpo por el que se asoma nuestra subjetividad, que es justamente lo que se oculta en el carnaval”. Estos danzantes del cuatrienio, lo ocultan durante cuatro años y al finalizar, van por más.

La máscara es un artificio necesario y suficiente. El trabajo de debilitación de la Subjetividad en que se sostiene el sistema de convivencia, con la invasión de lo público con el dogma, con el más dañino de los dogmas: el de la religión. El carnaval es una fiesta inmediatamente anterior a la cuaresma cristiana.  Que según dicen: “días de purificación, reflexión y conversión espiritual. Los fieles deben guardar el ayuno y la penitencia, como lo hizo Jesús en el desierto”. Nosotros somos los que cada cuatro años vivimos en el mismo desierto, donde los hospitales no tienen insumos ni médicos ni enfermeras, las escuelas públicas no tienen bancos ni maestros, donde la Propiedad Social es propiedad privatizada por los que llevan la máscara simpática y gobiernan, donde las calles o las plazas tienen el nombre del intendente, del gobernador o del concejal. Con la repetición de esa fábula, del pensamiento mágico, ellos, provocan “el rebaño”. Ellos, superponen el carnaval y la cuaresma cristiana y cada cuatro años renuevan la superposición. Así es que, para ellos, el carnaval no es el efímero reinado de Dioniso. Llevan la máscara y el descontrol de la vergüenza siete días y medio por semana, porque el domingo se confiesan y comulgan, para seguir siete días y medio de la próxima semana. 

En uno de mis libros de cuento “La cajita con monedas”, de Editorial Abdulah, yo hablo de Luciano Barbaza, que es uno de los tantos “hombre medio”, hechos por estos protagonistas del carnaval del “cuatrienio” o “cuadrienio”. Transcribo un párrafo breve con la amenaza de reconocernos.

Luciano Barbaza tiene espíritu de rebaño. Luciano Barbaza es el espíritu de rebaño. 

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Luciano Barbaza aceptó su eterna servidumbre a cambio de la libertad en el más allá.  

Luciano Barbaza es un hombre y es una comunidad.

Luciano Barbaza tiene razón de mercado, paladar y actitudes de microonda, intranquilidad y comportamientos de valija cuadrada de empujar con el dedo índice, conversación móvil con tarjeta y calentura de “yo pecador me confieso” y de “por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa”.

Usa lentes oscuros de noche y los días nublados, como los artistas de la televisión, que le ha dado tanto. Para leer lleva los de aumentos colgados del cogote con una tira dorada de esas que venden en la calle.

Después de una o dos horas de los trámites de la mañana se sienta en un banco de la plaza y lee ese diario que reparten gratis en los almacenes y en la calle. Retazos de noticias, retazos de comentarios, retazos de información para un Hombre Medio. 

“Saldos y retazos, liquidación por cierre definitivo”.

“Todo por dos pesos”.

Los trámites son eso: trámites.

Barbaza lee poco porque tiene “tuiter” y “feibuc” y eso ya viene leído, gracias a dios, participa en las redes sociales, es parte de las redes sociales, es una red social. 

Se informa y se masturba con seducciones remotas, lejanas, con pantalla plana o de las otras, de las culoncitas. Se enamora y hace el amor sin carne ni sudor.

Amor higiénico, católico, apostólico y romano.

Amor para la procreación.

Dios hizo al hombre a semejanza de él, al hombre de barro y a la mujer de una costilla del hombre.

El hombre hizo a dios a semejanza de él, mejor que él.

“La imaginación al poder” 

“Pidamos lo imposible”– mayo del 68- Francia

Luciano Barbaza no tiene computadora, paga una hora en el ciber y en ese tiempo se masturba y se informa.
Más vale pájaro en mano que cien volando.

Navega por las redes sociales y les toca el culo a las mujeres que quiere.

Yo pecador me confieso 

por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa. 

Y después asiste a la reunión de la media mañana donde ha abonado, con un cortado, un tiempo y una atención para gesticular y hablar en voz alta, en la mesa del café, con otros  analistas de lo ajeno, de lo que nunca tendrán, de lo que no les pertenece ni les pertenecerá, como: las regalías de las mineras, el ochenta y dos por ciento móvil, el estado que no son  ellos ni todos, el superávit de las recaudaciones, las ganancias de las exportaciones, los reconocimientos del partido a la presidenta. 

O sea: hablar al pedo les provoca mal aliento.

La Doxa y la Episteme.

La Doxa, solo la Doxa.

La mesa puede estar honrada con un concejal o un diputado, que participa de la conversación solo con movimientos de cabeza y con sonrisas y saludos correspondientes. Ellos ya dijeron todo lo que pueden decir en los pasacalles que hacen colgar para el día de algo o de alguien. Ellos necesitan un día, de algo o de alguien, para colgar el pasacalle.  

Democracia: “poder” (kratos) del pueblo “demos”.

Democracia: en la que el pueblo es soberano.

Para tipos como estos, “ellos”, hacen su primera presentación de sus máscaras en los carteles de campaña, en sus discursos idénticos y paupérrimos, en sus sonrisas dibujadas por el mismo caricaturista. 
Un “carnaval” que dura cuatro años. Ellos presentaron sus máscaras en los carteles de campaña. 
 

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